MÉXICO 2025: LA ECONOMÍA QUE CAMINA CON FRENO DE MANO
BITÁCORA INQUIETA
Jesús Octavio Milán Gil
No hay peor crisis que acostumbrarse a crecer poco: es la forma elegante de aceptar la resignación.
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I. Un país grande con un crecimiento pequeño
En 2024, la economía mexicana —la segunda de América Latina, con un PIB cercano a 1.85 billones de dólares— apenas creció 1.5 %, muy por debajo de su potencial y de lo que necesita para reducir pobreza y desigualdad. Ese bajo impulso se está transformando, en 2025, en una especie de estancamiento peligroso.
Los datos más recientes de INEGI muestran que, en los primeros nueve meses de 2025, el PIB solo aumentó alrededor de 0.4–0.5 % respecto al mismo periodo de 2024, y que en el tercer trimestre el crecimiento anual fue negativo (-0.2 %), la primera caída desde 2021.
No es desplome, pero sí una señal clara: la economía mexicana perdió velocidad y empieza a moverse en cámara lenta.
Mientras tanto, los grandes organismos internacionales coinciden en una idea incómoda: México será, en 2025, uno de los países que menos crecerá en América Latina. El FMI proyecta para México un crecimiento de apenas 1.0 %, el Banco Mundial lo ve aún más débil —en torno a 0.5 %—, y la CEPAL sitúa a México prácticamente en el fondo de la tabla regional, con cifras cercanas a 0.3–1.0 %, dentro de un subgrupo (México y Centroamérica) que crecería solo 1.0 %.
En resumen: mientras la región camina, México apenas se arrastra.
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II. América Latina: una región lenta, pero más dinámica que México
Tampoco es que América Latina esté viviendo un “milagro económico”.
La CEPAL estima que en 2025 el PIB regional crecerá alrededor de 2.4 %, con Sudamérica en torno a 2.7–2.9 %. El Banco Mundial va en la misma línea: 2.3 % para la región en 2025, después de un tímido 2.2 % en 2024.
Seguimos siendo la región que menos crece en el mundo en desarrollo… pero aun así crece el doble o el triple que México.
El contraste es brutal:
Brasil: 2.4 % (FMI)
Argentina: 4.3–4.5 % (rebote posajuste)
Perú: 3.2 %
Paraguay: 4.5 %
República Dominicana: 4.5–5 %
México, en cambio, sigue atrapado en la franja del 0.3–1.0 %.
La pregunta incomoda es inevitable:
¿cómo es posible que el país pegado a la mayor economía del planeta crezca menos que una región entera golpeada por desigualdad, deuda y turbulencia política?
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III. Pronósticos recortados, expectativas disminuidas
El golpe más reciente vino del Banco de México.
En su informe del tercer trimestre recortó a la mitad su previsión de crecimiento para 2025: de 0.6 % a 0.3 %. No es solo un ajuste: es una advertencia. La economía está más cerca del estancamiento que de la recuperación.
INEGI confirmó además una caída del PIB en el tercer trimestre, alrededor de -0.19–0.3 %, arrastrado por desplomes en industria y construcción.
La historia detrás de los decimales es clara: México está perdiendo su motor productivo.
Y los organismos internacionales coinciden: el país está atrapado en una trampa de bajo crecimiento. Crecimos 1.5 % en 2024 y se proyecta entre 0.3 % y 1.0 % para 2025.
Ni el FMI ni el BM ven a México superando el 2 % en los próximos años.
No es recesión abierta, pero sí un empobrecimiento silencioso.
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IV. El costo social de crecer poco
Detrás de las cifras hay vidas concretas:
El taller que no contrata a un trabajador más.
La egresada universitaria que termina en un empleo informal y mal pagado.
La familia que vive al borde del endeudamiento porque los salarios no crecen como la inflación.
Aunque la inflación converge hacia 3.6–3.9 %, los ingresos reales no despegan.
México presume estabilidad macro… pero administra escasez.
Cuida las variables… pero normaliza el estancamiento.
El país corre el riesgo de conformarse con ser el patio trasero manufacturero de Norteamérica: producción, sí; valor agregado, no.
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V. El espejo latinoamericano: crecer menos que casi todos
Compararnos con la región no es vanidad; es diagnóstico. Y el diagnóstico es duro:
Países con crisis políticas profundas crecen más.
Economías pequeñas, con menos recursos, superan nuestras tasas.
El promedio regional (2.3–2.4 %) duplica o triplica a México.
México no es el peor… pero está peligrosamente cerca del fondo.
El mensaje es inequívoco:
no basta ser grandes; hay que moverse.
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VI. Del diagnóstico a la responsabilidad
La presidenta Claudia Sheinbaum anunció un plan emergente de inversión en infraestructura, vivienda y conectividad. Es un acierto reconocer que sin inversión —pública y privada— no hay crecimiento.
Pero el problema es estructural. México necesita:
1. Política industrial y tecnológica real, no solo esperar el nearshoring.
2. Reforma profunda en educación, ciencia y tecnología.
3. Un pacto fiscal serio para financiar derechos y modernización.
4. Instituciones que den certeza, más allá del sexenio en turno.
Sin eso, crecer poco será el destino… no la coyuntura.
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VII. México en el tablero latinoamericano: debajo de casi todos
Según FMI, BM y CEPAL, México crece más que solo tres países: Haití, Cuba y Venezuela, todos en crisis humanitaria o energética.
El resto del continente —Argentina, Paraguay, Perú, Brasil, Uruguay, Panamá, Costa Rica, República Dominicana y más— muestra dinamismo.
La segunda economía de América Latina crece como las más debilitadas.
Una contradicción que debería alarmarnos.
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VIII. Romper la normalidad del poco crecimiento
México no está en recesión, pero sí en algo más peligroso:
la normalización del crecimiento mediocre.
El país que pudo… empieza a resignarse.
El gigante que debería avanzar… se acostumbra a caminar con freno de mano.
Crecimientos de 0.3, 0.5 o 1.0 % no son logro: son alerta.
Y si no la atendemos, ese número será epitafio.
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IX. Récord en IED, mínimo crecimiento: la paradoja mexicana
México rompió récord en Inversión Extranjera Directa: 40,906 millones de dólares.
Pero la realidad es más compleja.
1. La IED se concentra en pocos sectores y no derrama al resto del país.
2. Buena parte no es inversión nueva, sino reinversión contable.
3. El nearshoring solo beneficia a 60 municipios.
4. La productividad está estancada.
5. La IED refleja confianza; el PIB refleja la realidad.
La metáfora es clara:
llenamos el tanque… con el motor descompuesto.
El país atrae capital, pero no lo convierte en desarrollo.
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X. Conclusión: México merece más que “crecer poquito”
Este no es un artículo pesimista; es un artículo urgente.
Un país que crece al 0.5 % no puede reducir pobreza, no puede financiar derechos, no puede ofrecer futuro a sus jóvenes.
Y no puede llamarse potencia si avanza más lento que casi todos sus vecinos.
La región nos está diciendo algo simple:
incluso en la adversidad se puede crecer más que esto.
La pregunta es si tendremos el coraje de mover el país de la resignación al impulso, del estancamiento a la transformación.
Porque al final, el crecimiento económico no es una gráfica:
es la vida posible de la gente.
El saber no descansa, la lectura provoca y el pensamiento sigue.
Nos vemos en la siguiente columna.

