A pesar del optimismo que pueden reflejar los datos de julio —con un 39 por ciento más lluvias de lo habitual—, la realidad en Sinaloa es más compleja y merece un análisis objetivo y profesional. Que el mes haya cerrado con una precipitación acumulada de 230.7 milímetros no equivale, ni de cerca, a decir que el problema de la sequía está resuelto.

Los números son importantes, pero lo es aún más su contexto. Hoy por hoy, 15 municipios sinaloenses siguen bajo algún grado de afectación por sequía: dos de ellos, Choix y El Fuerte, en condiciones severas. Otros 10 permanecen anormalmente secos, y tres más enfrentan sequía moderada. Esto significa que, aunque hubo lluvias generosas, los suelos, los mantos freáticos y las presas aún no se recuperan del déficit acumulado durante meses.

Los pronósticos para agosto son alentadores, sí, pero inciertos. La dependencia de fenómenos climatológicos como único factor de alivio pone en evidencia una falta de políticas públicas sostenidas en materia de captación, almacenamiento y uso eficiente del agua.

El reto no está solo en mirar el cielo, sino en fortalecer el manejo de cuencas, modernizar los sistemas de riego, proteger las zonas forestales y garantizar una distribución equitativa del recurso. La emergencia no se resuelve con un mes lluvioso; se enfrenta con planeación, infraestructura y voluntad política.

Con información de El Debate

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