LA VISITA DE SHEINBAUM, ENTRE QUIRÓFANOS Y LA GUERRA.
CHISPAZO
Felipe Guerrero Bojórquez
Por la agenda que tiene la presidente Claudia
Sheinbaum para Sinaloa, uno puede sospechar que realmente viene a otra cosa. ¿Qué hace una mandataria cortando el listón de unas salas de quirófano, en un hospital de una capital en guerra? ¿Por qué una visita presidencial diseñada de esa manera, en un entorno de violencia feroz? ¿Por que no pasa nada? Claro, una sala de operaciónes es importante, pero venir solo a eso a un estado en crisis de seguridad, económica, política y social, evidencia que la mandataria o no tiene claro lo que ocurre, o sí tiene la información exacta “porque los presidentes todo saben”, diría López Obrador, y sin embargo el problema no solo sigue, sino escala cada vez.
Por supuesto, ante la crítica y el descontento social siempre hay una justificación a la mano: Que esos “son inventos de nuestros adversarios, conservadores y neoliberales, porque nosotros estamos protegiendo a los sinaloenses y apoyando al gobernador Rocha”. Y así será el discurso porque la presidente viene a Sinaloa a ratificar lo que siempre ha dicho desde el inicio de la guerra: Que ella está aquí para seguir cuidando a las y los sinaloenses.
Y si viene al estado no es, de ninguna manera como se especula, para presionar al gobernador Rocha y pedirle que renuncie. Si la presidente quisiera fuera del poder al mandatario, ya lo hubiese hecho, no ocupa venir expresamente a eso. Es todo lo contrario, renunciarlo sería tanto como reconocer que los gobiernos de la 4T están fallando, más aún en Sinaloa que se ha convertido en el epicentro mundial del narcotráfico y en la referencia central de Estados Unidos a la hora de señalar a los carteles como terroristas.
Claudia Sheinbaum reconocerá hoy los esfuerzos de coodinación interinstitucional de los tres niveles de gobierno para combatir al crimen, y respaldará sin reserva al mandatario estatal por su compromiso de luchar por la paz de los sinaloenses. Que nadie espere otra cosa. Ni habrá mensajes ocultos ni subliminales. Lo que escucharemos es la narrativa de que se combate al crimen con prevención, atención a las causas, inteligencia y presencia estrategica de las fuerzas armadas. Eso es lo que hemos oído siempre desde el inicio de esta guerra y del sexenio, así es que no esperemos otra cosa. El asunto es claro: inaugurar quirófanos significa aportar y avanzar en los programas de salud para proteger y atender mejor a las y a los niños, lo que está por encima de la violencia, esa circunstancia que hoy padecemos “por culpa de los gringos” al secuestrar a dos cabezas importantes del cartel de Sinaloa, lo que provocó la guerra. ¡Nombre!, de ninguna manera es culpa del gobierno mexicano, sino de Estados Unidos que provocó que en Sinaloa se alterara el orden y determinó que los muchachos, que estaban muy en paz, sigan aún trenzados en una lucha sin cuartél. No, no es broma. De algún modo así lo han expresado las autoriidades federales y estatales.
Ahh!. También se especula que la visita de la presidenta se empata con la la comparecencia hoy, ante una corte de Chicago, de Ovidio Guzmán para declararse culpable de todos los cargos que se le imputan, a cambio de convertirse en testigo protegido e informar todo lo que sabe, principalmente de gobernantes y funcionarios del partido oficial, presuntamente vinculados con los carteles de la droga. Y que en ese sentido, desde Sinaloa, la tierra de los Guzmán y los Zambada, Sheinbaum viene a mandar señales de que está lista para enfrentar acusaciones en contra de sus subordinados, “siempre y cuando aporten pruebas”, como lo expresó desde la mañanera.
En fin. Pero ya veremos, escucharemos y sopesaremos hoy a qué realmente viene Claudia Sheinbaum, bajo una agenda que, por su poca trascendencia en términos de su investidura, llama mucho la atención. No es que inaugurar quirófanos no sea importante, sino que se haga en medio del infierno, es decir, en el centro de la prioridad de un tema como la violencia terrible que exige resultados inmediatos; en la petición desesperada de una sociedad que vive en el miedo y en la incertidumbre de qué va a pasar en cualquiér momento, y que se siente desprotegida en medio de miles de elementos de las fuerzas armadas.; en la demanda a gritos de los sectores productivos para que se implementen programas emergentes de fondo para reactivar la economía y que hasta hoy no han sido escuchados: Más de mil negocios cerrados; 18 mil empleos perdidos y un déficit de 20 mil millones de pesos lo dicen todo, de frente a un evento necesario, cierto, pero minúsculo en el contexto del drama que padece Sinaloa.