Los Coppel, Vizcarra y la reconstrucción económica de Sinaloa
En esta crisis, la economía necesita que la élite empresarial cumpla un rol de agente reconstructor, que sea parte de un proyecto común de incremento de productividad y equidad.
Es una pieza necesaria del mecanismo de movilización social para reconstruir Sinaloa. La integran otros apellidos más.
Aumentar el Producto Interno Bruto estatal y el empleo formal con salarios altos, requiere que los grandes emprendedores sinaloenses no se encapsulen en sus empresas y no traten con el gobierno solo lo relacionado con sus negocios.
La misión de reconstruir la economía requiere que los empresarios más exitosos se unifiquen entre sí; que se vinculen con otros actores de la sociedad, que deliberen; que edifiquen junto a la sociedad un plan de reconstrucción y que se integren a la acción pública.
No necesariamente la existencia de empresas excelentes significa que las sociedades donde se ubican también lo sean. Hay muchos casos de empresas de clase mundial en sociedades en declive. Incluso, muchos ejemplos de negocios extractores que alcanzaron éxitos luminosos con base en el perjuicio ambiental, salarial, político, ético o moral que provocaron en una nación.
Para que se dé el círculo virtuoso, donde buena empresa crea buena sociedad, es necesario que el empresario y la empresa se vinculen con el proyecto social. No que solo trabaje dentro de su establecimiento, sino también dentro del proyecto común.
La alternativa es que desde algún paradisiaco lugar lejano escuchen las noticias de la tragedia sinaloense y recuerden amargamente que aquí nacieron ellos y sus empresas, que para desaparecer la desazón que pudiera provocarles el derrumbe de Sinaloa opten por ir cortando sus contactos y vínculos con el estado.
Las tareas de la élite económica son muy claras y concretas.
Primero, que dialoguen entre ellos. Su posición les da una perspectiva de la economía mundial y nacional que es importante estructurarla para ayudar a dimensionar lo que sucede en el estado. Que platiquen para poner, en blanco y negro ese punto de vista.
Segundo, que participen en la elaboración de un plan de reconstrucción, el proyecto común. Que escuchen, lean y analicen las opiniones de las otras partes de la sociedad. Que se interesen por lo que les pasa a los otros. Que deliberen, que se sumen al intercambio, no como patrones que les encargan hacer un plan a unos empleados listos, sino como elementos que reconocen la legitimidad de los otros intereses existentes.
Es imprescindible conjuntar a los sectores, organismos y personas de la sociedad civil. Ese conjunto hoy disperso y fragmentado debe articularse en torno a una agenda común elaborada entre todos e impulsada como mayoría social y política.
Es básico construir un espacio cívico desde el cual la sociedad contribuya a la elaboración de la política económica estatal.
No actuar solo como grupo de presión sino, también, como movilización social.
Esto significa una ruptura con la inercia de la élite empresarial, aquí necesitan ser disruptivos consigo mismos. Alejarse de sus viejas ideas sobre la política mexicana.
Es necesario, por razones de efectividad política, de eficacia, para influir en las políticas públicas.
Es fundamental entender que el régimen político cambió, que el populismo toma sus decisiones en forma muy diferente.
Los regímenes políticos populistas no son receptivos a la negociación con grupos de presión y élites. Para el populismo estos son sus antípodas, el enemigo en su narrativa.
Que pequeños grupos de élites hagan propuestas, en corto, al gobierno populista, no ha tenido ni tendrá mayor impacto en sus políticas ni lo mueve a rectificación alguna.
El conglomerado electoral que respalda al gobierno le da la fuerza política necesaria para rechazar y hacer infructuosa cualquier gestión de grupo de presión, sea integrado por las élites que sean.
La activación de la sociedad para la reconstrucción de la economía, su participación ineludible en la definición de las políticas públicas, eso sí disputa la legitimidad y el impacto en las mayorías que sostienen al régimen, si lo cuestiona e incomoda.
La movilización social sí altera la correlación política en un régimen populista.
En la sociedad sinaloense existe un amplio espectro de reivindicaciones que merecen y exigen un canal de expresión y posicionamiento en la esfera pública.
Tercero, para volver al listado, que los miembros de la élite económica sean un equipo organizado de promoción de la inversión de capital para Sinaloa, de sus contactos y vínculos empresariales nacionales e internacionales. Que el potente mundo empresarial que conocen voltee hacia acá, mediante un trabajo planificado y respaldado por las condiciones de infraestructura, seguridad y confianza que esa inversión necesita.
Cuarto, gestionar los aspectos de liderazgo mundial que Sinaloa debe ocupar. Aquellas actividades que debemos aspirar a tomar la vanguardia, para ser un jugador valioso en la globalización.
Quinto, lo que, además, surja del proceso de deliberación.
La misión es clara: Tener un PIB per cápita de 550 mil pesos y no de 224 mil; crear 40 mil empleos formales al año y no perder 15 mil; lograr cero por ciento de trabajadores con ingresos insuficientes para adquirir la canasta alimentaria y no 27 por ciento; conformar una cartera vencida con tendencia decreciente y no creciendo el 18 por ciento y, adecuarse al cambio climático.
Dejar de tener una política económica sin planeación; de ocurrencias; con acciones improvisadas para la foto; cheques entregados sin evaluación ni seguimiento posterior.
Ojalá la élite empresarial cumpla el papel que Sinaloa necesita.
Artículo publicado el 18 de mayo de 2025 en la edición 1164 del semanario Ríodoce.
Con información de Río Doce