Mirna Nereida advierte contrastes en la violencia entre regiones de Sinaloa y cambios en Culiacán

“Están pasando por una situación de violencia horrorosa. Lamento mucho esta situación”, expresó al referirse a lo que ocurre en Culiacán y Mazatlán.

En la zona norte, en cambio, el comportamiento de las desapariciones sigue un patrón distinto. Mirna señaló que en muchos casos, las personas que son privadas de la libertad regresan días después, ya sea con vida o sin vida, lo que para los colectivos es un fenómeno particular de la región.

“Allá se los llevan y de repente los regresan”, explicó, al señalar que esto no implica una disminución del problema, sino una dinámica diferente.

Informó que, de enero a la fecha, Las Rastreadoras del Fuerte han buscado a 100 personas en la zona norte y que más de 60 ya han sido localizadas. Sin embargo, subrayó que esto no significa que la crisis haya sido superada.

“Estamos hablando de más de mil personas desaparecidas en la zona norte”, dijo, y agregó que esperan que la violencia que hoy golpea con fuerza al centro y sur del estado no llegue con la misma intensidad a su región.

Mirna afirmó que la diferencia entre zonas se percibe también en el ambiente general de las ciudades. Recordó que, al llegar a Culiacán para el evento, notó un cambio respecto al año pasado.

“Anoche llegamos aquí y andábamos por la ciudad como si fuera nuestra. Qué diferente se ve la ciudad como veníamos el año pasado, que no podías ni caminar, ni manejar, ni nada”, comentó.

No obstante, la calma aparente también viene acompañada de una reducción notable en la actividad nocturna, una señal del impacto social de la violencia. Para la buscadora, esta falta de vida en las calles forma parte de un clima de tensión que, aunque no siempre es visible en cifras, afecta profundamente el cotidiano.

“Qué tristeza, porque es una ciudad que no tiene vida de noche. Pero también qué bueno, porque hay que cuidarnos”, dijo.

Mirna señaló que esta situación tiene efectos en múltiples ámbitos: desde la economía local hasta la vida social y emocional de las familias. Explicó que la violencia no solo se mide por los hechos de alto impacto, sino también por los cambios en la manera en que la gente habita sus ciudades. La disminución de movilidad nocturna, dijo, es un reflejo de la precaución con la que viven los habitantes de Culiacán.

También destacó que la variación regional en los patrones de desaparición obliga a los colectivos a adoptar estrategias distintas de búsqueda. Comentó que no es posible trabajar igual en todas las zonas porque los contextos operativos no son los mismos.

“A lo mejor nuestro camino es diferente, pero al final de cuentas nuestro objetivo es el mismo”, señaló.

Para Mirna, estas diferencias deben ser consideradas por las autoridades al diseñar políticas públicas. Señaló que el comportamiento de las desapariciones en el estado requiere atención segmentada y diagnósticos actualizados para responder de manera efectiva a cada región. Dijo que la realidad del norte no se parece a la del centro ni a la del sur, y que ignorar esto afecta los avances en la búsqueda.

Finalmente, reiteró que, pese a las diferencias regionales, el problema de las desapariciones continúa presente en todo Sinaloa y exige una respuesta integral.

“Ojalá que esto cambie, porque Culiacán es una ciudad fuerte, y los ciudadanos son personas con muchos valores. Esperemos que un día podamos decir: ya pasó, ya no más”, expresó.