En el Jueves Negro en Sinaloa salió a relucir la historia del refri que no cabía en la cajuela
Algunos dicen que fueron diez horas, otros que 13, del terrible Jueves Negro que se vivió en Sinaloa, el pasado 5 de enero, a propósito de la detención del mentado Ovidio Guzmán, “El Ratón”, el tipo del momento, de moda, y bastante añorado del otro lado de la frontera, pues era uno de los capos más buscados en territorio gringo.
Y aquel capítulo de la captura de uno de los hijos favoritos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, trajo consigo, además de instantes inmersos en la zozobra y el miedo, por la forma de actuar de la gente del mismo Ovidio, o de algunos simpatizantes del Cártel de Sinaloa, estampas que igual pudieron rayar, en momentos de mucho apremio, y en unas que resultaron hasta chuscas.
Porque algunos pobladores, aprovechando que varios municipios sinaloenses estaban prácticamente en guerra, estuvieron atentos cuando los ataques de los rijosos apuntaron a los negocios en donde podrían obtener algún beneficio.
La rapiña, cuando la delincuencia está desatada, deriva en igual envalentonar a segmentos que en ese momento buscan de alguna manera sacar provecho, ventaja de la situación.
¿Se le cebó a la ‘rata’?
A bordo de un Matiz color rojo, unos avanzados, cuando las sirenas sonaban a todo lo que da, y las alarmas de las tiendas que habían sido atacadas, intentaban subir un refri de gran tamaño, por la cajuela de ese auto compacto.
Y, como era de esperarse, no lograron ingresarlo de esa forma en el coche, de ahí que se les ocurrió robárselo llevado en el toldo del mismo; aunque como dice el meme, tres doritos después, pudieron ser interceptados por la policía local, aunque las imágenes son poco claras para poder asegurarlo o descartarlo.
Con información de Medio Tiempo