Bosco de la Vega

Con las decisiones que ha tomado el gobierno federal para el campo, parece que vamos en sentido contrario.

Los recursos que antes se destinaban a la innovación, a la investigación, al desarrollo y al ordenamiento de los mercados, ahora se desvanecen entre la corrupción y los fines electorales.

El maíz tiene su origen en Mesoamérica desde hace 10 mil años. Desde aquí se llevó al resto del continente y, en 1493, se fue a Europa, quien lo exportó a África y Asia un siglo después. Hoy la producción global de maíz es de 1,145 millones de toneladas, liderada por Estados Unidos con 348 millones, China (272), Brasil (125), y seguido por Argentina y Ucrania. México ocupa el sexto lugar, produciendo 27.6 millones de toneladas de las 44.8 que necesita, cubriendo el déficit con importaciones principalmente desde Estados Unidos.

Lastimosamente, una serie de decisiones, circunstancias y personajes en esta administración están acabando con la producción nacional y empobreciendo a los productores.

Una fue desaparecer organismos que ordenaban mercados agropecuarios y promovían la seguridad alimentaria y el ingreso a los agricultores, como ASERCA. En su lugar, se creó Segalmex, institución marcada por sospechas de corrupción por 19,000 millones de pesos.

Según el Paquete Contra la Inflación y Carestía (PACIC), Segalmex debía aumentar compras e implementar precios de garantía para productos como el maíz. Pero este organismo ha sido incapaz de proteger a los productores. Tampoco el PACIC ha dado buenos resultados: en lugar de reducir el precio de 24 productos básicos, más del 70% aumentaron su precio. Vaya cálculo.

El gobierno también abandonó el apoyo a las coberturas de precios, dejando en una clara desventaja al campo mexicano frente a otros países que subsidian a sus productores de maíz, y aseguran precios futuros en la bolsa de Chicago. Los productores mexicanos, pues, quedan totalmente desprotegidos vendiendo por debajo de sus costos de producción.

A esto se suma una tercia de funcionarios contrarios a la ciencia y a la tecnología. Los subsecretarios Víctor Suárez y Hugo López-Gatell, junto a Álvarez-Buylla del Conahcyt, persuaden al presidente a tomar malas decisiones que lastiman al campo y generan conflictos comerciales.

Resulta perverso que recursos antes destinados al sector agroalimentario se utilicen para fines electorales. Pareciera que este gobierno no busca tener un campo próspero, sino empobrecerlo. Así, la estrategia es dar apoyos a los más necesitados para traducirlos en votos que los mantengan en el poder, pese a que el encarecimiento de la vida es culpa del gobierno mismo.

Urge crear competitividad para la producción, implementar programas de ordenamiento de mercados, promover la integración de las cadenas de valor, dar financiamiento al campo y seguros para siniestros, solucionar la inseguridad, y terminar con la corrupción y cálculos electorales.

Uno de los objetivos de este gobierno era lograr la autosuficiencia alimentaria. Con las decisiones que ha tomado para el campo, vamos en sentido contrario: generando más pobreza y dependencia alimentaria.

CUMULONIMBOS. “La agricultura se ve fácil cuando el arado es un lápiz y se está a mil millas del campo de maíz”, Dwight D. Eisenhower.

 

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