Por eso nos enteramos, la tarde noche del 25 de julio, de un pulcro operativo anti narcóticos, cuya inmediata consecuencia llega a las pretensiones políticas de Andrés Manuel López Obrador. Pronto atestiguaremos lo que en verdad ocurre en el Congreso y en la SCJN

Gregorio Ortega Molina

 

Las detenciones de dos barones de la droga sinaloenses efectuadas el último 25 de julio, y la supuesta liberación de Ovidio Guzmán, distan mucho de ser coincidencias, obra del azar y entrega voluntaria. Detrás hay inteligencia de la DEA, la fabricación de un testigo protegido y delaciones, además de los apresuramientos políticos de Andrés Manuel López Obrador.

Lo que expongo a continuación sólo es una cadena de suposiciones, reforzada por la lógica de las consecuencias de actos de voluntad política del gobierno de Joe Biden: terminar con la impostura de los abrazos en sustitución de los abrazos.

Cuando leo la nota informativa de que “Ovidio Guzmán habría sido liberado, según el Buró Federal de Prisiones de EU”, en el contexto de las detenciones de Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López, los hechos me conducen a una conclusión de lógica implacable: Ovidio los entregó, a cambio de convertirse en testigo protegido, anónimo e inencontrable, por el momento, en el mundo del hampa las venganzas tardan en llegar, pero se cumplen.

Recordemos la nota informativa de septiembre de 2023: “Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín el “Chapo” Guzmán Loera, llegó extraditado a Estados Unidos este 15 de septiembre luego de meses de permanecer en una prisión en México, tras su captura en enero de 2023”. La cárcel quiebra voluntades y genera resentimientos, algunos profundos y de insospechadas consecuencias. Es ineludible pensar que Ovidio Guzmán concibió su delación y la entrega de dos narcotraficantes importantes, porque el corazón de su venganza tiene como destinataria a esta 4T a la cual se supone que benefició, sobre todo después del culiacanazo, y como respuesta al besamanos de Andrés Manuel López Obrador a la matriarca, Consuelo Loeza de Guzmán.

Joe Biden decidió decir adiós y pasar la antorcha a una nueva generación, pero en esa “voluntad anticipada” decidió llevarse las molestias que le proporcionaba el irritante vecino del sur del río Bravo, y determinó que se procediera a desaparecer esa piedra en el zapato.

Por eso nos enteramos, la tarde noche del 25 de julio, de un pulcro operativo anti narcóticos, cuya inmediata consecuencia llega a las pretensiones políticas de Andrés Manuel López Obrador. Pronto atestiguaremos lo que en verdad ocurre en el Congreso y en la SCJN.

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@OrtegaGregorio

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