MUNDIAL 2026: EL BALÓN QUE PONE A PRUEBA A NORTEAMÉRICA
BITÁCORA INQUIETA
Jesús Octavio Milán Gil
A veces un balón revela más de un país que un discurso entero.
Ningún balón rueda sólo: siempre lo empuja una nación entera.
El fútbol en México nunca ha sido un juego:
es una narrativa nacional, un espejo emocional, un lenguaje de identidad colectiva.
Por eso, cuando hablamos del Mundial 2026, no hablamos solo de estadios y goles:
hablamos de economía, geopolítica, poder y reputación internacional.
El próximo 5 de diciembre en Washington, durante el sorteo del Mundial de Futbol FIFA 2026, podrían coincidir Claudia Sheinbaum, Donald Trump y el primer ministro canadiense, Mark Carney.
Un escenario tan simbólico como estratégico, tan diplomático como riesgoso.s
Sheinbaum ya adelantó que, de encontrarse con Trump, sería una “reunión muy breve”.
Pero incluso lo breve —bien calculado— puede enviar más mensajes que lo evidente.
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I. El fútbol como escenario político
México, Estados Unidos y Canadá compartirán por primera vez la organización de una Copa del Mundo.
No solo es una alianza deportiva: es una prueba de coordinación continental en un momento donde las tensiones migratorias, económicas y políticas están más encendidas que las tribunas de un clásico.
Y aquí surge la pregunta para usted, amable lector:
¿sería este el mejor momento para que los tres líderes aparecieran juntos?
La respuesta no es simple.
✔ Sí, es el momento
Porque se necesita mostrar al mundo que Norteamérica sabe dialogar pese a sus diferencias.
Un Mundial requiere seguridad, logística, inversión, infraestructura, coordinación diplomática y mensajes de estabilidad.
Una fotografía de los tres dirigentes podría enviar el mensaje de que la región funciona como un bloque funcional y competitivo.
Pero también es un momento incómodo
La relación Trump–México está cargada de fricciones históricas.
Carney llega con una postura progresista que contrasta con el nacionalismo norteamericano.
Y Sheinbaum debe posicionarse sin ceder soberanía ni tensar la relación bilateral más determinante para México.
Un mal gesto, un silencio o una distancia mal leída se convertiría en titular global antes de que el balón toque la cancha.
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II. Las sedes, el dinero y la geopolítica detrás del balón
El Mundial 2026 no solo se disputa en los estadios:
se juega en las ciudades anfitrionas, en las inversiones públicas y privadas, en las expectativas turísticas y en el impacto económico que cada país busca convertir en legado.
Las 16 sedes oficiales: el mapa del poder
Estados Unidos: 11 sedes
México: 3 sedes
Canadá: 2 sedes
Un diseño que refleja quién tiene la fuerza económica, pero también quién tiene la historia y la mística.
México: 13 partidos — tres ciudades, una apuesta histórica
Ciudad de México (Estadio Azteca): 6 partidos
El único estadio del mundo que albergará tres mundiales.
Monterrey (Estadio BBVA): 4 partidos
Una sede moderna con potencial para grandes recibimientos.
Guadalajara (Estadio Akron): 3 partidos
Una plaza futbolera y cultural con enorme proyección internacional.
Inversión estimada: entre 280 y 350 millones de dólares.
Impacto económico proyectado: entre 2,500 y 3,000 millones de dólares.
México apuesta menos capital que Estados Unidos, pero su retorno proporcional será extraordinario.
Estados Unidos: 78 partidos — el músculo económico del torneo
Sedes: Nueva York/Nueva Jersey, Los Ángeles, Dallas, Miami, Atlanta, Seattle, Boston, Houston, Kansas City, Filadelfia y San Francisco.
Inversión estimada: más de 3,000 millones de dólares.
Ganancia proyectada: 10,000 millones de dólares o más.
Estados Unidos no solo aporta estadios: aporta logística, aeropuertos, conectividad, tecnología y un aparato económico gigantesco que absorberá la mayor parte del impacto global del torneo.
Canadá: 13 partidos — Toronto y Vancouver
Toronto: 6 partidos
Vancouver: 7 partidos
Inversión estimada: 400–500 millones de dólares.
Ganancia proyectada: 1,200–1,500 millones de dólares.
Para Canadá, el Mundial es una vitrina para consolidarse como nación segura, inclusiva y eficiente.
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III. Más allá del balón: ¿qué imagen quieren dar al mundo?
El encuentro —o el desencuentro— entre Sheinbaum, Trump y Carney será leído globalmente como un mensaje sobre la madurez diplomática de Norteamérica.
México
Quiere mostrarse como anfitrión responsable, moderno, confiable y capaz de coordinarse sin perder soberanía.
El Mundial es, además, una oportunidad de mostrar estabilidad y atraer inversión turística e industrial.
Estados Unidos
Trump buscará proyectarse como el eje de poder regional.
El Mundial le permite mostrar fortaleza, control y liderazgo internacional.
Canadá
Se posicionará como el equilibrio: diplomacia fina, estabilidad económica y capacidad logística.
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IV. Entonces, ¿deberían reunirse?
No se trata del saludo, sino del mensaje.
Un encuentro breve y cordial enviaría señales de estabilidad.
Un distanciamiento notorio sería interpretado como ruptura estratégica.
Pero lo esencial es esto:
El mundo no observará si se miran a los ojos.
Observará si pueden construir algo juntos.
Porque en 2026, el balón rodará en tres países, pero lo que realmente estará en juego será la capacidad de Norteamérica para mostrarse como una región que puede competir, dialogar y prosperar sin fracturarse.
Y eso, amable lector, vale más que cualquier gol en el minuto 90.
El saber no descansa, la lectura provoca y el pensamiento sigue. Nos vemos en la siguiente columna.

