La Costumbre del Poder: Omar García Harfuch, ¿servirá al Estado o al gobierno?
* Leo que en el sexenio que recién agonizó de mala manera y murió peor, hubo más muertos que los que sufrió Estados Unidos durante su invasión a Vietnam. Esa cifra nos da una aproximación a lo que se requiere para pacificar México y regresarlo al camino de la convivencia social y pacífica, para que a los sin trabajo les aparezcan ofertas de empleo y deje de cooptarse a los menores de edad como halcones o sicarios; servir al Estado está más allá de la burocrática idea de vocación, porque lo que exige es sacrificio, e incluso la vida. ¿Estará dispuesto?
Gregorio Ortega Molina
Escuché en pequeñas reuniones a Marcelino García Barragán. Más allá del porte militar, transpiraba seguridad en él mismo, en su función y en su vocación de servicio al Estado; lo confirmó con su comportamiento como secretario de la Defensa Nacional.
Traté a Javier García Paniagua gracias a la intervención de Germán Corona del Rosal. Conversamos a solas durante su desempeño como presidente del CEN del PRI. José López Portillo se deshizo de él porque prefirió ponerse al servicio del Estado que oficiar de tapadera en su gobierno. Seguramente se benefició de lo mejor de la herencia genética del general secretario García Barragán.
Supongo que Omar García Harfuch tiene el pálpito de que la eficiencia para cumplir con su deber y vivir para el servicio del Estado, no está reñido con ser visto como un varón bien parecido. La responsabilidad que asumió el 1° de octubre es la de más terribles consecuencias si incumple con su mandato constitucional, sobre todo ahora cuando al cuarto para las doce, Andrés Manuel López Obrador asevera que el gobierno de Estados Unidos es corresponsable de la violencia en Sinaloa, léase en toda la república.
Tengo la certeza que la Guardia Nacional incorporada a las Fuerzas Armadas de nada sirve, como tampoco han servido militares y marinos para contener la ola de secuestros, desapariciones, muertes, fosas clandestinas, extorsiones, inseguridad en carreteras y ciudades. La sangre propicia que el territorio nacional hieda, y el hedor en nada favorece la inversión privada, nacional y extranjera, sobre todo cuando todos sabemos que el problema no está en la decisión de los juzgadores federales y locales, sino en la manera en que policías y agentes del Ministerio Público integran las carpetas de investigación. Deficientes a propósito, debido a la corrupción.
Leo que en el sexenio que recién agonizó de mala manera y murió peor, hubo más muertos que los que sufrió Estados Unidos durante su invasión a Vietnam. Esa cifra nos da una aproximación a lo que se requiere para pacificar México y regresarlo al camino de la convivencia social y pacífica, para que a los sin trabajo les aparezcan ofertas de empleo y deje de cooptarse a los menores de edad como halcones o sicarios.
Servir al Estado está más allá de la burocrática idea de vocación, porque lo que exige es sacrificio, e incluso la vida. ¿Estará dispuesto?
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