LA TAREA NUNCA ACABA

Juan Alfonso Mejia

¿Quién mató al comendador? / Fuenteovejuna, señor / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todo el pueblo, señor.» Así resume Lope de Vega en el siglo XVI una de las obras literarias de mayor actualidad para el México del siglo XXI. Hoy, propios y extraños se despertaron todavía con la interrogante sobre el origen de la marcha acontecida el día de ayer en la Ciudad de México y en 50 ciudades más del país, entre ellas Mazatlán y Culiacán. ¿Quién fue, se escucha a lo lejos desde los pasillos del poder, mientras en paseo de la Reforma 300 mil almas contestan: “fueron los ciudadanos, señor?”

 

La gente empezó a llegar alrededor de las 9 de la mañana. Se veía un poco de todo, pero sobre todo aquella generación que experimentó en carne propia los años del autoritarismo en México, cuando las elecciones no contaban. Los jóvenes hicieron acto de presencia, queriendo saber más sobre la historia de su propio país y la construcción de esa “extraña señora”, llamada “democracia”. Me impresionó atestiguar cómo llegaba gente en silla de ruedas, abuelos auxiliados por sus nietos y familias enteras a una convocatoria sin un rostro visible. Los asistentes portaban algún distintivo rosa, no había logotipos de partidos y las mantas no tenían un destinatario en particular. Si acaso, el origen de la protesta era el mismo: México no tiene dueño, el INE tampoco y las calles menos.

 

El único orador del día fue José Woldenberg, presidente del primer Instituto Federal Electoral (IFE) autónomo, por cierto, producto de una negociación en 1995 entre los presidentes de los partidos, un tal Felipe Calderón del PAN y un señor de nombre Andrés Manuel López Obrador, del PRD. Sus palabras fueron puntuales, sin rollo: el INE garantiza nuestra democracia y la iniciativa de reforma electoral del partido en el poder, pretende destruirlo. Si lo logra, atrasaremos el reloj de nuestra libertad 30 años.

 

Cuatro lecciones de cara al futuro, producto de la “marcha por la democracia”:

 

Primero, las calles no tienen dueño, pero sí tienen memoria. Resulta prácticamente imposible no pensar aquella otra “Marcha por la Democracia” en 1988, cuando protestaron cientos de miles de mexicanos al “caerse el sistema electoral”, cuando todavía desde la secretaría de Gobernación se organizaban las elecciones y se contaban los votos; cuando las condiciones para la competencia entre los partidos eran inequitativas.

 

Segundo, las clases medias despertaron. Siendo México un país tan desigual, contamos con una clase media muy amplia, plural. Bueno, a la gran mayoría dentro de esta pluralidad se le vio defendiendo la autonomía del árbitro electoral. El hecho no es menor, pues históricamente ninguna movilización de trascendencia empieza sin la clase media y en las principales ciudades; ayer se buscaba movilizar 22 de las 30 más importantes, se logró en 50.

 

Tercero, la manifestación de ayer es un llamado a los legisladores del PRI. El balón está en su cancha. ¿Habrá o no PRIMOR con una reforma electoral que destruya lo que los priístas ayudaron a construir?: la auténtica cuarta transformación es la alternancia en México, sucedió por la vía electoral, desde los partidos y con la participación de los ciudadanos.

 

La movilización debe continuar, no en contra de nadie, pero sí a favor de un México plural en el que cabemos todos y en donde, la democracia es un mecanismo para resolver nuestras diferencias. El INE es la mejor de las garantías para que así suceda.

 

Así, la próxima vez que pregunte “el Sr”, ya saben qué contestar: ¡Fuente ovejuna!

 

Que así sea.

 

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