HONRANDO A LA MADRE, ESA ESTRELLA FUGAZ QUE ILUMINA NUESTRAS VIDAS
“Una madre es la fuerza que mueve el mundo, la esperanza que nunca muere, y el amor que perdura más allá de la muerte.” — Jesús Milán
Jesús Octavio Milán Gil
Hoy, este 10 de mayo de 2025, me permito detener el tiempo y las palabras para rendir un tributo lleno de amor, gratitud y reverencia a esas almas maravillosas que, con su ternura infinita y su sacrificio silencioso, han moldeado nuestro mundo y nuestras vidas: a nuestras madres.
En un rincón del alma, cada uno de nosotros lleva grabada la imagen de esa mujer que, con su sonrisa, con su canto, con su paciencia infinita, nos enseñó el verdadero significado del amor. Como bien decía Victor Hugo, “El amor de la madre es el combustible que permite a un ser humano superar los obstáculos más insuperables”. Y es en esa fuerza inquebrantable que encontramos la razón de nuestra existencia, la inspiración para seguir adelante, incluso en los momentos de oscuridad.
Recordamos a Dolores Gil Castro, mujer de carácter fuerte y corazón tierno, que en cada gesto dejó una huella imborrable, en sus hijos, José Humberto, Gonzalo, Jesús Octavio y Laura Elena, enseñándonos que la fortaleza y la ternura pueden convivir en la misma alma.
A mamá Albina Chaidez, cuya paciencia y fe nos guiaron por senderos de esperanza, recordándonos que en la fe y en la perseverancia encontramos la paz.
A mamá Eva Carrillo, quien con su amor incondicional nos sigue enseñando que la verdadera riqueza está en el corazón, en la sencillez de dar sin esperar nada a cambio.
A mamá Hilda, cuyo ejemplo de amor y dedicación se convirtió en un faro que ilumina nuestros caminos.
Y a todas las madres del universo, esas heroínas anónimas que día tras día entregan su alma para que sus hijos tengan un mundo mejor, a esas que luchan en silencio y que, en su soledad, llevan el peso de sus amores como un tesoro sagrado. Como dijo Jane Goodall, “La madre es la primera maestra y la más importante, porque en ella aprendemos el amor y la vida”.
La Biblia, en Salmos 139:13-14, nos susurra: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. ¡Qué maravillosas son tus obras! Reconozco que esas son obras maravillosas”. Y en el Evangelio, Jesús nos enseña que el amor de una madre es un reflejo del amor divino.
Una madre es ejemplo de entrega absoluta y fe inquebrantable. Cada lágrima, cada sacrificio, cada sonrisa de nuestra madre, es un acto de amor que trasciende el tiempo y el espacio, que nos llena de gratitud y nos invita a honrarla no solo hoy, sino todos los días. Porque un hijo que lleva en su corazón a su madre, lleva también la semilla del amor y la esperanza que puede transformar el mundo.
Hoy lloramos y celebramos, lloramos por no tener siempre las palabras para agradecer y celebramos porque en cada uno de nosotros vive el legado de esas mujeres que dieron su vida por nuestro bien. Que su ejemplo nos inspire a ser mejores, a amar sin condiciones, a luchar con fe y a recordar siempre que en el amor de una madre reside la fuerza más grande del universo.
Que este día sea solo un reflejo de todo el amor que llevamos en el corazón y que, en cada lágrima, en cada sonrisa, en cada acto de amor, ellas puedan sentir cuánto las llevamos en el alma y cuánto las honramos con nuestra vida.
A todas las madres, a las que están con nosotros y a las que nos han dejado huellas imborrables en el corazón: ¡Gracias! Gracias por ser la luz en nuestra senda, por ser nuestras guías, por ser el corazón invisible que late en cada uno de nuestros pasos.
Reconocimiento especial a las madres que enfrentan las adversidades con valentía:
Porque ser madre soltera es ser valiente en un mundo que a veces no entiende la fuerza que requiere criar con amor y sin recursos, en medio de dificultades que parecen insuperables. A esas madres que, con su empeño y sacrificio, sostienen la esperanza en sus hijos, les enseñan que la vida, aunque dura, siempre puede ser transformada por el amor y la perseverancia. Su lucha diaria es un acto de amor infinito, un testimonio de que la maternidad no se mide por las circunstancias, sino por la decisión valiente de seguir amando y luchando, aun cuando el mundo parezca estar en su contra.
Porque las madres que sufrieron violencia familiar llevan en su alma heridas invisibles, pero también una fortaleza que desafía cualquier adversidad. Ellas, que en medio del dolor encontraron el valor de seguir adelante, nos enseñan que la esperanza nunca muere y que el amor propio es la primera victoria. A esas valientes, quienes con lágrimas en los ojos y cicatrices invisibles, continúan luchando por un futuro mejor, les rendimos homenaje y les decimos: ustedes son la verdadera inspiración, las heroínas que transforman su sufrimiento en semillas de resiliencia.
Porque las madres que han sufrido la pérdida por feminicidio, porque han visto partir a sus hijos sin poder evitarlo, llevan una herida profunda que nunca sanará por completo, pero que también se convierte en un llamado urgente a la justicia, a la igualdad y al respeto por la vida. Ellas, que cargan con un dolor inmenso, nos enseñan que el amor de madre trasciende la muerte y que su memoria vive en cada lucha contra la violencia, en cada acto que busca un mundo más seguro para todas las mujeres y todos los hijos. Como dijo la poeta Gabriela Mistral, “Madre, tu amor es el árbol que siempre da sombra y frutos”, y en su memoria, debemos seguir sembrando justicia y paz.
A todas esas madres, heroínas silenciosas y luchadoras incansables, les decimos que no están solas. Que su dolor y su esperanza nos unen en una misma causa: construir un mundo donde las madres puedan criar a sus hijos en paz, en igualdad y en amor.
Que sus historias, llenas de sacrificio y valentía, nunca sean olvidadas, y que su ejemplo nos inspire a seguir luchando por un mundo en el que ninguna madre tenga que llorar en silencio, ni sufrir en la sombra, sino que pueda celebrar la vida, el amor y la esperanza.
Y para finalizar, mi bendición de un hijo a su madre:
Querida mamá, hoy quiero regalarte unas palabras que nacen desde lo más profundo de mi corazón.
Que Dios te bendiga y te guarde siempre,
que te llene de salud, alegría y paz en cada día.
Que su amor infinito te cubra como un manto celestial,
y que nunca te falte la esperanza, la fuerza ni la luz en tu camino.
Gracias por ser mi ejemplo, mi refugio y mi mayor bendición.
Hoy y siempre, te amo con todo mi ser, y te honro por ser la madre más maravillosa del mundo.
¡Feliz Día de las Madres!
Sabado 10 de mayo de 2025.
Culiacán Sinaloa