Hasta 5.3 millones de personas en México están en riesgo de padecer COVID largo y no hay presupuesto etiquetado para atenderlas
En el traslado de su casa a la ambulancia, Francisco Moreno Torres comenzó a dar instrucciones sobre lo que sus familiares debían hacer con sus cuentas bancarias y con su sepelio en caso de que muriera por las complicaciones de COVID-19.
Dos intubaciones durante octubre y principios de noviembre de 2021 —cuando estuvo internado—, un shock respiratorio en el que estuvo a punto de morir y una neumonía intrahospitalaria fueron solo las primeras manifestaciones de la infección, que luego derivó en COVID largo, una enfermedad por la que estuvo en riesgo de sufrir un infarto y que al día de hoy le mantiene sin sensibilidad en una pierna, con problemas de memoria y fatiga.
“Una de las advertencias que me hicieron cuando salí del área de terapia intensiva es que en los primeros meses era muy factible que me fuera a infartar si no había una rehabilitación adecuada; no se imaginan el terror que se siente viviendo, esperando a que llegue ese infarto”, contó Moreno, asesor por 27 años en la Cámara de Diputados, en el foro “Post COVID: Enfermedad discapacitante, retos y prospectiva”, realizado en el recinto legislativo.
Igual que Moreno, hasta 5 millones 300 mil pacientes en México podrían vivir con Post COVID o COVID largo, una condición que, aunque puede generar discapacidad permanente, no tiene etiquetados recursos públicos para su tratamiento, advirtieron especialistas y legisladores durante el foro.
Un riesgo que no haya presupuesto
Médicos de institutos nacionales de salud y pacientes con COVID largo hablaron sobre la necesidad de que haya en el país presupuesto para tratamiento, compra de equipo y poder llevar las terapias de rehabilitación a comunidades rurales.
Justino Regalado Pineda, director médico del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), llamó la atención sobre lo grave que puede ser para la economía de México no tratar a los pacientes con COVID largo.
“(Sabíamos que) la verdadera emergencia iban a ser las consecuencias a largo plazo de haber padecido la enfermedad. Se estimaba que esto podría representar entre un 10 a 30% de los casos agudos (…) Entre 1 millón 700 mil a 5 millones 300 mil de pacientes que van a manifestar alguna de las consecuencias a largo plazo. Definitivamente van a requerir atención”, dijo el especialista en el foro.
Regalado señaló que en el INER se implementó un sistema de evaluación multidisciplinaria para averiguar los diferentes efectos del COVID largo en los pacientes, que de no ser tratados pueden acarrear consecuencias económicas y de productividad en el país.
“Las manifestaciones más importantes están a nivel de la calidad de vida, una de las cuestiones que más reportan los pacientes es que les ha tomado mucho trabajo recuperar su estado de salud previo para reincorporarse a sus actividades, y esto va a tener a final de cuentas un impacto en la productividad, un impacto en el incremento de la demanda de servicios de salud”, alertó.
Rehabilitación urgente
El funcionario hizo un llamado a reconocer que hay una necesidad de rehabilitar a los pacientes con COVID largo.
Álvaro Lomelí Rivas, director médico del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), dijo que la quinta parte (21.6%) de los casos ambulatorios de COVID-19 (es decir, que no requirieron hospitalización) tendrá algún caso de discapacidad en las cuatro semanas posteriores al contagio, mientras que en un 16% se prolongará hasta 12 semanas después de la infección.
En pacientes que sí fueron hospitalizados, explicó Lomelí, la debilidad durará seis meses para el 35% de los casos, un 33% experimentará dolor o malestar en el mismo periodo e igualmente un 33% experimentará movilidad reducida por astenia (pérdida de ganas de caminar).
El especialista del INR dijo que, aunque con pocos casos, en la institución ha habido pacientes con amputaciones por COVID largo, una de las consecuencias más “devastadoras” de la enfermedad.
Además, Lomelí reflexionó sobre la cantidad de casos con secuelas y complicaciones que no llegan a ser tratados en los institutos nacionales, en los que se atiende solo al 10% de las incidencias.
Salud mental, uno de los pendientes
Depresión, ansiedad, aislamiento e incluso suicidio también han sido documentados en el instituto, mencionó Lomelí.
