¿Qué necesitamos para cambiar?
Culiacán y otras ciudades bien podrían detonar el cambio, si la ciudadanía se une y aprende a usar su enorme poder para gobernarse y prosperar.
¿Quién no quiere mejorar?
Todos queremos, excepto lo que renuncian a ese deseo de perfección innato, porque quizás hacen un pacto con su mediocridad, o se convencen por su experiencia que no pueden hacerlo.
Asimismo hay diferentes tipos de cambios personales y sociales: los pequeños, los temporales, los superficiales, los aparentes, los cosméticos, los revolucionarios que cambian las formas y los que transforman evolucionando. La revolución cubana cambió todo pero empeoraron.
Ahora bien ¿Qué tipo de cambio realmente quieres como persona, de tu familia y de tu país? Esa es la pregunta que hay que responder porque seguro querrás cambios realistas y sustentables.
Evolucionar
Esta es la solución para mejorar y adaptarse a los exigentes cambios. No basta cambiar aunque estemos muy hartos de lo mismo: se requieren otras condiciones.
Asimilemos antes nuestra realidad, tiene que dolernos. El problema es que nos hemos acostumbrado a ser lo que somos en lo personal y como sociedad. Es decir: el cambio es lo opuesto a la costumbre, a la mediocridad, a la falta de ambición, a la insensibilidad y a la inconsciencia.
Alto contraste
El pez no ve la pecera en la que nada. Cuando uno viaja y se instala en otro país distinto capta pronto los contrastes. Supongamos que viene un grupo de suizos a vivir a una ciudad violenta, se sorprenderán cómo vivimos.
Verán como los mexicanos se levantan diario a matar a otros mexicanos, que una parte de ellos prosperan depredando a sus hijos, y lo presumen, pues éstos les compran drogas, que muchos otros se prestan a lavar ese dinero, cómo se multiplican los delincuentes por la impunidad y se vuelven más sanguinarios, y sin duda verán a mucha gente buena que no hace nada por impedirlo, con miedo a actuar o mal acostumbrados.
Se sorprenderán del tipo de gobierno que tenemos, que los ciudadanos sean pasivos cívicamente, que vendan su voto, o voten a cambio de pensiones y permitan que los gobiernen corruptos por décadas… sabiéndolo.
Que la constitución se cambie como el menú de un restaurante y la ley se use para los adversarios, que estén desmantelando el sistema de justicia, se hagan trampas en las elecciones y se maten a los opositores.
En fin, que los mismos mexicanos se maten entre ellos mismos, que no quieren aprender a gobernarse y a muchos les resulta indiferente. No entienden cómo el mexicano confunde la paciencia con el aguante aunque sea humillado.
Esos millones que han marchado a los EEUU huyendo desde Centro y Sudamérica exhaustos dejándolo todo, exigen allá y aquí mejores condiciones que no exigieron en sus países, ni ser parte de los cambios requeridos oportunamente. Ahora ya es tarde.
Ser empáticos
Si no nos duele el dolor ajeno será difícil cambiar, seremos como zombis ajenos a las desgracias de los vecinos.
A una joven madre la noche del domingo pasado le mataron a su esposo inocente en su auto al evitar que los robaran, un hijo murió el lunes y el menor de primaria el martes. El sepelio de uno desde el lunes se convirtió el miércoles en el de tres: toda su familia. Con la zozobra de su primo con heridas serias en el hospital.
Ver la caravana de los 3 féretros cala. La marcha que protestó en las calles fue distinta a todas: marchaban mamás y niños gritando, muy seguido les cancelan las clases y muchos se han tirado al piso en el salón por los balazos cercanos. Al pasar por una escuela los niños dentro gritaban “CON LOS NIÑOS NO, CON LOS NIÑOS NO”.
La violencia ha escalado a niveles de crueldad insospechados, las masacres ya no son noticia. Pero también “con los adultos no”, ni “con las mujeres”. Cada vida vale infinitamente.
El dolor se transformó en enojo, después en irritación al punto de romper los vidrios de las puertas y arriba una pared del despacho del gobernador que al parecer no los atendió. ¿Es suficiente la rabia colectiva para generar cambios? No lo es, es peligrosa, estuvieron a punto de incendiar esa parte. No se puede gobernar cuando se pierde la credibilidad y sin autoridad moral.
Las soluciones
Estas tienen que venir de un nivel distinto del que los problemas fueron creados, si no se enredan más. No queremos más violencia ni incendios. Estamos hartos de tanta sangre diaria en el país. Y empeorará si tú lector no tomas acción por tus hijos.
Creemos que se requiere de una mezcla detonante de 5 ingredientes para el cambio: 1. Ni el Hartazgo, 2. Lo intolerable de la situación, 3. Lo Insostenible ya, pueden mejorar sustancialmente Culiacán y otras ciudades que arden. Necesitamos evolucionar. Nos urge evolucionar.
La sociedad necesita mostrar su poder para cambiar a quienes mal gobiernan, ellos mismos proclaman “El pueblo quita y el pueblo pone”, así sea. Para eso requiere 4. Estar unida, justo lo que los gobernantes impiden dividiendo y permitiendo el terrorismo.
No se trata de cambiarlos, el que viene necesita entender que debe evolucionar, si no será gato por liebre. Alguien no contaminado por el sistema.
Y se necesita 5. Un plan para lograrlo, qué sigue y concretar las condiciones para su buen desempeño y no caer en lo mismo. Marchemos pero estas no son suficientes, Maduro a pesar de tantas y masivas sigue en Venezuela.
Las calamidades suceden para despertarnos y obtener algo mejor. Hagámoslo.