No son iguales, pero actúan igual; el mitin de desagravio de Díaz Ordaz; la gobernabilidad en el informe
DOMINGRILLA
FRANCISCO CHIQUETE
Una parte fundamental en el discurso morenista es la frase de “no somos iguales”, pero el ejercicio de gobierno los lleva a las mismas situaciones que la izquierda nacional criticó justificadamente durante la etapa del priísmo todopoderoso.
Seguramente no hay gobierno en la historia que no haya aprovechado las estructuras oficiales para mantener su visión de país y de paso, ganar legitimidad, elecciones y libertad de maniobra. Morena, por ejemplo, se hizo de mayorías calificadas en ambas cámaras del Congreso mediante maniobras “tecnicistas” equivalentes a aquellas con que el PRI mantenía su hegemonía legislativa.
Para ello por supuesto, contó con la complicidad de las autoridades electorales (el INE y el Tribunal Judicial Electoral), que legalizaron con sus decisiones, lo que evidentemente fue un ejercicio de “ingeniería electoral”. Igualito que cuando el PRI, con fraudes patrióticos como los que ejecutaba Manuel Bartlett Díaz, el redimido por la 4T.
Pero la última decisión anunciada desvanece toda pretensión de diferencia entre el gobierno y su partido, y el antiguo régimen.
Tras asumirse ofendidos y agredidos por la marcha convocada por la supuesta generación Z, los líderes legislativos dieron a conocer su posición de defensa a la presidenta y su condena a los conjurados que quieren acabar con el gobierno popular. Además, el propio gobierno da a conocer que hará una concentración en el Zócalo para el próximo seis de diciembre.
¿Recuerda o conoce usted, estimado lector, aquella manifestación del 68 en que los extremistas fueron y bajaron la bandera del asta monumental y ´pusieron una con la hoz y el martillo, además de corear consignas contra Diaz Ordaz y exigir la renuncia del gobierno?
La respuesta del gobierno de Díaz Ordaz fue organizar “un mitin de desagravio” en el Zócalo, para demostrar ante el mundo que el régimen disfrutaba de un amplio respaldo popular.
Por supuesto, el mitin se hizo con recursos del gobierno, que cubrió lonches y acarreos y garantizó la asistencia de toda la burocracia bajo coacción, además de los grupos que de alguna manera dependían de acciones oficiales, como colonos, obreros, miembros de la informalidad económica. Actualmente se hace lo mismo, pero sumando a los beneficiarios de los programas sociales.
Por cierto también Díaz Ordaz reaccionó a la movilización juvenil diciendo que eran muchachos manipulados por la oposición (casi inexistente, como ahora) y por las fuerzas de la reacción internacional y por la CIA, como ahora lo son por el trumpismo, según las acusaciones de los defensores digitales sin puesto oficial (el gobierno no puede hablar mal de mister Trump).
.Mientras Morena y sus seguidores insisten en acusar a los muchachos y en reírse de los chavorrucos que se manifestaron, y hasta de la abuela del alcalde asesinado, la motivación de la marcha está sepultada bajo las paladas de acusaciones y descalificaciones. Nadie quiere recordar que todo esto está motivado por la violencia que azota a buena parte del territorio nacional y de hechos centrales como el asesinato de voceros de la inconformidad.
EL INFORME DE ROCHA
Usualmente las fechas del informe de los gobernadores y alcaldes eran festivas. Incluso después de las reglamentaciones colgadas a estas ceremonias, se les otorgó un espacio de quince días para hacerse propaganda personalizada, esa que en teoría está prohibida, pero que de algún modo aparece siempre).
Pero en el caso del gobernador Rubén Rocha Moya ha sido más bien una etapa de sufrimientos por una o por otra razón. El primer informe sí puede considerarse como festivo, excepto por la terquedad de los diputados opositores, que aun siendo minoría, preguntaron y preguntaron durante horas sobre temas incómodos, pero todo salió como se había programado.
El segundo informe no fue posible porque el estado estaba de pleito con la UAS, y el aparato cuenista de la institución le bloqueó el acceso a las instalaciones del Congreso. Rocha tuvo que abstenerse.
Para el tercer informe ya la entidad estaba incendiada con la guerra narca que dura hasta nuestros días. Como no estaba el horno para bollos, el informe fue un trámite y no una fiesta. Pero esta vez se pretende recuperar el boato y el lucimiento.
En una de las emisiones recientes del Noticiero Altavoz, del Grupo Chávez, su conductor Pablo César Espinoza, Jorge Luis Téllez, Altagracia González y un servidor, discutíamos en la mesa de análisis si Rocha Moya habría conseguido mantener la gobernabilidad del estado en este periodo tan difícil.
La primera impresión es que no. Matazones como las que se dan en nuestro territorio, a pesar de la vigilancia de la Guardia Nacional, “los jarfuchs>”el Ejército y las corporaciones locales, indican que no hay una fuerza oficial que sea preponderante. Si además le sumamos el dramático caso de los desaparecidos, los robos de vehículos en hechos violentos, los asaltos y robos domiciliarios, concluiremos que no, que la gobernabilidad está perdida.
Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado que a jalones y trompicones, las instituciones ajenas al mundo policiaco, han seguido operando. No con normalidad, pero han operado.
Las clases sí se han tenido que interrumpir o enviar a la modalidad remota, desde casa; pero fuera del riesgo de andar en la calle y exponerse a estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, los trámites y acciones de gobierno se llevan a cabo con cierta normalidad.
Incluso han empezado a rendir frutos los esfuerzos por hacer que los culiches vayan a actividades como los partidos de beisbol, y se consiguió por fin que reapareciera la Feria Ganadera, aunque sin el palenque, que era su principal atractivo. La vida nocturna no se ha recuperado realmente, pero al menos la gente ya empieza a volver de tarde a los restaurantes (no muy tarde).
Podremos decir que todo esto es más mérito de la resiliencia de los ciudadanos que de las acciones de gobierno, pero el hecho es que las actividades cotidianas van en recuperación.
Eso sí: el gobierno ha logrado que la gente acuda si no en tropel, con mucha asiduidad, a pagar los impuestos. ¿Qué más gobernabilidad quiere un régimen?
Al que no le podemos dar calificaciones pasaderas es a Batman.

