* Kamala Harris no es Joe Biden, pero mucho menos encarna la figura de una Stormy Daniels a la que el candidato Republicano pueda ningunear o mangonear, a pesar de la inmunidad que le obsequió una Corte Suprema ideológicamente parcial

Gregorio Ortega Molina

 

Si Donald Trump considera que tiene la relección en la bolsa, se equivoca. Las mujeres en la contienda electoral son muy distintas a las que él está acostumbrado a tratar mediante pago en efectivo, o con promesas de éxito en los concursos de belleza.

Por increíble que parezca, el mundo -para ciertos cambios en los ámbitos políticos, laborales, sociales, educativos y familiares- se mueve a la velocidad de la luz, sin la necesidad del auxilio de la inteligencia artificial, tenemos suficiente con el tiempo real y las exigencias que llegan con los migrantes, que traen y se llevan todo lo que hace que las sociedades modifiquen sus perspectivas de futuro.

Es absurdo acotar lo que hoy sucede en el mundo a la idea de matriarcado o las tesis del feminismo. Sólo hay que revisar la historia de Roma, para percibir el valor de la inteligencia y el juicio político y social de las mujeres que sostuvieron en el poder a los Césares, a los tribunos, senadores y, es necesario decirlo, a los profetas que llegaron para modificar la relación entre la divinidad y los humanos.

Ana, la prima de María, lo mismo que María Magdalena, son íconos y antagonistas en un ámbito en el que nadie se atrevió a lanzar una primera piedra, una inicial denuncia. El mundo femenino ha demostrado estar más allá de la percepción dejada por Eva. Es la verdadera luz de la inteligencia sobre los valores impuestos por la impronta de los hombres en un mundo que tiene dos caras, dos valores, que puede ser Jano y ofrecernos una clara imagen de lo que los representantes de ambos sexos se niegan a ver.

Kamala Harris no es Joe Biden, pero mucho menos encarna la figura de una Stormy Daniels a la que el candidato Republicano pueda ningunear o mangonear, a pesar de la inmunidad que le obsequió una Corte Suprema ideológicamente parcial.

Ahora es cuando se pone interesante la propuesta femenina para la presidencia de Estados Unidos, donde la “basura blanca” encarnada en Donald Trump, se solaza en tratarlas, literalmente, a patadas. Es un machismo hispano tergiversado por la herencia que les dejó Enrique Octavo, aunque entre otras cosas iluminó a Isabel I de Inglaterra.

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@OrtegaGregorio

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