RECOMPENSA POR LOS CHAPITOS, UN GRAN EMBROLLO PARA AMLO; LGBT, DE EMPRESARIO ARTÍSTICO ADIÓS A EDUARDO VALDEZ VERDE
DOMINGRILLA
FRANCISCO CHIQUETE
La recompensa fijada por Estados Unidos a captura de los hijos del Chapo Guzmán puso en un verdadero predicamento al presidente Andrés Manuel López Obrador. No porque vayan a sobrar informantes sino porque lo coloca en la disyuntiva de sostenerse en su propósito de “abrazos no balazos”, o atender las necesidades de Joe Biden para recomponer el camino.
Mucho se ha debatido la delimitación del presidente: si están en territorio nacional los detendrán las instituciones nacionales, y no alguien del extranjero, dijo el mandatario, echando mano de uno de los recursos que más dividendos le han dado en el terreno político, el del nacionalismo, que tanto gusta a la gente.
El anuncio estadunidense de recompensar a quien dé información que para capturar a los hijos de Guzmán Loera, viene a darse justamente cuando se acaba de establecer un nuevo esquema de corporación México-estadunidense en materia de seguridad. Por supuesto, fue un segundo paso muy bien planeado. México no puede negarse a la primera petición de su asociado, sobre todo cuando fue a su propio interés que acabara la llamada Iniciativa Mérida y se estableciesen nuevas formas de cooperación.
El conflicto es que esta petición, como quedó establecido antes, contradice la política de no enfrentar a los cárteles y menos detener a los jefes de esas agrupaciones ilegales. La idea del presidente es que los descabezamientos en el crimen organizado generan más enfrentamientos y más violencia, y considera más viable solucionar el asunto con la atención a los problemas de pobreza.
El problema es que hasta el momento, esta estrategia no ha generado ningún resultado. Con todo y los números optimistas que se repiten en cada mañanera, los asesinatos siguen asolando a extensas zonas del país y no se ve para cuándo los abrazos puedan contener la oleada de sangre y desapariciones que ha entristecido a miles de hogares mexicanos. Eso viene de mucho tiempo atrás, podrán decir los seguidores de la cuarta transformación, pero medio sexenio es más que suficiente para ir pintando hacia mejores rumbos, y no ha ocurrido.
Lo más grave es que cuando el gobierno federal he tratado de utilizar la fuerza para disuadir a los criminales, también ha fallado. Si en Sinaloa vivimos el estrepitoso fracaso del culiacanazo, aquel 17 de octubre de 2019, en Michoacán y en Zacatecas los pueblos siguen siendo arrasados por los cárteles, a pesar del envío de la Guardia Nacional a aplicar operativos de disuasión.
Y a propósito del Culiacanazo: independientemente de las dificultades del entonces secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo (hoy gobernador de Sonora) para explicar cómo perdieron el control del operativo; a pesar del disgusto evidente del secretario de la Defensa Nacional Luis Cresencio Sandoval por tener que dar la cara ante un asunto que no era suyo y en cuya ejecución no había participado, la declaración más estridente fue la del entonces fiscal autónomo del estado, Juan José Ríos Estavillo, en el sentido de que Iván Archivaldo Guzmán no tenía cuentas pendientes con la ley en Sinaloa.
Aquella operación respondía a un pedido del gobierno estadunidense para detener a Iván Archibaldo con fines de extradición y no a una persecución de parte de las autoridades locales.
Hoy, cuando Ríos Estavillo fue echado de la Fiscalía para colocar a alguien de todas las confianzas del nuevo gobernador, la fiscal Sara Bruna Quiñónez dice exactamente lo mismo: no hay expedientes locales contra los hijos de Guzmán Loera en Sinaloa. La justicia local no tiene nada contra ellos.
El asunto le va a dar al país muchos sofocones, que seguro arreciarán conforme se acerquen las elecciones intermedias de los Estados Unidos, pues la presión a México será un recurso del que quieran echar mano tanto demócratas como republicanos. ¿Y AMLO? ¿Cuál será su salida?
AÑO NUEVO EN OLAS ALTAS
Todos saben que el alcalde Luis Guillermo Benítez Torres ha sido bohemio de fustes a lo largo de su vida. Una guitarra, un público y unas bebidas espirituosas lo ponen siempre en onda para dar rienda suelta a sus aficiones al canto (no muy agraciadas por cierto, apenas regulares). La cosa es que esa afición se ha convertido en actos de gobierno que no sólo desnaturalizan la labor de un gobernante sino que ponen en riesgo la salud y hasta la vida de los ciudadanos,
En su primer fin de año al frente de la comuna, Benítez Torres se erigió en promotor de espectáculos y llamó a la ciudadanía a despedir el año con una pachanga en Olas Altas, con la excusa de que procura el esparcimiento de la sociedad. No eran los pobres, precisamente. Ningún pobre puede gastar 500 pesos en la reservación de una mesa, unos doscientos pesos más en el transporte de la familia, más lo que cada quien pudiese gastarse en cena y bebidas.
Luego se le atravesó la pandemia y no pudo organizar su pachanga ni en 2019 ni en 2020, aunque se dio sus mañas para ejecutar algunas intermedias.
Pero para este 2021 ya se lanzó al ruedo de nuevo y cual Vallejito, aquel empresario de las caravanas, contrato a El Mexicano y lanzó al mundo su genial idea. Nomás falta que convenza al grupo para que voluntariamente le supliquen un palomazo y se suba a cantar el ramito de violetas, o quizá el tratado filosófico hecho canción que se llama Ma Me Mi Mo Mu, que le debe ir muy a tono.
Por supuesto, si la auditoría Superior del Estado y el Órgano Interno de Control se lo permiten, el Químico puede gastarse el dinero del municipio como le venga en gana, pero cuando el mundo está entrando nuevamente a fases de prevención por la pandemia del Covid, acentuada ahora con la variante Omicron, lo que menos debería hacer un gobernante es propiciar concentraciones de personas, aún al aire libre. No hay nada que justifique una decisión de este tipo. Es, llanamente, una irresponsabilidad que pasa de la simple bohemia a la irresponsabilidad criminal. Ojalá Mazatlán no tenga que pagar las consecuencias.
EDUARDO VALDEZ VERDE,
UNA DOLOROSA PÉRDIDA
El gremio periodístico perdió esta semana a un compañero profesional y solidario que por varios años ejerció su labor en Mazatlán y que mayormente se desempeñó en la capital del estado, donde también se hizo de un buen nombre y presencia. Coincidimos primero en la mesa de análisis de los noticieros de Radio Fórmula, cuando los conducía Víctor Torres, donde hacíamos equipo también con Luis Enrique Ramírez y Armando Ojeda. Después transitamos un tiempo en las direcciones de El Sol de Sinaloa y El Sol de Mazatlán.
Eduardo tuvo una larga lucha contra el cáncer, que finalmente lo apartó de este plano terrenal. Enfrentó con valentía el reto y todavía se dio tiempo de agradecer las expresiones de apoyo de sus compañeros, a sabiendas de que había llegado al tramo final.
Su fallecimiento ha provocado numerosas reacciones de tristeza, a las que nos sumamos sin reservas. Adiós, Eduardo. Fue un gustazo coincidir contigo.