LOS SONIDOS MARINOS: La voz silenciosa de la vida oculta y su llamado a la conciencia.
Por Jesús Octavio Milán Gil
En el silencio de los mares, la voz de la vida clama por ser escuchada; solo quienes aprenden a escuchar con humildad podrán salvar la armonía de la creación. Jesús Milán
El lenguaje submarino: una sinfonía de vida.
En el vasto y profundo teatro de la existencia, donde la luz se filtra con dificultad y los secretos del océano permanecen velados en la penumbra azul, existe una lengua ancestral, un lenguaje que trasciende la simple percepción visual: los sonidos marinos. Una melodía silente, que en su aparente quietud, resuena con la fuerza de la vida misma, y cuyo significado, si bien invisible a simple vista, es fundamental para la supervivencia y la armonía de un mundo submarino que, en su exuberancia, refleja la complejidad de la existencia.
Desde tiempos inmemoriales, los cetáceos, con su canto majestuoso y sus chasquidos veloces, han tejido una red de comunicación que une a sus comunidades en una sinfonía que desafía la distancia y el tiempo. La ballena jorobada, con su canto largo y elaborado, viaja millas y millas, llevando en su voz la historia de su especie, sus anhelos y su existencia. Los delfines, con sus chasquidos y silbidos, hacen del océano un espacio de diálogo, donde cada sonido es una palabra, una historia, una promesa.
La importancia vital de los sonidos en la vida marina.
Este lenguaje submarino, tan vital como el aliento que respiramos, se encuentra en peligro. La ecolocalización, esa maravilla de la biología, permite a los cetáceos navegar en la vastedad, cazar con precisión y evitar a los depredadores. Sin sus sonidos, perderían su orientación, sus presas y, en última instancia, su existencia misma.
Además, estudios recientes indican que la contaminación acústica afecta gravemente a las ballenas y otros mamíferos marinos. Cuando los ruidos artificiales, como las actividades de navegación, las explotaciones petroleras o las detonaciones, se vuelven predominantes en su hábitat, muchas ballenas se separan de sus grupos sociales, lo que afecta sus patrones reproductivos y aumenta su vulnerabilidad. La pérdida de comunicación puede llevar a que las ballenas no encuentren pareja, disminuyendo las tasas de reproducción, o que se desorienten y se expongan a peligros mayores, como colisiones con embarcaciones o encallamientos.
El silencio mortal: La amenaza de la contaminación acústica.
La realidad es que la contaminación acústica no solo altera las actividades diarias de estos animales, sino que puede ser mortal. La interrupción de sus comunicaciones sociales puede provocar que las ballenas se separen de sus grupos, dificultando su reproducción y poniendo en riesgo la supervivencia de muchas especies. La falta de comunicación también puede generar estrés, desorientación y comportamientos de evasión que agotan sus energías, debilitando su salud y aumentando la mortalidad infantil.
Este fenómeno no solo afecta a las ballenas. La coralidad, que a simple vista parece estática y muda, emite susurros y chasquidos que mantienen la biodiversidad del arrecife. La perturbación de estos sonidos puede alterar toda la red ecológica, poniendo en peligro la estabilidad de los ecosistemas marinos.
Una llamada a la acción: Proteger la voz del océano.
Es imperativo que tomemos medidas concretas para reducir el impacto del ruido artificial en los mares. Algunas acciones clave incluyen:
– Reducir el uso de ciertos ruidos: Implementar tecnologías más silenciosas en la navegación y en las actividades industriales marítimas.
– Apoyar leyes de protección acústica: Promover regulaciones que limiten las emisiones de ruido en áreas críticas para la vida marina, especialmente en zonas de reproducción y migración de ballenas.
– Promover investigaciones: Financiar estudios para entender mejor cómo el ruido afecta la salud y la reproducción de los mamíferos marinos y desarrollar soluciones innovadoras.
La protección de los sonidos marinos no solo preserva la belleza y la complejidad de la vida submarina, sino que también asegura la supervivencia de especies enteras y la salud de nuestros océanos. Cada uno de nosotros puede contribuir bajando el volumen en nuestras actividades diarias, apoyando leyes que protejan el ambiente marino y promoviendo la investigación científica.
La esperanza en el silencio.
Porque en el silencio del mar, también yace la esperanza de un mundo que aún puede aprender a escuchar. La humanidad tiene la responsabilidad de ser guardiana de la voz silente de los océanos. Solo así podremos garantizar que los cantos de las ballenas, los silbidos de los delfines y los susurros de los arrecifes continúen siendo parte de nuestro planeta, recordándonos que somos parte de esa misma melodía.
¡Actuemos ahora! La voz del océano necesita de nuestra atención y compromiso. Solo escuchando con respeto y humildad, podremos devolverle su armonía y asegurar un futuro donde la vida marina pueda prosperar en libertad y silencio, en su verdadera expresión de existencia.
Un Llamado de Fe y Amor
En los evangelios, Jesús nos enseña a amar y cuidar a todos los seres vivos, pues cada uno refleja el amor de Dios. Mateo 25:40 nos recuerda: “Lo que hicisteis a uno de estos, a mí lo hicisteis”.
Cuidar la voz del océano y proteger a las ballenas es una forma concreta de demostrar ese amor y misericordia.
Que este compromiso naciente en nuestro corazón nos impulse a escuchar, respetar y defender la vida marina. Solo así, honramos la creación y cumplimos el mandato de amar a nuestro prójimo, incluyendo a todas las criaturas que habitan el mundo submarino.
*Actuemos con fe y esperanza, porque en cada acto de cuidado, estamos reflejando el amor de Dios en su creación.*
Debemos escuchar con atención, no solo con oídos, sino con corazones abiertos. Proteger los sonidos del mar es proteger la vida, la biodiversidad y nuestro propio futuro. La próxima vez que escuches el susurro del viento o el canto del océano, recuerda que también es la voz de un mundo que necesita ser escuchado. Solo así, podremos garantizar que la melodía de la vida siga resonando en las profundidades, y que el silencio no sea la última palabra.
Sábado 3 de mayo de 2025.
Culiacán, Sinaloa
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