Paúl Chávez
09 marzo 2024

Cuando señalas a alguien con tu índice 3 dedos de tu mano te apuntan, de eso se trata la recomposición social. De poco sirve cambiar la política si la ciudadanía no asume su papel: cuidarnos unos a otros y prosperar juntos. Urge aprender a gobernarnos y no dejarlo en manos de bribones.

 

La violencia sí sirve

Y no exageramos, nadie puede permanecer indiferente cuando le apuntan con una pistola, la sociedad es diariamente violentada y sacudida políticamente para despertar y hacerse responsable de sí misma. Deslindarse de lo político, no aprender a gobernarnos, es deslindarse de procurar el bien común, es una contradicción que atenta contra nosotros mismos. Se trata que nos cuidemos y trabajemos juntos para prosperar como país ¿O todavía esperas que Superman y los gringos vengan y nos resuelvan los problemas?

La recomposición social

3 tareas para mejorar:

1. Entremos a hacer buena política. Los ciudadanos nos deslindamos de esta noble tarea que ha sido demonizada y con razón, aunque otros intentan desesperados por entrar y enquistarse viviendo del presupuesto. Desde la Revolución la hemos dejado en manos de militares y de bribones, compaginados con gobernantes muy capaces que nos permitieron crecer con paz.

2. Usemos la fuerza social. Unamos nuestra fuerza desarticulada a lo largo del territorio para contrarrestar las omisiones y excesos del gobierno y de los narcos. Por más que marchen los feminicidios aumentan, la corrupción sigue. Hemos anestesiado la conciencia: las muertes son tantas que se volvieron estadísticas y las desapariciones se desaparecen para disimularlas.

3. Seamos protagonistas. ¿De qué se compone esta descomposición? de muchas cosas pero principalmente de los ciudadanos matándose y agrediéndose entre ellos mismos. No necesitamos una invasión: el enemigo está dentro. Una parte cada vez más creciente de la población ataca a la otra parte restante.

Pero ¿en quién recae la responsabilidad de restablecer el tejido social? Responder que en los políticos sería tirarles la papa caliente y justo aquí está el problema. Enfrentémoslo: la sociedad no ha querido hacerse responsable de sí misma ni de los políticos. Dejemos de sentir y pensar como víctimas, impotentes, usemos el enojo y la frustración social y seamos protagonistas ¿O quieres más? y vivamos los valores: tengamos príncipes con principios.

Algunos problemas de fondo:

1. No imponer la ley. La violencia no se resuelve con más violencia, esto la agrava, se resuelve imponiendo el peso de la ley usando el poder legítimo y la fuerza que le corresponde al gobierno. Pero el gobierno ha renunciado al uso legítimo de su poder facilitando la impunidad por no castigar a los narcos y delincuentes, la misma impunidad que hace mucho propiciaron los políticos para protegerse ellos mismos negociando la estafeta con el siguiente sexenio para no ser castigados. Ya no hay diferencia entre narcos y políticos y esto es muy grave.

2. La estafeta sexenal. ¿Estamos a punto de romper la arraigada y viciosa negociación sexenal? Parece que sí, por eso les urge a los del turno conservarse a toda costa para continuar con sus mañas y no ser castigados. Parte del problema raíz de México es que los políticos se vuelven la ley imponiendo sus reglas para enriquecerse repartiendo huesos a sus familiares, nepotismo, y beneficiando a sus cuates a cambio de jugosas comisiones.

3. Usar la ley a conveniencia en realidad es no tener ley. La fuerza de la ley es aplicarla parejo sin distinciones. Sin ley predomina la brutalidad y el desorden que nos está llevando al caos. Es vital respetar la constitución y la autonomía del poder judicial.

4. El lastre político. Los vivales que se creen más listos se encumbran en el poder usando a los partidos políticos para protegerse. Por lo pronto con estos rumiantes tenemos que arar para ir mejorando los partidos, imposible si prevalece la dictadura de un solo hombre.

5. Lo político vs el bien común. Las grandes decisiones se vuelven políticas para mantener el poder y simular el bien común; la política está corrompida en su más profunda esencia y finalidad. El fin de la política es atender el bien común y no solo beneficiar a los que mandan creando descontento y vacíos de poder que los narcos ya tomaron.

6. Además se vuelve irracional. Irracional manejo del presupuesto, de las estrategias y prioridades, de las políticas, ej. no apoyar al campo, la investigación, la educación; asignar a gente incapaz en los mandos, son cómplices, falta de control y de transparencia. Esto obedece a una lógica secreta: en las decisiones más absurdas hay ganancias secretas, aunque el gasto esté mal aplicado o triplicado provocando inflación y endeudamiento, no hay dinero que alcance.

7. ¿Democracia? Está desgastada en la mente de muchos por varias razones: a. porque el ciudadano no puede promover a sus candidatos, b. duda de la validez de su voto, c. sabe que no le resolverán lo que le prometen, d. sabe que roban, e. porque lo venden. El abstencionismo tiene sus razones, es decir nos urge que el voto sea valorado totalmente en la sociedad como factor de cambio. Si votamos más del 70% será un hito porque significará que hemos cobrado conciencia del poder ciudadano. Más votos impiden las trampas que sin duda las habrá.

La solución: más ciudadanía

A los ciudadanos nos falta tomarnos más en serio respetándonos y poniendo el ejemplo: vivir los valores en la familia, respetar al peatón, no molestar al vecino ni tirar basura y no vender gato por liebre.

Entendámoslo: la crisis de México es una crisis ciudadana. Los políticos son nuestros empleados, nosotros mandamos, usemos ese poder.

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