Dr. Antonio González González.

Temo, o mejor dicho tengo pavor por el enrarecimiento del clima social en nuestro país y ese pavor se exacerba cuando me doy cuenta de que no lo percibe la mayoría de la población.

No se trata de alarmar a la colectividad, pero sí de de adquirir consciencia de que cada uno de nosotros puede contribuir al mejoramiento de nuestras relaciones con el entorno.

No somos ajenos a lo que pasa, somos responsables por lo que hacemos y también por lo que dejamos de hacer, somos cómplices por acción u omisión, pero nunca seremos ajenos.

Por Dios, por nuestros seres queridos, dejemos de alimentar la caldera del odio, somos hermanos, si no de sangre, lo somos de sueños, de angustias, de objetivos y de metas.

Basta de escuchar las voces que dividen. Nadie con sanas intenciones atiza la hoguera de la polarización, los enfrentamientos nunca traen algo bueno para quienes se enfrentan y siempre será desgaste y pérdida.

No se trata de ser ilusos buscando la comunión total de pensamientos o ideologías, pero sí se trata de quitarnos de la cabeza la idea de que quién piensa distinto es un adversario, de que quien me critica está contra mí y de que sólo es amigo quien aplaude mis aciertos y de ser posible, hasta mis errores.

Se trata de tolerar y tratar de obtener lo mejor del pensamiento distinto para enriquecer el propio. Se trata de incluir, sumar, unir, generar sinergia.

Mi mano derecha es diferente a mi mano izquierda, poseen destreza distinta y hasta me doy cuenta de que se oponen.

Pero nadie cometería la torpeza de desear tener dos manos o dos pies izquierdos, sabemos que se complementan y nunca desearíamos que se igualen.

Entonces ¿Por qué en lo social no toleramos la diferencia?

No me puedo imaginar un ejército de puros generales, una empresa de solamente gerentes y menos una familia en la que todos sean el papá.

El mundo es diversidad, esa es una ley natural, más que la domesticación ideológica o la igualdad per se, procuremos la justicia y la igualdad de derechos y obligaciones.

Ojalá y no sea tarde cuando nos demos cuenta de que el enrarecimiento social es el preámbulo de conflictos que nos pueden llevar a situaciones irremediables.

El papa Francisco, este fin de año en la Plaza de San Pedro aseguró que “también las palabras matan” por su parte, el prolífico escritor Glenn Donato. ha expresado “Hay balas que hieren y palabras que matan”

Moderar nuestro decir, ayudará a mejorar nuestro hacer, en cambio nuestra indiferencia solo abona a ese temido enrarecimiento.

Hago votos porque este recién estrenado año, logremos convertirlo en el año de México, el año del trabajo conjunto, del respeto a la diversidad, del año del NOSOTROS.

Por un México digno y unido hagamos un pacto.

Gracias

Los Mochis, Sin. a 16 de enero del 2023

 

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *