Dr. Antonio González González

Cuántas imágenes, vivencias y recuerdos guardamos en el alma, cuántas heridas que nos ocupamos de que no cierren recreándolas una vez y otra también. Cuánto daño nos hacemos.

Ya lo dijo el gran Nelson Mandela: “El resentimiento es como beber veneno y esperar que éste mate a tus enemigos”

Nadie bebería el contenido de un vaso con veneno, eso sería estúpido porque dañaríamos nuestro cuerpo, pero entonces ¿Por qué dañamos nuestro espíritu con el veneno del resentimiento?

La navidad y la semana santa, son fechas en las que se promueve la reflexión y si lo aprovechásemos tal vez serviría para evacuar nuestros recuerdos tóxicos, los que nos envenenan el alma y amargan nuestra existencia.

Los mexicanos somos pasionales, nuestra fortaleza de carácter nos llevó a librarnos de los españoles a pesar de su poderío bélico, igual vencimos a los franceses aquel 5 de mayo de 1862 y logramos doblegar de manera definitiva al poderoso ejército francés el 2 de abril de 1867.

Pero esa misma pasión que a veces domina la voluntad y perturba la razón, que inyecta adrenalina a nuestro cuerpo y nos hace lograr proezas increíbles, puede nublar el pensamiento e inhibir nuestra razón generándonos consecuencias, a veces irreversibles, y peor aún, cuando se hace crónica, daña más, sobre todo cuando se relaciona con el desengaño, la frustración o la amargura.

Todos deberíamos, periódicamente hacer un alto en el camino, hacer un inventario de lo que almacenamos en el corazón y desechar lo ponzoñoso.

Hoy, el camino que recorre nuestra nación está balizado, señalizado, por el resentimiento, y hasta nos ocupamos de darle mantenimiento a cada una de esas balizas; revivimos a cada momento nuestras frustraciones y alimentamos la caldera de la división entre compatriotas, pretendiendo ignorar que esas conductas nunca nos llevarán a un buen destino.

Ahondar la división entre nosotros, por lógica, no logrará un mañana armonioso. A futuro, no importa quien “gane”, todos perderemos.

Quien se crea ganador, en el fondo perderá porque se podría llenar de prepotencia y soberbia, mientras que se vea como perdedor, exacerbará sus frustraciones.

Los mexicanos somos temperamentales, y cuando ese temperamento se vuelca contra el hermano, nada bueno arrojará.

Es un derecho defender nuestras posturas, eso es respetable y legítimo, pera nada nos otorga patente de corso para destazar al contrario.

El respeto se gana respetando. El poder no genera respeto, tampoco hay respeto por decreto, ni por sometimiento.

Doblegar al adversario, no es ganar su consideración ni su respeto, es ponerle un pie en el cuello, alimentar su odio y correr el riesgo de que en cuanto se libere, volcará con creces todos sus recursos en contra de su verdugo.

Es tiempo de recapacitar, de dejar de velar armas, de dejar atrás la estrategia de defender nuestra ideología denostando la contraria, es tiempo de dejar de escuchar las voces que dividen, de apagar las que injurien y de llamar a la cordura.

Por un México digno y unido hagamos un pacto con nosotros mismos para limpiar nuestro corazón de toxicidades.

Gracias

Los Mochis, Sin. a 11 de abril del 2023

 

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *