Lavarse las manos con agua sucia
“En política, a veces hay que lavarse las manos con agua sucia”, acuñó alguna vez el último gran político-intelectual de México: Jesús Reyes Heroles.
Y el enunciado, a simple lectura orilla a la reflexión, porque desafía a la razón más básica… muestra un contrasentido aparente y a la vez una carga filosófica, tácita… más no sobrentendida.
Es un aforismo ‘reyesheroliano’, como los más de cien que se tienen registrados y atribuidos al también político e historiador veracruzano, en su obra, sus disertaciones, sus clases, sus declaraciones como funcionario y hasta en las charlas más íntimas con amigos y colaboradores.
Breves construcciones lingüísticas que contienen o implican una historia sintética o un conocimiento derivado acerca de un hecho constante o frecuente en la vida pública de la sociedad.
La “jurisprudencia política digamos, o su equivalente”.
Se parte de esta reminiscencia, para tratar de entender el comportamiento de un funcionario que, aunque no pertenece al organigrama legal del Gobierno de México, ha dado materialmente una cátedra de como incidir en la política de nuestro país que aunque “ajeno”, es un importante vecino y está íntimamente vinculado a los intereses del país al que representa, sin causar la mínima suspicacia: Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México.
A partir de su juramento como responsable de la misión diplomática estadounidense en nuestro país, a partir del 2 de septiembre del año pasado, en poco más de un año de gestión , ha sabido tomar el pulso y la dinámica política de México de manera muy nítida, haciendo uso seguramente, de su talento, preparación pero, sobre todo, de la muy vasta experiencia con que cuenta en su trayectoria política: fiscal general del estado de Colorado, Senador por el mismo estado y secretario del Interior de la Unión Americana, durante la administración de Barack Obama.
Algo ha de saber de México y del mundo… indiscutiblemente.
El político americano y eficaz funcionario de 67 años ha jugado la partida de ajedrez desde que tomó posesión de su cargo, con una precisión y una anticipación asombrosas, que sólo se pueden ponderar después de un análisis exacto de sus acciones concretas… más que de sus declaraciones, que se han convertido en auténticos distractores que, por cierto al parecer no le preocupan a Ken Salazar… son parte de su brillante estrategia.
Conocedor del temperamento y mentalidad mexicanas –tiene en su sangre un componente genético de origen mexicano también- sabe que el pueblo mexicano se mueve por las apariencias, más que por los hechos tangibles. Sabe que el mexicano le da mucho valor a las “declaraciones políticas”, a las formalidades… que la sociedad civil mexicana es perezosa y temerosa, cargada covenientemente al final de cualquier controversia, al lado de quien detenta el poder por temor a perder privilegios. Sabe que un gobierno en México, puede convertirse en el peor de los tiranos… si se le “deja suelto”, porque muy pocas veces la sociedad civil o la oposición se llega a constituir en un límite auténtico y funcional.
Consciente de la situación mexicana y del grado evolutivo alcanzado hasta hoy, tanto del pueblo como del gobierno mexicanos, se ha dedicado a aplicar en sus funciones el “librito de lo políticamente correcto”, aderezado con el principal ingrediente de la política exterior americana: el cálculo político. No hay incidente que suceda en los actos públicos y privados del embajador, que estén “fuera del guión”… hasta sus aparentes “imprudencias” o traspiés diplomáticos. Son parte de la “historia”.
Desde que llegó y particularmente en últimas fechas, Ken Salazar ha venido aplicando el aforismo reyesheroliano de que en política, “a veces hay que aprender a lavarse las manos en agua sucia”, para poder seguir vivo en el juego diplomático.
Es decir, aprovechar los aparentes tropiezos, para denotar cierta debilidad, torpeza, espontaneidad u inofensividad para confiar al oponente o en este caso al objetivo, el Gobierno de México y sus principales protagonistas.
Algo así como el “Chapulín Colorado”… o el malhadado ‘Pepe el Toro’ en la primera película de la saga, cuando aún no era rico y era una pobre víctima del destino. Conoce bien la idiosincrasia mexicana pues este singular político americano… y se equivoca o se tropieza, sabiendo siempre donde va a caer, para luego recomponer empáticamente.
Siempre haciendo uso de las “ventajas comparativas”, como dicen los economistas… haciendo rentable lo que se tiene a la mano.
Así, le ha venido ganando todas y cada una de las partidas al presidente López Obrador desde los primeros días de su arribo al cargo. La más importante de ellas ha consistido en que López Obrador le llama emocionado “su amigo” y, si AMLO lo declara, es porque francamente ya midió el terreno de su influencia y su capacidad y con quien realmente “se doblaron” tanto el mandatario como el gobierno mexicanos, es con el embajador Salazar… el “pegaso”, el mensajero… no con el dignatario de la potencia extranjera, no con Biden , ni con Harris, ni con Blinken.
