La guerra entre “El Chapo Isidro” y “Mario Calabazas”, obligó a los pobladores a huir hacia los cerros en busca de refugio al albergue de Guamúchil, de donde varias personas han desaparecido.

El fatídico 20 de junio de 2023, en la ciudad de Los Mochis, Sinaloa, lo que parecía un accidente desencadenó una serie de eventos que detonó la violencia en San José de las Delicia, municipio de Sinaloa.

María León Rubio, expresidenta municipal del lugar, fue la víctima de un misterioso accidente automovilístico que, según versiones iniciales, terminó con su vida. Sin embargo, días antes, León Rubio había sido reportada como desaparecida, y sus seres queridos afirmaban que había sido secuestrada por un grupo armado.

María León mantenía una relación con Mario Lugo, “Mario Calabazas”, lugarteniente del Cártel de los Beltrán Leyva en San José de las Delicias. A pesar de la trágica situación, la familia de León reclamó su cuerpo, aunque las autoridades optaron por la discreción y no se realizaron homenajes o funerales en su honor. Las circunstancias de su fallecimiento continúan envueltas en misterio, mientras las autoridades afirman que se trató de un accidente.

“Todos sabemos que a ella la levantaron, ahí fue cuando se puso feo, cuando levantaron a María León. Ella nos ayudó mucho, no era esposa del señor, pero vivía ahí con él”, reveló una vecina de San José de las Delicias, Sinaloa.

El 28 de julio de 2023, la paz de San José de las Delicias fue interrumpida bruscamente. Los habitantes despertaron a las 4:45 de la madrugada bajo una lluvia de balas que golpeaban los techos de sus hogares. El sonido ensordecedor obligó a la población a huir hacia los cerros en busca de refugio. Los enfrentamientos entre dos facciones internas del cártel de los Beltrán Leyva, lideradas por Fausto “El Chapo” Isidro Meza y Mario “Calabazas” Alberto Lugo Lara, habían convertido el tranquilo pueblo en un campo de batalla.

“Los disparos se escuchaban por todos lados, huimos hacia el cerro, pero las balas seguían retumbando, pensamos que íbamos a morir ahí, solos”, señalo una de las víctimas.

Se extiende el conflicto
El conflicto no se limitó a San José de las Delicias. Comunidades circundantes como Bacubirito, Tecumena, Baromena, Chacuapana y Quintero, junto con los caminos que conducían a San José de las Delicias, se vieron envueltas en la violencia. En un intento por escapar, los residentes se encontraron con una retroexcavadora en llamas bloqueando su ruta, un claro intento por obstaculizar su escape.

“En relación a la información que circula sobre supuestos enfrentamientos entre civiles armados en la zona serrana de Sinaloa municipio, autoridades de los tres órdenes de gobierno acudieron al lugar, pero nos han encontrado indicios hasta el momento”, público a través de su cuenta de Twitter el secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, Cristóbal Castañeda Camarillo, negando los hechos.

La situación se agravó el 29 de julio, cuando los disparos volvieron a resonar, esta vez acompañados por la interrupción de servicios básicos, como la electricidad, telefonía e internet. La población se encontraba aterrada y desesperada, algunos lograron huir en sus vehículos, marcando el inicio de un éxodo forzado.

“Nos salimos así sin nada, dejamos todo, los animalitos amarrados, la casa abierta, deseamos regresar, ahí era muy tranquilo”, narró una vecina de Las Blancas.

El conflicto mantuvo su furia el 30 de julio, cuando los enfrentamientos a balazos persistieron en San José de las Delicias y se extendieron a otras comunidades cercanas. Carros y camiones incendiados bloquearon la única carretera de acceso a estos pueblos, sumiendo la región en el caos. A medida que la violencia se generalizaba, el pueblo de San José de las Delicias se convirtió en el epicentro del conflicto, cuando el grupo de “El Chapo Isidro” logró ingresar, se desató la destrucción.

El terror se apoderó de los residentes cuando “Mario Calabazas” tuvo que huir, desencadenando la quema del pueblo por parte de sicarios.

“Nosotros solo pudimos correr, vimos como estaban tirando balas, quemando casas, fue un horror, pensé que íbamos a morir, no supe ni a donde corrieron mis hijos, de uno supe hasta los dos días”, narró una de las víctimas.

Ayuda tardía
En medio de este escenario desolador, el 31 de julio, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) llegaron a San José de las Delicias, encontrando múltiples puntos de narcobloqueo y restos de armas de alto calibre.