“El problema no es que se tenga y se reconozca (el Post COVID), sino que está universalmente distribuido. Afecta al individuo y a la sociedad, es de larga duración (en promedio seis meses), no sabemos si va a durar más”, dijo.
A medida que la pandemia fue mermando, recordó, en lugares como el INR comenzó la etapa del manejo de pacientes con COVID largo, sin que al inicio hubiera conocimiento del tratamiento ni de todos los efectos de la enfermedad.
El médico llamó la atención sobre cómo el rezago de siglos en materia de salud en América Latina ha pasado factura en esta pandemia, en especial en un país como México, donde mucho personal de salud falleció por COVID-19.
En el foro, organizado por la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables y con participación de legisladores de la Comisión de Salud, diputados reconocieron la necesidad de que se destinen recursos para la atención de COVID largo y que se evalúe la posibilidad de reconocerle como una enfermedad discapacitante o, directamente, como discapacidad.
“COVID no trae etiquetado nada, no trae un solo centavo; entonces, tendremos que luchar para poner al centro esta otra discapacidad, esta otra enfermedad”, mencionó Gabriela Sodi, presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables.
Las complicaciones neurológicas
Jimena Quinzaños Fresnedo, jefa de la División de Rehabilitación Neurológica del INR, dijo que aunque las secuelas más comunes del Post COVID son la fatiga, la falta de aire, depresión y ansiedad, también hay consecuencias neurológicas como insomnio o síndrome de estrés postraumático.
La funcionaria dijo que cerca del 16% de las personas con COVID largo tendrán complicaciones neurológicas, lo que significa casi medio millón de pacientes en México que podrían experimentar embolias, pérdida de movilidad, de capacidad del habla y de alimentación o inflamaciones de médula, entre otras condiciones discapacitantes.
Quinzaños mencionó que la rehabilitación oportuna disminuye los costos del servicio de salud y que la pandemia obligó a buscar nuevas alternativas a la atención presencial, lo que podría mantenerse como una manera de abarcar más territorio y niveles iniciales de atención sanitaria.
Una de las peticiones más concretas fue realizada por Juana Zavala Ramírez, responsable de Rehabilitación Cardiopulmonar del INR, quien dijo que el hospital no cuenta con aparatos para la rehabilitación cardiorrespiratoria.
“Ustedes dirán: ¿dónde están las bandas, las bicicletas? No tenemos. Entonces, esa es nuestra petición, nosotros estamos trabajando con lo que tenemos pero estos pacientes solicitan, requieren, necesitan el apoyo de esta honorable Cámara para que se les pueda dar la atención adecuada en este momento”, dijo Zavala.
Francisco Moreno Torres dijo que durante su tratamiento por COVID-19 en el INER una de las herramientas que más le ayudaron a comunicarse fue una libreta en la que escribía al personal de enfermería, por lo que pidió que fueran implementadas de forma cotidiana para pacientes que no pueden hablar.
Propuso también que las instalaciones municipales y estatales del sistema DIF se vinculen con los institutos nacionales de salud para atender a pacientes que no pueden llegar a esas instancias y que ahí se implementen terapias de rehabilitación.
Secuelas y complicaciones
De acuerdo con los participantes en el foro, el Post COVID puede generar secuelas —trastornos y síntomas típicos o esperados en una enfermedad— y complicaciones —aquellas que resultan imprevistas y que pueden poner en riesgo la vida.
Algunos ejemplos de secuelas y complicaciones de COVID largo son: pérdida temporal de olfato y gusto —que puede ser considerada discapacitante—, arritmias e inflamación en el corazón, disminución de la capacidad de agudeza auditiva, vértigo, pancreatitis, diabetes o exacerbación de la misma, problemas dermatológicos, dolor torácico, fatiga, ansiedad, depresión, alopecia de tres a seis meses, aceleración de manifestación de demencia cuando existe la predisposición, disfonía, disfagia, otitis media, hipoacusia sensorial, acúfeno, vértigo postural, alteración de memoria, niebla mental, trastornos de procesamiento auditivo central, osteoporosis, pérdida de fuerza, miopatías y alteraciones en agudeza visual.
Con información de Animal Politíco