Porque si en algún momento pasó por la cabeza del demócrata Joe Biden, enviar, ante la alarmante situación de ingobernabilidad en gran parte del territorio mexicano por parte de la delincuencia organizada, a alguna corporación militar o policial “de apoyo” o para “actuar coordinadamente” contra un fenómeno que legal, prejuiciosa y semánticamente no es “terrorismo”… seguramente Biden recapacitó y le mandó –en un solo diplomático- a un experimentado agente negociador, con especialidad en obtención de información y desactivación de crisis de seguridad interior que ha hecho su trabajo en grado de sobresaliente.
La primera gran ofensa que recibió Ken Salazar del mandatario mexicano y su gobierno, fue la humillación hecha durante el desfile del 16 de septiembre del año 2021, en la que el embajador Biden no solo no fue invitado al presídium del acto principal, sino que recibió la provocación de López Obrador, dando al presidente cubano Miguel Díaz-Canel, el lugar de orador principal del evento y ofreciendo todo su apoyo AMLO a la política de derechos humanos en la isla, siendo por el mundo conocida la situación que vive la población cubana con sus derechos cívicos nulificados.
Ken Salazar no tenía por qué treparse a la gradería que estaba contigua al templete donde estaba el presídium en aquel 16 de septiembre del 2021 para ver el desfile militar, no obstante estaban en esas gradas solo agentes especiales del Departamento de Estado americano… no tenía por qué atravesar por esa aparente “revictimización” el diplomático americano, de asecendencia mexicana, de escuchar sentado en la “tiesa banca”, la perorata cubana ofensiva para su país y su gobierno; solo lo hizo como el referente diplomático a partir del cual le han empezado a pasar la factura al tabasqueño desde entonces en la administración Biden, sobre el manejo de su política energética, de seguridad y económica en general.
Sí… a partir de entonces el soberbio Andrés Manuel ha venido reconviniendo y, súbitamente, reconociendo que “simplemente cambié de opinión”.
Pero –atención- mientras transcurrió ese año de reconocimiento del terreno para Ken Salazar, él ha recorrido puntualmente todos los puntos neurálgicos de la problemática de gobernanza en el México de nuestros días.
Incluso, ha acudido un día o dos después a la entidad o región del país a la que acuden el presidente mexicano o el titular de Segob y, cabe señalar, lo ha hecho con toda la soltura y seguridad con la que solo podría ir un exsecretario del interior americano a un punto geográfico de la Tierra: contando con toda la información posible sobre el conflicto y muy seguramente con un equipo de agentes –aparentemente invisible- dotados de la tecnología, el armamento y los protocolos logísticos más avanzados del mundo.
Así fue cuando la crisis en Tierra Caliente (Tepalcatepec) Michoacán; así fue cuando los narcobloqueos y quemas (dirigidas) de tiendas de conveniencia en Jalisco, Guanajuato, Baja California y otras entidades del país; así fue cuando se soltaron más recientemente los demonios de los homicidios en masa en Zacatecas, luego de que fuera el presidente a “darle un espaldarazo” al gobernador Monreal Ávila, como aprobando “su magnífica gestión”.
Así entonces, al “pegaso”, al mensajero americano es materialmente imposible ocultarle nada sobre la realidad de su socio comercial más importante: México.
Materialmente “le ha puesto cola” al presidente en sus escasas salidas al interior de la República, sobre todo en entidades donde está latente la ingobernabilidad.
Así, aparentemente gazmoño, el embajador Salazar ha sido toda una revelación.
Resultó ser más socarrón y mañoso que el más pintado de los secretarios de Gobernación de este país en muchos años… ni se diga de los dos titulares de Segob que ha tenido AMLO; ni Olga Sánchez ni Adán Augusto López se le comparan ni por asomo.
De hecho en los inicios de su gestión, según han filtrado algunas fuentes de la Embajada Americana, López Obrador se dio el lujo de no recibirlo y reprogramarle la audiencia en Palacio Nacional; el clásico “Que venga más tarde el embajador por favor, ahorita estoy ocupado en otra cosa… que me disculpe… por la tarde fulanita agéndemelo por favor”… como si fuera el Embajador de Haití.
Tiempo después y como plásticamente se dice en México, el embajador Ebrard y hasta el presidente López Obardor han tenido qué rectificar en su trato hacia el diplomático americano, luego de aquella primera incursión a Estados Unidos, a reunirse con el presidente Joe Biden.
El premier americano les “puso las cartas sobre la mesa”; cualquier grosería o incumplimiento de las normas diplomáticas hacia mi embajador son directamente hacia mí y hacia mi Gobierno… él es el único y más importante conducto para negociar cualquier cosa de México con Estados Unidos.
Así que en lo sucesivo, después de aquello, hubo un lapso en que el embajador fue requerido para acudir a Palacio Nacional para acordar con el presidente López Obrador diariamente, sin excepción.
