EN LA GRILLA
Graciela atendió a Rocha M.
Falleció el célebre Chito Rosas
FRANCISCO CHIQUETE
Seguimos en las mismas. Por más elementos que anuncian y llegan para reforzar la vigilancia en Sinaloa, los asesinatos siguen imparables. Es una desgracia que la nota roja se haya apoderado primero de las primeras planas, y ahora de las columnas políticas.
Nuevamente el estado está en doble dígito a la hora de contar las muertes en varias de las jornadas, lo que por supuesto, aumenta las angustias y los miedos de la sociedad. De acuerdo con la última encuesta del INEGI, el 92 por ciento de la población adulta de Culiacán se siente insegura.
No es que no se haga algo. Los contingentes de refuerzos están llegando conforme los van anunciando, ya sea en la mañanera o en otras instancias. El problema es que ni siquiera la llegada de los refuerzos tiene poder para hacer que los delincuentes limiten sus acciones.
Algunos vecinos de los pueblos serranos ya han manifestado sus angustias: qué bueno que vinieron y limpiaron algunos edificios, pero ¿de qué sirve, si en cuanto se van los soldados vuelven los malos y se aposentan de nuevo? y peor, llegan con ánimos de venganza contra quienes ´pudieron haberlos denunciado, aunque no haya sido cierto.
Obviamente no es cosa fácil, pero tienen que apretar el paso, porque hay una sociedad que está en nivel de sobrevivencia, tanto por los riesgos tan cercanos de ser víctimas colaterales de esta guerra absurda, como porque la economía no da para seguir resistiendo.
ADIÓS, ESPERANZAS
Por cierto que la señora Altagracia Gómez, vino a Sinaloa a atender el asunto del maíz y aunque procedió muy bien encontrándose con las diferentes representaciones empresariales, nos quitó la ilusión de que todavía somos libres de expresar nuestras ideas y nuestras necesidades, en el tono que nos parezca más adecuado con el momento.
De acuerdo con la crónica presentada por el periodista Oswaldo Villaseñor (OV El Analista), cuando le dijeron que exigían atención a las necesidades, la señora empresaria de altos vuelos, burócrata también de vuelos altísimos (funge como enlace o coordinadora de la presidenta con el sector privado) tuvo la finísima ocurrencia de mostrar plena su visión: “al gobierno no se le exige, se le pide”. ¿Es un gobierno de izquierda?
ALGUIEN HIZO CASO
La diputada Graciela Domínguez Nava fue la primera morenista que atendió el llamado del gobernador Rubén Rocha para que se respeten los tiempos de la sucesión. Interrogada sobre sus aspiraciones al 2027, la exsecretria de Educación dijo que no es tiempo para hablar de candidaturas.
El gobernador quiso parar a Imelda Castro y ella reafirmó su lucha. Ayer anduvo comiendo suaves por el mercado municipal Pino Suárez, de Mazatlán. También Enrique Inzunza se ha hecho el desentendido y mantiene su programa de reuniones.
Claro que Graciela no es una precandidata real, de modo que está haciendo de la necesidad virtud. Pero aún ella aprovechó la oportunidad para lanzar su espada a la lucha, condenando a los funcionarios locales que andan en la búsqueda. Les hablo a todos para que me escuches tú, Tere. Porque Tere Guerra, como se recuerda, puso a temblar la tierra el día que dijo que quiere quiere.
EL LEGIENDARIO
CHITO ROSAS
Raúl René Rosas Echavarría fue por muchos años el modelo del político sinaloense por excelencia. Acertado, mesurado en sus decisiones, dicharachero, culto, inteligente y controvertido, corrió la legua del gobierno de Gabriel Leyva al de Quirino Ordaz, con solo dos excepciones: Toledo y Malova.
Este lunes falleció, generando gran conmoción en los medios políticos.
Su anécdota más conocida es aquella del discurso que improvisó en el homenaje a dona Agustina Ramírez, la heroína que ofrendó doce de sus trece hijos a la lucha por la defensa de la República. Esa mañana la dirigente femenil priísta no alcanzó a llegar, y el gobernador Alfonso G. Calderón le ordenó entrar al quite. No sólo fue conceptuoso y emotivo, sino que recitó los nombres de cada uno de los hijos, sólo para confesar en privado y ante Calderón, que los inventó todos, al cabo ni quien se los aclarase.
Con Labastida fue postulado como candidato a diputado local por Escuinapa, donde nunca había vivido y la gente se levantó en rechazo al paracaidista. Lo retiraron y lo volvieron a postular, ahora por San Ignacio.
En uno de sus pocos actos de campaña le preguntaron de qué parte del municipio era y respondió con firmeza que del Choquelite, que de ahí su familia se fue a Culiacán. Era apenas un caserío que él conoció incidentalmente durante una jornada de cacería. Y pegó. Ganó la elección. En realidad sus orígenes estaban en Choix, pero ese distrito ya estaba ocupado.
Cuando Antonio Toledo Corro estaba por terminar su sexenio, lo invitó a un evento de Cobaes. Ahí, al compás de los Cutty Sark, disimulados en vasitos de plástico, el Toro de Escuinapa se puso sentimental y confesó que los seis años se le fueron volando. En cambio para mí, señor gobernador, fueron eternos ¿por qué preguntó Toledo, quien luego cayó en cuenta. Lo dejó sin chamba por primera vez en más de veinte años. Ambos rieron por la travesura de ese reclamo que en la política tradicional no se le hacía a un gobernador, ni cuando estuviese de salida.
Pero también era muy bueno para la tenebra. Cuauhtémoc Ramos platica que su compadre Chito acudió un día con el nuevo secretario general de gobierno, Marco Antonio Arroyo Camberos, a preguntarle, en su papel de oficial mayor, si necesitaba que le asignara un asesor jurídico. -Claro que no, Chito, yo soy abogado ¿para que quiero un asesor jurídico? No, licenciado, es que como el director de Gobierno, Fernando García Félix también es abogado, y me pidió un asesor jurídico… Arroyo se quedó riendo, tanto de la falla técnica de García Félix, como de la travesura del Chito osas, quien suavemente había evidenciado a su compañero de gabinete.

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