Los legisladores del oficialismo hicieron oídos sordos a las protestas y bloqueos carreteros de agricultores y campesinos. En fast track, dispensa de trámites incluida, aprobaron la Ley de Aguas Nacionales, que pone el control del vital líquido bajo control exclusivo del Estado.
La nueva Ley redefine la gestión del agua como un derecho humano prioritario, eliminando la posibilidad de que particulares compren, vendan o transfieran concesiones de manera libre, según el oficialismo.
Los agricultores, ellos, la perciben como una amenaza a su productividad, seguridad alimentaria y derechos adquiridos. Advierten que defenderán esos derechos “hasta donde tope”.
La oposición en el Congreso sostiene que la reforma es un “golpe” al campo. Repitieron que centraliza el control del agua en manos del gobierno.
En la trinchera de enfrente, oradores de Morena, PT y PVEM, argumentaron en forma reiterada que uno de los propósitos centrales de la nueva norma, es acabar con los grandes acaparadores del vital líquido y devolverlo al pueblo de México.
La Torre de Babel pues.
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La Ley se aprobó primero en la Cámara de Diputados, luego de una extenuante sesión en San Lázaro. Duró 24 horas, la más larga de la que se tenga memoria. La votación fue de 328 votos a favor, 131 en contra y cinco abstenciones.
A la iniciativa que mandó la presidenta Sheinbaum se le hicieron 50 modificaciones antes de llevarla al pleno. En la sesión se le agregaron 18 reservas.
Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena, fue el último orador de los 170 que subieron a la tribuna en San Lázaro.
Se le veía tan contento que le ganó la euforia. Desde tribuna arengó: “¡Es un honor estar con Claudia hoy!” El coro del oficialismo lo imitó. Estaban locos de contentos.
A diferencia de la elección de Ernestina Godoy como titular de la Fiscalía General de la República, esta vez el MC sí se unió al PAN y al PRI. Los tres partidos de oposición votaron en contra.
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La minuta se envió de inmediato al Senado. No pasó por comisiones. Directo al Pleno.
El salón de sesiones lucía ya con una enorme manta colocada que definía la posición de los panistas: “Expropiar el agua es condenar al campo a la pobreza y a la falta de alimentos para el pueblo.”
El senador Néstor Camarillo, MC, fue el primer orador en la Cámara alta. Aseguró que la reforma “no le devuelve el agua al pueblo; la centraliza.”
Alejandro González, PT, le siguió en tribuna. Comenzó por descalificar a a oposición que vive, dijo, una involución política. “Han pasado de ser oposición a ser reacción, y de ser reaccion a la calumnia”, acusó.
“Lo que busca esta reforma es acabar con el abuso y los abusadores de agua. Acabar con la injusta distribución del agua. La rectoría pasa a las mejores manos: las del estado”, puntualizó.
Antes de bajarse de tribuna, propuso crear la secretaría del agua.
Paloma Sánchez, PRI, argumentó en contra:
“Esta ley de aguas no sólo deja a la gente del campo en el suelo, los patea. Se hizo sin haber consultado a los pueblos indígenas. El agua es propiedad nacional, no del gobierno.”
Nelly Romero Félix, otra priista, no le bajó al tono:
“La famosa 4T toma el control del agua. Es la más grande traición al campo. Se simuló diálogo, hubo modificaciones, pero la decisión ya estaba tomada: centralizar el control del agua en manos del gobierno”.
Maki Ortiz, PVEM, magnificó la reforma. “Es un proyecto histórico para México”, dijo.
Mario Humberto Vázques, PAN: “Hoy discutimos el futuro del campo, el futuro del agua, el futuro alimentario. Morena eliminó todo el andamiaje que mantenía de pie al campo mexicano.
“Se elimina las transmisión automática de concesiones. No es lo mismo una transmisión automática que una reasignación que implica un nuevo trámite.”
“Lo que hay en el fondo es el control político del agua y un plan perverso para construir un fondo de reserva de agua y distribuirla a al antojo del régimen.”
Andrea Chávez, fue la primera oradora de Morena en la Cámara Alta. Se burló del tono “chagtp” de la oposición. Aseguró:
“Estamos garantizando el derecho humano al agua de todos los mexicanos, pero particularmente de los pequeños y medianos agricultores que alimentan nuestro país”.
Remató con un juego de palabras. “No es sequía, es saqueo”, remató.
Fue larga la lista de oradores. Imposible meterlos a todos.
Solo agregaremos lo que dijo Adán Augusto López Hernández, líder de la mayoría en el Senado, cuando reporteros de la fuente le preguntaron sobre el supuesto anuncio de los agricultores de plantarse en el Zócalo el próximo sábado.
“Sí, no sé. Yo no lo he escuchado, pero eso es decisión de ellos”, respondió.
–¿Tiene disposición de recibirlos?
–Sí, el miércoles o jueves de la semana próxima—respondió.
No tiene prisa de escuchar a los agricultores.
Casi las nueve de la noche se aprobó en lo general en el Senado. Se registraron 85 votos a favor, 36 en contra y cero abstenciones.
FIN