Por eso hoy, que Ken Salazar ha “traspasado las barreras tradicionales de la diplomacia”, como han sugerido algunos analistas y comentaristas radiofónicos y televisivos, al haber abordado -aunque de manera informal y como ya sabemos, como parte de la estrategia del embajador- el tema de la sucesión presidencial y haber manifestado su aparente predilección con la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, valdría la pena aplicar más de algunos de los aforismos de Reyes Heroles.
Algunos incluso, como los mismos principios del Derecho, se contraponen entre sí… más no dejan de ser vigentes y hasta de un nivel axiomático, es decir, que no requieren comprobación o explicación en sí mismas.
Por ejemplo, si Reyes Heroles dijo, la “forma es fondo”, también dejó dicho: “el carruaje más ruidoso es el que menos carga trae”.
Así que, consciente Salazar de la predilección que tiene AMLO por la eventual nominación morenista a la Presidencia de la República en 2024 de Claudia Sheinbaum, tan solo “por estropearle los planes”, fue que en una “visita de cortesía” de la jefa de Gobierno de la CDMX, a la obra de la que será la nueve sede de la Embajada Americana en nuestro país, alponiente de la capítal, el embajador se dirigió a ella como la “Presidenta”, pero corrigiendo horas más tarde que él “como no sabía ni se metía en política, realmente no sabía distinguir o cómo dirgirse a Sheinbaum… si como Presidenta Municipal o Gobernadora o ¿Cómo?… palabras más, palabras menos.
Una salida quirúrgica, de altos vuelos, la del diplomático americano escudándose en su “espaniol mochou” que al parecer es más completo que el de muchos funcionarios del gabiente de AMLO a quienes no se les conoce la voz, siquiera.
Típico en él… hace como que se tropieza… pero ya tiene plenamente calculado donde va a caer y antes de “perder la vertical” ya va caminando de regreso.
Sabe perfectamente, por el odio, por el prejuicio, por los complejos de inferioridad que tiene el presidente mexicano, respecto del país de los Estados Unidos pero sobre todo, de la supuesta injerencia política que ha tenido el país del norte por sobre los presidentes mexicanos que van a pronunciarse por su sucesor, según el antiguo testamento del viejo PRI, que no era otro caso que también la sagrada escritura de lo que hoy es Morena… se ha quejado con “mucho sentimiento” en público López Obrador, de que “por culpa de la injerencia (por órdenes) de Estados Unidos, Lázaro Cárdenas no dejó de sucesor vía dedazo a Francisco J. Mújica y nombró en contraparte a Manuel Ávila Camacho.
Un asunto de hace más de casi 80 años de transcurridos.
López Obrador pudo haber mandado un mensaje: a mi sucesor lo nombraré yo, con un candidato a modo mío, no de Estados unidos…. Ni mucho menos a modo “del pueblo” que vota.
Y por supuesto que le afecta a Claudia Sheinbaum, esa muestra de “predilección” de Salazar por ella.
A lo largo de su gestión, Sheinbaum ha taratado de mosrtrar su deslinde de todo lo americano.
Se ha esmerado por sostener una relación comercial y cultural con la República Popular de China.
Les ha comprado trolebuses al por mayor; ha contratado constructoras chinas para hacer grandes obras en la capital; recibe con mucha frecuencia al embajador chino en México y a sus funcionarios de la embajada, para acordar asuntos de difusión cultural de aquel país y lo más reciente… ha comprado toda la demanda de trenes de la renovada línea 1 del STC-Metro a una empresa constructora china.
Por el contrario, a la Embajada de Estados Unidos en nuestro país, le ha hecho la vida de “cuadritos” por temas menores como la tala de 115 arbolitos en el terreno que ocupará el nuevo inmueble sede de la misión diplomática americana, por rumbos del poniente de la ciudad.
Le ha mandado Sheinbaum, inspectores que le suspenden y o le sancionan la obra, en un derroche de autoritarismo innecesario.
A pesar de todo esto, Ken Salazar, ha sabido hacer de la adversidad política en México y su gobierno, un reducto de oportunidad...ha sabido “lavarse las manos en agua sucia”, tal lo hace el mecánico de manos grasosas en el bote con gasolina y residuos de hidrocarburos diversos; tal lo hace el alfarero con sus manos llenas de barro en otro recipiente con aguas viscosas y, también tal como lo hace, el carnicero cuando pretende lavarse las manos sucias de sangre del animal sacrificado en un recipiente de agua con componentes sanguíneos propios de usos y costumbres en el aseo de ese oficio.
Sí… a Ken Salazar no lo han visto bien los analistas y comentaristas mexicanos. Es un artífice de la política exterior americana; tiene su estilo. AMLO y Ebrard están en manos de Ken Salazar y no al revés, en materia diplomática.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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