A una crisis de inseguridad como la actual se le debe afrontar mediante la inculcación de valores éticos, ejercicio de los derechos humanos y oportunidades para el progreso.

Como otro esfuerzo para la construcción de paz en Sinaloa, la semana pasada fue dedicada al fortalecimiento de la educación en tanto cede la violencia que con días bárbaros y rachas donde asoma algo de civilidad mantiene todavía en vilo la divisa de seguridad con tranquilidad y legalidad. La apuesta a la enseñanza del conocimiento con valores, no de ocurrencia sino como política de Estado, tiene que ser la ruta hacia la pacificación como esfuerzo concatenado entre Gobierno y sociedad.

Todo ciclo de salvajismo humano tiene su origen en la familia y la posibilidad de corrección en las escuelas. Es igual que el buen ejemplo que si nace desde el hogar permanece en generaciones enteras. La fórmula de lo lectivo haciéndola de muro de contención de lo atroz no es nueva pues desde que Alfonso Genaro Caderón fue Gobernador de Sinaloa, en el sexenio de 1975 a 1980, intentó llevar la instrucción escolar a los niños de la sierra, y construyó caminos para acercar los planteles a las comunidades de zonas agrestes, postulando que abatiendo la incultura habría ciudadanos más pacíficos.

Primero desde una familia humilde de la que formó parte en Calabacillas, Chihuahua, y luego como político rupestre que buscaba derrotar el esquema de atraso del que procedía, se iba a las zonas más intrínsecas de la Sierra Madre Occidental, para cruzar arroyos a lomo de caballo, escalar cerros y surcar brechas entre el monte, inaugurando espacios para el saber como semilla que a la postre permitiría la abundante cosecha de civilidad.

Por eso llama la atención el reciente direccionamiento en Sinaloa de las políticas públicas con enfoque a la educación integral, con calidad y calidez. Es decir que los alumnos no sólo reciban el conocimiento para mejorar habilidades intelectuales y enfrentar retos prácticos sino también herramientas para hacerles frente a requerimientos de tipo emocional y social. A una crisis de inseguridad como la actual se le debe afrontar mediante la inculcación de valores éticos, ejercicio de los derechos humanos y oportunidades para el progreso.

En tal sentido se alinearon los astros en el cosmos estatal de la educación conveniente y pertinente, ya que el 12 de marzo el Gobernador Rubén Rocha Moya puso en marcha ante la comunidad de la primaria Eustaquio Buelna, de Culiacán, la Estrategia Nacional Vive Saludable, Vive Feliz, que involucra a alrededor de 258 mil niñas y niños que cursan su educación primaria en todas sus modalidades de 2 mil 378 escuelas de Sinaloa. Esto consiste en visitas permanentes a las escuelas por personal del IMSS, Secretaría de Salud y del Sistema DIF Sinaloa, para detectar y atender cualquier problema de salud.

Dos Días después, el 14 de marzo, la Secretaría de Educación Pública y Cultura, Gloria Himelda Félix Niebla, encabezó en la capital del estado la Jornada Nacional Por la Paz y contra las Adicciones, que consistió en una caminata desde el Estadio de Dorados hasta el Parque Las Riberas, en la cual participaron cerca de 2 mil estudiantes y docentes de secundaria y educación media superior, con un contingente incluso de bachilleres de la Universidad Autónoma de Sinaloa. La actividad es parte de la estrategia que tiene como eje la campaña en el aula “El fentanilo te mata. Aléjate de las drogas, elige ser feliz”.

Y el sábado 15 de marzo el periplo en pro de la educación cerró en Navolato con la inauguración que hicieron Rubén Rocha y Gloria Himelda Félix de la extensión de la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, que requirió de la inversión de 35.5 millones de pesos para que la UPES contara con edificio propio después de pagar renta durante 13 años. Además el Gobernador dio a conocer que se trabaja en la proyección de una ramificación de la Universidad Autónoma Indígena de México en la sindicatura de Villa Juárez, Navolato.

Los sinaloenses aferrados a la certeza de que pronto habrá condiciones para retomar la tierra de los once ríos para vivirla, en todo lo que significa la divisa de coexistencia en concordia, reciben la indicación de ir en la dirección de la que jamás debimos desviarnos. La educación es la senda, el andar y la meta. Dentro de cada persona o sector, indistintamente de la raíz de la que brota, siempre ha existido la convicción de que existe un Sinaloa luminoso al cual es posible llegar si logramos atravesar los umbrales lúgubres de la ignorancia.

A mucha educación mejor e inclusiva y con firmes cimientos éticos le corresponderá el resultado de la paz, tarde o temprano. Y es urgente lograrla ahora porque no queda mucho tiempo para despilfarrarlo en desidias o lamentos mientras vemos venir la avalancha de incivilidad.

Reverso

Esta guerra aporta la lección,

De que sí la podríamos ganar,

Sólo si nos dejamos conquistar,

Por la pacífica educación.

El infinito asombro

Cuando creíamos los sinaloenses que la violencia derivada de la narcoguerra ya nos había mostrado los más crueles modos con los que se enfrenta entre sí el crimen organizado, aparecen los campos de exterminio del Rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, que retan otra vez la capacidad de asombros que creíamos difícil de superar después de lo presenciado durante seis meses en el contexto local. La terca realidad nos depara sobresaltos y conmociones que ninguna capacidad de imaginar pudo alertarnos de una delincuencia tan infame.

Con información de Noroeste

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