“Si tienen miedo, bájense aquí les vamos a dar atención, el que tenga miedo que se baje”, expresó Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa durante su conferencia semanera.

La incertidumbre y el miedo llevaron a 60 familias, un total de 200 personas, a abandonar sus hogares y refugiarse en un albergue en Guámuchil, Salvador Alvarado.

Las comunidades afectadas por la violencia aumentaron a 13 el 1 de agosto, y a pesar de la promesa de seguridad por parte del gobernador de Sinaloa, el temor persistía entre los desplazados.

“Están espantados y con mucho temor de volver a sus casas”, admitió la secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable, María Inés Pérez Corral.

Ese día, el gobernador de Sinaloa dijo que era seguro que los pobladores regresarán a sus casas ya que había 300 elementos de la Sedena , Guardia Nacional y Policía Estatal “pacificando” la zona.

“Allá tienen ahorita seguridad, el que se vaya no tiene problema”, expresó durante su visita al albergue de Guámuchil, Sinaloa.

Horas más tarde se encontró a una persona sin vida en Los Troncones, Sinaloa. La víctima estaba ahorcada, y con un narcomensaje en dónde se le acusaba de “traicionar a la empresa de Guasave”.

El 3 de agosto, mensajes intimidatorios dirigidos a “Mario Calabazas” inundaron Sinaloa de Leyva y los alrededores del albergue de Guámuchil. La incertidumbre aumentó con informes extraoficiales sobre la familia de “Calabazas” siendo retenida para presionarlo a entregarse al grupo rival.

“Mario Calabazas, toda tu familia está sufriendo ¡por tu culpa! Ya hiciste mucho daño a la población, no vamos a parar, vamos por ti. Rata traidora”, se leía textualmente.

A medida que la violencia y el desplazamiento se volvían la nueva realidad, 56 personas regresaron a sus comunidades el 3 de agosto para verificar el estado de sus animales y liberarlos.

Para el 4 de agosto, la cifra total de desplazados alcanzó las 780 personas en el albergue de Guámuchil.

La situación se volvió aún más tensa el 6 de agosto cuando 26 de los entonces 781 desplazados en el albergue de Guámuchil sufrieron intoxicación después de consumir una barbacoa proporcionada por policías municipales de Sinaloa, mientras eran interrogados sin autorización.

“No quiero que entre gente extraña, porque vienen de un conflicto. El otro día vinieron policías del municipio de Sinaloa, se metieron a indagar”, reveló el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien ordenó reforzar la seguridad con la Guardia Nacional.

El 7 de agosto, el mandatario informó que la violencia estaba cediendo, aunque la comunidad continuaba en alerta.

“Hay un conflicto que ya está cediendo, tenemos un operativo que está funcionando en San José de las Delicias, y otros 4 poblados más”, informó.

El 8 de agosto, seis personas que se refugiaban en el albergue de Guámuchil desaparecieron repentinamente, generando preocupación. El mismo día, otro individuo fue asesinado en Culiacancito.

“Vino un primo y platicó con ellos, los convenció para salirse del albergue, no sé a donde, la familia ya puso la denuncia en la Fiscalía”, indicó el presidente municipal de Sinaloa, Rolando Mercado.

 

Retorno Complicado
El 10 de agosto, un grupo de desplazados regresó a la Sierra de Sinaloa bajo fuerte seguridad. Las autoridades anunciaron el cierre del albergue de Guámuchil para el 11 de agosto, lo que forzó a las víctimas de la violencia a tomar decisiones difíciles.

El 11 de agosto, la angustia persistía. Una denuncia formal se presentó ante la Fiscalía General de Sinaloa por la desaparición de seis personas desplazadas del albergue de Guámuchil.

Los refugiados se resistieron a dejar el albergue, cuestionando la promesa de seguridad y buscando respuestas en medio de la desolación

“No nos vamos, nos faltan 6, ayúdenos, nos faltan 6 compañeros”, mencionaba una de las pancartas. “No tenemos a dónde ir, ayúdenos por favor gobernador ¿Dónde quedó su palabra?, cuestionaba otra de las cartulinas.

Mientras tanto, en San José de las Delicias, el pueblo permanece abandonado. Algunos refugiados se resisten a dejar el albergue, cuestionando la promesa de seguridad y buscando respuestas en medio de la desolación.

 

Con información de Públimetro

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