LA MARCHA POR UN PARTIDO DE ESTADO
DOMINGRILLA
LA MARCHA POR UN PARTIDO DE ESTADO
LA LEGITIMACIÓN DE LOS VIEJOS VICIOS
NO ERA DÍA DEL GOBERNADOR; LO HICIERON
FRANCISCO CHIQUETE
El presidente y Morena dan hoy un paso muy importante hacia la concreción de un partido de estado, un régimen similar al que dio motivo e impulso a su movimiento. No se trata sólo de la movilización de personas voluntarias u obligadas, sino de la justificación de estas acciones, incluyendo el uso de recursos públicos para alcanzar el propósito deseado.
Seguramente hoy el zócalo capitalino estará lleno y desbordado y el presidente podrá decir que cuenta con el apoyo del pueblo mexicano, que sigue manteniendo el respaldo de “un setenta por ciento de los ciudadanos”, como suele decir a cada momento. Incluso ahora que las encuestas hablan de un 58 por ciento oscilante hasta en cuatro puntos.
El problema no está en la capacidad de movilización, esa está demostrada, y mal harían en no contar con ella, cuando hay millones y millones de personas recibiendo apoyos económicos casi a discreción, personas a quienes se ha convencido de que son regalos directos del presidente y que la cuarta transformación consiste precisamente en esas dádivas, de suerte que poner en riesgo al régimen es poner en riesgo esos apoyos.
Este, hay que insistir, es el paso culminante en la construcción del corporativismo lópezobradorista.
Aunque hay mucha gente que está dispuesta a marchar voluntariamente, el gobierno ha establecido las medidas que garanticen una participación nutrida. Al frente de la marcha irán el presidente y sus corcholatas (las suyas muy personales, no las de la lista que amplía o reduce según el ánimo del momento) y también los iniciadores del movimiento. Quien por pruritos personales quisiera no estar, tendría que romper con López Obrador.
Luego vendrá no “el pueblo en tandas, todo cargado de flores”, como escribió José Martí, sino sucesivos contingentes de cada estado. ¿Qué mejor forma de establecer si cada gobernador morenista cumplió con la cuota que le ha sido fijada? Colima podría alegar que su población es muy pequeña, más ahora que el crimen organizado ha asesinado a tanta gente, pero la gobernadora sabe que se le asignó una cantidad y hay que cumplir con ella. Claro que en contrapartida estarán los que tienen material y dinero para competir por superar generosamente las asignaciones.
Jure usted que nadie querrá quedar mal, y que el dinero, salga de donde salga, no será obstáculo para cubrir las cuotas.
El presidente habla mucho de la revolución de las conciencias. Dice con reiteración que la sociedad mexicana ya cambió su mentalidad y que por ello rechaza a los políticos de antes, con sus viejas prácticas.
Lamentablemente la revolución de conciencias está operando al revés.
Durante muchos años los militantes de la izquierda, como los ciudadanos de otras corrientes políticas, rechazaban las prácticas del PRI, y muy señaladamente la del acarreo. No había quién no descalificara al priísmo por la forma de mostrar su capacidad de movilización y por supuesto, por utilizar los recursos públicos para hacer sus concentraciones, sobre todo las de campaña.
Hoy es muy penoso ver a los militantes y teóricos de esa izquierda, justificando la marcha y dando al acarreo su carta de naturalización. “Es imposible que la gente llegue por sus propios pies”, dicen con toda tranquilidad.
Pero más grave que eso, es la actitud de muchos cuadros destacados. El dirigente de Morena en Zacatecas, por ejemplo, pidió a los presidentes municipales que echaran mano de “sus ahorros” para financiar la movilización. ¿Habrá quién no interprete adecuadamente esa licencia para robar, o esa justificación a quienes ya robaron?
Recientemente escuchaba a un militante decir entusiasta que “todo mundo está jalando” para el éxito de la marcha y ponía como ejemplo que hay quienes en lo particular van a financiar movilizaciones, como, dijo, hizo la señora Gabriela Peña Chico, quien por su cuenta financiaría un camión, desde la renta del vehículo hasta el pago de los viáticos y demás gastos a los asistentes. Esta señora fue la pareja del ex alcalde Luis Guillermo Benítez Torres, y fue muy mencionada en cada una de las irregularidades que se atribuyeron a la administración del entonces munícipe. Pero hoy ya casi es heroína de la cuarta transformación.
Nadie duda del éxito en la concentración de este domingo. Pero tampoco debemos dudar de que Morena se consolida como el partido de estado que tanto combatió, con todas las taras y distorsiones que eso arrastra.
UN INFORME COMO
LOS DE ANTES
Si nos atenemos a la definición del gobernador, el primer informe de labores fue un éxito. Con sus asegunes, pero fue un éxito: es una mesa de trabajo con los señores diputados, dijo. Y lo fue.
Pero si vemos lo que organizó su equipo de trabajo, nos encontramos con un rotundo fracaso, porque hicieron un informe como los de antes, con todo el glamour, el boato de las antiguas prácticas, y terminaron con un auditorio con más asientos vacíos que ocupados, a pesar de que el inicio se dio con discusiones por las sillas. Es que cinco horas y media son mucho tiempo para aguantar. Sólo públicos tan cautivos como los de Luis Echeverría Álvarez y Fidel Castro Ruz podían aguantar un ejercicio de ese tamaño.
