El Gobierno busca apurar el trámite la semana que viene. También demorada la Ley de Desaparecidos. El malestar militar por los recursos.

A mediados de febrero Omar García Harfuch tuvo una serie de reuniones con diputados federales morenistas para explicar su propuesta de reforma en materia de seguridad. Una serie de modificaciones legislativas que centralizan las labores de inteligencia en la Secretaría de Seguridad y le dan a esta dependencia plenas facultades que ya se combinan con la capacidad que la Secretaría tendrá para actuar como parte acusatoria en los trámites judiciales.

A casi dos meses la reforma no toma impulso en San Lázaro y en las últimas horas se dijo que después de las vacaciones de Semana Santa podría haber novedades. Algo similar a lo que sucede con las reformas referidas a los desaparecidos, que fueron anunciadas por Claudia Sheinbaum como algo urgente y ahora, en ambas cámaras, se menciona que el tramite se estiraría hasta agosto.

 

En el Gobierno creen que lo que se disputa en el legislativo no es tanto una cuestión de la reforma en sí misma, sino más bien un debate sobre si en el arco oficialista existe consenso en que García Harfuch tenga tanto poder.

Según pudo conocer LPO, legisladores federales habrían tenido contactos con jefes militares de la Sedena que requirieron bajar la velocidad del debate para alcanzar diversos acuerdos con García Harfuch.

En el Ejército las reformas que promueve el secretario generan anticuerpos muy tangibles, especialmente porque, por la nueva estrategia de seguridad, han crecido los enfrentamientos con el crimen organizado y, en paralelo los recursos económicos que manejan los militares han ido a la baja.

 

No se trata solo de una poda de recursos para las obras que ejecuta la Sedena, sino también atrasos salariales y una menor autonomía presupuestal que, de aplicarse las reformas que pide Sheinbaum, quedaría totalmente sujeta a la planificación de la Secretaría de Seguridad.

 

Se trata de una dinámica que inquieta a los militares: García Harfuch controlaría la inteligencia y la información valiosa y el Ejército tendría la responsabilidad la operación en territorio. Un cambio sideral respecto al sexenio anterior.

 

Un diputado federal morenista de buena llegada al Ejército señaló que si el Gobierno liberara más recursos para las obras a cargo del Ejército, como por el ejemplo el Tren Maya, sería más fácil para los generales acompañar el nuevo diseño de seguridad.

Como sea, la realidad ya ha superado al debate legislativo. En la Sedena deslizan que en las ciudades más calientes del país ya operan pequeños grupos de agentes ligados a García Harfuch que ejercen una supervisión de todo el movimiento militar. Son la base de la que será la nueva fuerza que tendrá bajo su órbita el secretario. Más de la mitad de estos agentes se encuentran dentro de la nómina de la Sedena ya que forman parte de la Guardia Nacional. Otro de los motivos de fricción.

Con información de La Política Online

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