La Costumbre del Poder: El espejismo de la democracia como modelo político-social I/V
* Lo verificable entre hoy y la jornada electoral en Estados Unidos, es que Donald Trump, estando convicto y con sentencia dictada, puede ser candidato presidencial y hacerse con el poder, lo que le permitiría auto indultarse, para regresar al Salón Oval y, desde su escritorio, decidir la venganza
Gregorio Ortega Molina
La democracia es un espejismo heredado de los Helenos. Ni siquiera ellos lograron que ese concepto de convivencia fuese efectivo y respetuoso de la vida. La manera en que se despidió Sócrates indica motivos y razones del gobierno de unos seres humanos sobre otros.
Hoy, en contradicción con la ética más elemental y el comportamiento moral de la sociedad, los electores de Estados Unidos se muestran dispuestos a elegir a un felón para que sea su presidente.
En cuanto fue sentenciado le cayó una lluvia de millones de dólares como donativos para su campaña. ¿Son los millonarios de esa nación, o es otro #narcopresidente que adquiere compromisos inconfesables con tal de hacerse con el poder, y completar la tarea que le incumplió Jacob Anthony Chansley, alias Jake Angeli, durante el asalto al Capitolio?
No es el único descerebrado que se adueñó del poder. Debemos considerar en un lugar destacado a Vladimir Putin, quien, para saciar sus pulsiones de poder y grandeza, para dar un nuevo aliento al zarismo, invadió Ucrania, lo que causa un terrible daño a la economía del mundo, y ensombrece las posibilidades de paz y entendimiento con la Comunidad Económica Europea, lo que nos obliga a pensar que los líderes de esas naciones ya se tardaron en dar la razón a Volodímir Zelenski.
Y entre los dirigentes de algunas de las naciones de la Comunidad Europea, es imposible entender que Giorgia Meloni, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron continúen al frente de sus responsabilidades gubernamentales, cuando no aciertan a resolver un desafío que ya afecta al mundo o modificará el espectro social en muchas naciones. Me refiero a los migrantes.
Donald Trump no se tienta el corazón ni se subordina a la razón. La conquista del poder le exige “desaparecer” a los ilegales de Estados Unidos, encerrarlos en México o, si crece el problema, matarlos. Puede cerrar los ojos a lo que hagan las milicias blancas en su frontera sur. ¿Veríamos los cadáveres flotar en las aguas del río Bravo?
Lo verificable entre hoy y la jornada electoral en Estados Unidos, es que Donald Trump, estando convicto y con sentencia dictada, puede ser candidato presidencial y hacerse con el poder, lo que le permitiría auto indultarse, para regresar al Salón Oval y, desde su escritorio, decidir la venganza.