Aseguró que ya había enfrentado la muerte, la cual definió como la nada, pues “la vida continúa” y aseveró que “la muerte a veces es el descanso”.

“Tráeme agua, dame una pastillita”, pide Miguel Barbosa y se acomoda en la silla tras su escritorio de madera fina. Su esposa, Rosario Orozco, le trae su medicina para la diabetes y lo peina un poco, cariñosa. La abogada, a quien Barbosa conoció por un amigo en común en 1985, es su eterna consejera. “Es la mujer que Dios hizo para mí y yo soy, espero, el hombre que Dios haya hecho para ella”, dice sin más romanticismos.

Es abril de 2018 y Barbosa es el candidato a la gubernatura del estado de Puebla por la coalición Juntos Haremos Historia. Ha hecho una pausa en la larga lista de reuniones previo al arranque de la campaña para conceder esta entrevista a MILENIO.

Contender frente a Martha Erika Alonso, esposa y delfín del ex gobernador panista Rafael Moreno Valle, sería el último desafío político que este hombre de 53 años emprenda en su vida pública. Meses después, Martha Erika Alonso ganó la elección en una contienda muy ríspida, pero el 24 de diciembre de ese mismo año, la gobernadora murió en un accidente de helicóptero junto con su esposo. Heredero de generales revolucionarios, Barbosa asegura que la política es una actividad familiar, pero nunca ha ganado una elección.

Aun así, asegura que después de la gubernatura ─que en ese momento estaba seguro de ganar─, se retirará y pondrá fin a una carrera cuyo inicio él mismo ubica en 1994, cuando, a sus 35 años, dejó al PRI, en donde dice que siempre fue oposición, y se sumó al PRD para acompañar a Cuauhtémoc Cárdenas en su segundo intento por ser presidente.

“Quiero hacer cosas que sé que voy a hacer, pero no voy a decir. Lo sabemos. No es un asunto de empresas, es una actividad personal, que ella (su esposa) y yo decidimos que hacer cuando llegue el momento”

platica sobre su retiro. Ser gobernador y morir es lo único que le falta en su vida, afirma. Y lo hará, dice, antes que su esposa. “No soy tan güey para morir antes”, bromea. “La muerte yo ya la enfrenté y te puedo decir qué es la muerte. Es la nada. Nada de que ‘¡qué van a hacer sin mí!’ ‘¡Ay, van a ser infeli…!’. ¡No, no, no!”, casi manotea en la mesa. “La vida continúa, todo el tiempo continúa. Por eso, la muerte a veces es el descanso, la forma de separarte para que todo lo demás siga su curso.

Yo no le tengo miedo a la muerte”, asegura quien el 23 de noviembre de 2013 sufrió un coma inducido y perdió el pie derecho como resultado de una infección no atendida y la diabetes que padeció “por ser un desordenado que come y come y come”.

La complicación de salud lo mantuvo inconsciente por 13 días. Cuando despertó, sin pensarlo, Barbosa volvió de inmediato a ser quien es: el político obsesionado con su trabajo.

Toda la información que no se había procesado en su periodo inconsciente, se vino de golpe a su cerebro. “Todo se acumula, hay gente que tarda meses en recuperar su vida normal, el uso de lenguaje, pero yo, a las dos horas, con todo y confusión, sabía que tenía un asunto muy comprometido de trabajo”, platica. Ni siquiera reposó tras haber salido del coma. Tenía la urgencia de ponerse al día sobre la discusión que se daba en el Senado de las llamadas reformas estructurales.

“Yo había tenido toda la conducción de esa negociación y teníamos muchas cosas que hacer y poner y exigir y me perdí… todo”, recuerda molesto. Un líder casi melómano Barbosa no para.

Originario de Tehuacán, se define como un hombre de familia, tradicional, pero con pensamiento progresista, “que se ríe mucho, mucho, mucho y cuenta siempre anécdotas”, feliz con lo que ha vivido, más político que abogado y siempre, a la cabeza de sus equipos.

Ha sido presidente estatal del PRD, diputado, senador, coordinador parlamentario, presidente del Senado y hoy candidato a gobernador. “Lo primero que tiene que haber en Puebla es una reconciliación entre los poblanos. Hay una sociedad agraviada en Puebla.

Donde la desigualdad es enorme, (Rafael) Moreno Valle convirtió a Puebla en el estado más desigual del país. Es una sociedad donde la corrupción ha sido rampante. Puebla es una gran estado, tiene un gran pueblo, claro que Puebla tiene derecho a un mejor destino”, argumenta.

Pero advierte que la elección de Estado y el fraude “están en curso” con recursos federales y estatales interviniendo y con órganos electorales cooptados y todavía “viene la guerra sucia contra mí, el último reducto para pararme, para parar el escenario en el que estamos bien posicionados”. En los ratos libres que tiene, lee, duerme y escucha música.

“No soy melómano porque los melómanos generan música, yo no llegué a ese nivel, pero disfruto de toda la música”, dice. De hecho, hasta antes de la prótesis de su pie, Barbosa era un hombre bailador. La infección que nunca se curó y que se extendió a todo su cuerpo fue resultado de “una cultura jodida, del ‘a mí no me pasa'”. Nunca lloró la pérdida de su pie, pero sí “lagrimeó” cuando volvió a caminar.

“Me puede hacer llorar cualquier cosa. Bueno, lagrimear, no llorar. La última vez que lagrimeé fue cuando caminé. Cuando me pusieron mi prótesis y estaba yo caminando, lagrimeé. Nunca más. Y no porque sea un machote, no. Me conmuevo con todo, pero yo creo que mi mamá no nos hizo para llorar”, afirma. Polémico y leal a AMLO El 9 de junio de 2015, Miguel Barbosa, entonces coordinador del PRD en el Senado, aseguró que “la soberbia de Andrés Manuel López Obrador parece infinita”.

Hoy, casi tres años después, Barbosa, el que renunció al PRD y en el Senado lo hizo “un minigrupo” al llevarse con él a 12 senadores al grupo de PT-Morena, es candidato a gobernador por la coalición que encabeza el partido de López Obrador. “Y yo no lo busco, pero sí, soy polémico”, se describe. —Pero ¿Por qué?— “Soy yo, pues… ya, ya, como sea”.

Se ríe cuando se le pregunta por qué dijo eso de López Obrador. Lo conoció en 1996, cuando el tabasqueño pasó por Puebla en su caravana como candidato a la dirigencia del PRD.  “Traté mucho con él cuando fui presidente estatal del PRD y él, presidente nacional. Mucho. Caminamos por las carreteras de Puebla, yendo, haciendo campaña, muchos días, como él hace”. Barbosa se justifica. “Yo representaba la voz de mis senadores y tenía que tener posiciones y fue cuando se registran algunas declaraciones mías haciendo alguna crítica al comportamiento de López Obrador”.

Hoy reconoce el liderazgo moral del tres veces candidato presidencial, a quien, dice, “debemos aprenderle todo, muchas cosas, todos los días, sobre todo, su sencillez. Es un hombre extraordinariamente sencillo. Esa es su fuerza, eso es lo que lo hace diferente”. Como consuelo a las críticas que algún día hizo en contra del líder de Morena, Barbosa recuerda que en los mismos días en que él tuvo su coma inducido, a Andrés Manuel le dio un infarto. “Y después nos encontramos en algún lugar y nos dijimos: ‘¿Cómo está, licenciado?’ ‘¿Cómo estás tú?’, me respondió. Y nos abrazamos. Hoy soy parte del movimiento, que encabezo en Puebla, de López Obrador”.

 

Con información de Milenio

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