El Ejercito deja de lado al gobernador que ahora mira hacia el Verde para intentar controlar su sucesión.

El Gobierno federal conquistó esta semana una de las últimas posiciones que le quedaban al gobernador de Sinaloa Rubén Rocha en materia de seguridad: la policía de Culiacán. Allí fue designado un militar enviado desde la Secretaría de la Defensa.

El movimiento hace juego la designación del general Oscar Rentería el pasado diciembre, como secretario de Seguridad de la entidad del Pacífico.

Rentería, debe decirse, se maneja con autonomía plena respecto a Rocha y solo reporta sus movimientos y decisiones ante el general Ricardo Trevilla y el secretario de Seguridad Omar García Harfuch. En la óptica del Gobierno, Rocha es parte del problema que se busca resolver, por ahora sin éxito: las cifras de seguridad de Sinaloa siguen siendo dramáticas.

El desembarco de la Sedena en la policía de Culiacán es clave porque se trata de una corporación que tendría nexos históricos con la facción de “Los Chapitos” del Cártel de Sinaloa. Un esquema de complicidades que el Ejército quiere desarmar y que Rocha interpreta como una nueva señal del repliegue de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Movimientos que se precipitan de cara a este viernes, cuando Ovidio Guzmán podría dar otro paso en los tribunales de EU hacia su acuerdo con el gobierno de Donald Trump.

La eventual prevalencia de la facción asociada a Ismael “Mayo” Zambada, también preso en EU, sería otro golpe a la intención de Rocha de maniobrar su sucesión.

Por cierto: el gobernador está cada vez más volcado hacia el Partido Verde de Sinaloa, pide a los alcaldes morenistas que reciban a sus dirigentes cuando estos recorren el estado y crece la tesis de que si Morena veta al senador Enrique Insunza, el Verde podría ser la última oportunidad de una sucesión planificada.

Con información de La Política Online

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