El informe de labores del gobernador era en otros tiempos, una fiesta del ejecutivo, ajena por completo al espíritu de rendición de cuentas que motivó la ceremonia. El equipo del ejecutivo llegaba y arrasaba con todo, organizando la ceremonia de principio a fin. Incluso en los setentas, tanto Alfredo Valdez Montoya como Alfonso Genaro Calderón Velarde rentaban el Cine Diana de Culiacán para poder acomodar a todos los invitados y acarreados con que se “vestía” el evento, porque el edificio del Congreso era muy pequeño y apenas cabían en él los diputados.
Francisco Labastida Ochoa construyó el Palacio Legislativo, pero no alcanzó a hacer ahí sus informes. Después de un sexenio exitoso, terminó yendo casi a escondidas a la sede antigua de los diputados para evadir las protestas del magisterio disidente. Con Renato Vega y Juan Sigfrido Millán Lizárraga se usó el salón de sesiones, hasta que el propio Millán cambió el formato para hacer una sesión de preguntas y respuestas infructuosas, en las que opositores y oficialistas disputaban el “honor” de irse a los mayores extremos, unos atacando sin esperar a réplica y otros lisonjeando para curar las heridas. Millán y luego Jesús Aguilar soportaron estoicamente cuatro y cinco horas de un ejercicio en que los diputados no preguntaban, más bien agredían; y los gobernadores no respondían, sino que contraatacaban.
Pero en septiembre del 2006 la izquierda tomó la tribuna del Congreso e impidió al presidente Vicente Fox que entrara a leer su informe. Ahí se acabó esa ceremonia rancia y de ahí se agarró Jesús Aguilar para no tener que ir a enfrentar a los diputados opositores.
Con la izquierda en el poder, en Sinaloa se abrió la posibilidad de que un gobernador fuese al Congreso, si no a leer su informe, sí a dialogar sobre las preocupaciones de los diputados acerca de la marcha del estado.
El destacado abogado Diego Valadés, miembro del Colegio de Sinaloa, consideró muy positivo que se dé este diálogo entre los depositarios de los distintos poderes, porque una separación como la que ha habido hasta ahora termina por perjudicar al gobernado.
Hizo votos por que el ejemplo cunda al resto del país, pues el diálogo es un elemento muy necesario, sobre todo en momentos de tanto riesgo para la vida política de la nación, en que los legisladores generan una muy mala opinión entre los ciudadanos.
Desde esa óptica, la práctica de este miércoles 23 de noviembre es muy positiva, aunque faltarían ajustes importantes para que los diputados asuman e papel que les corresponde, llevando los temas que preocupan a la ciudadanía, y para que el gobernador responda las cosas que de veras beneficien a la gente.
A lo largo de cinco horas y media de diálogo, por citar un caso, los señores diputados olvidaron por completo un tema gravísimo, el de la seguridad. Por más optimistas que sean las cifras que el gobierno se presenta a sí mismo, es un asunto que no puede ser ignorado ni mucho menos dado por resuelto.
En contrapartida, en una de las pocas preguntas que reflejan el sentir de la gente, el priísta Mario Sergio Arredondo advirtió sobre el deterioro de las ciudades en todo el estado. En efecto, por donde quiera hay problemas de baches, falta de iluminación, recolección de basura ineficiente, fugas de agua y drenaje o carencias frecuentes del servicio, impactando gravemente la calidad de vida de los sinaloenses.
El gobernador dio una respuesta desafortunada: hay una movilización de personas desplazadas por la inseguridad que ha distorsionado la demanda de servicios y ha afectado a las ciudades. Por más que los activistas defensores de los desplazados inflen sus padrones, no pueden llegar a un nivel suficiente para generar ese deterioro que a todos nos afecta.
Todo eso sin embargo es susceptible de mejorar. Lo que no tiene lucha es el cortesanismo. Aunque se insista en marcar la diferencia con los tiempos idos, todo mundo iba con el ansia de quedar bien, de hacerse ver, de que notaran su presencia y cuando tuvieron la oportunidad de hacer declaraciones, se desbocaron con elogios desmesurados.
La senadora morenista Imelda Castro, brava entre las bravas, no dudó en considerar que era un acto histórico, sin precedentes, que nunca se había hecho. Cuando cruzamos miradas cayó en cuenta de su exceso y trató de justificar: nunca se había hecho porque hoy es en el salón de plenos, no en salones alternos.
Millán y Aguilar, en efecto, acudieron con toda normalidad al entonces llamado Salón de Usos Múltiples (hoy Salón Constituyentes de 1917). Esta vez, aunque el gobernador Rubén Rocha Moya dio que se trataba de una sesión de trabajo, se declaró Sesión Solemne para llevarlo al salón de plenos.
La secretaria de la Mujer, Tere Guerra, quien en sus tiempos fue una de las activistas más combativas, indomable, presumió grandes logros del gobernador, como la sustancial disminución en el número de feminicidios ocurridos en Sinaloa en este año de gobierno rochista, pero no dijo cuáles fueron las políticas públicas específicas que lograron detener la mano de los feminicidas.
Es necesario que alguien les diga a todos, que la idea no es restaurar el día del gobernador, pues éste en su arranque estableció una posición irreprochable: el diálogo es necesario, hace falta escuchar a los demás, incluidos a los opositores, porque así se enriquece la visión. Sobre todo a partir de que nadie es gobierno para siempre ni oposición para siempre.