DOMINGRILLA

FRANCISCO CHIQUETE
Ante la inaplicabilidad de la revocación de mandato, los malquerientes del gobernador Rubén Rocha Moya buscan y “encuentran” alternativas que les garanticen el relevo inmediato en el tercer piso. Los más elementales hablan de que la presidenta se va a fajar los frecuentes pantalones y lo va a mandar a su casa.
Pero también los hay que esperan una designación diplomática u otra dentro de la versión más ampliada posible del gabinete. A los primeros, ya les respondió la propia presidenta, quien a propósito de Rocha, dijo no estar ahí para quitar gobernadores.
A los segundos se les puede recordar que el desgaste de la imagen del gobernador hace imposible su cambio hacia cualquier otro puesto. Recuerden que todo aquel a quien se le antoja descalificar a la 4T, simplemente recurre al nombre de Rocha, sin saber a ciencia cierta si existen o no elementos para colocarlo, como lo colocan, como relacionado con el crimen organizado.
Rocha Moya prácticamente no puede argumentar nada a su favor. Cualquiera que intenta defenderlo recibe una andanada de críticas y señalamientos, y basta decir que se le ha mencionado en tal o en cual banquillo, para que la acusación sea tomada como buena.
Alguien así difícilmente puede ser enviado como representante diplomático, así sea en las Islas Fiji, como Luis Echeverría Álvarez, o recibir una designación doméstica, como Ignacio Ovalle Fernández, exdirector de Segalmex, a quien sepultaron en una dependencia de octava, para no dejarlo a la deriva tras el fraude espectacular de 15 mil millones de pesos.
Si Rocha pudiera llegar demostrar plenamente que es inocente de todo lo que e le señala, de todos modos seguiría con una imagen pública que lo convierte en un ente radiactivo.
Pero no se vaya usted con la finta. Acaba de estar en Culiacán el secretario de organización y -dicen- verdadero dirigente de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, quien hizo pública entrega de la credencial de reafiliación de Rocha al partido oficial.
¿Quiere usted un mensaje más directo? Quizá el ala más abierta del gobierno esté dispuesta a hacer el sacrificio que despresurice el caso Sinaloa, pero hay alguien que no olvida las viejas lealtades y que no parece dispuesto a permitir que sus amigos cercanos caigan en desgracia.
Por cierto: el propio Andrés Manuel López Obrador anunció al inicio de su gobierno, que pausaba su militancia en Morena, para ser presidente de todos los mexicanos. No lo cumplió, pero manifestó su propósito inicial. También Claudia Sheinbaum hizo declaración del mismo propósito, aunque todos los días hace política partidista contra la oposición. ¿Por qué los otros niveles de gobierno tienen que hacer ostensible que son juez y parte, o mejor dicho, parte y juez?
LOS DE ADENTRO
Cuando uno habla de los malquerientes del gobernador, parece referirse a los pobres dirigentes de la oposición, cuya influencia es baja hasta en sus partidos. Lo llamativo es que también los hay dentro de Morena, no porque tengan algo contra el gobernador de Sinaloa, sino porque quieren la silla y también quieren ir conquistando espacios. Los hay desinteresados, que “sólo” quieren cambio para evitar mayores daños a la imagen del partido.
En la Cámara de Diputados, por ejemplo, de los cuatro grupos en que se divide la feligresía morenista, casi los cuatro están inscritos en esa idea, Casi, porque en el mayoritario hay muchos lópezobradoristas que prefieren esperar la línea del patrón, y porque Ricardo Monreal se ha fajado para contener expresiones indiscretas.
Lo llamativo es que con todo el escándalo que se ha hecho, ni Gerardo Vargas ni Jesús Ibarra han desmentido sus campañas de zopiloteo. Tampoco lo ha hecho Imelda Castro, quien -debe decirse- se limita a permanecer en espera de lo que le caiga, la interina o la siguiente Constitucional.
UNA COOPERACHA,
POR EL AMOR DE DIOS
En el Rosario de los años cuarenta, había un pordiosero que de acuerdo con la narración de don Carlos Hubbard, se paraba en las puertas de las casas y pedía “Tía ¿no me da una tortilla pura con carne?”
En la Universidad Autónoma de Sinaloa, los directivos emprendieron una coperacha basada en la buena voluntad de su comunidad, para solventar un pequeño problema. Piden aportaciones voluntarias y de a cómo puedan, nomás que quienes extendieron el nombramiento original del trabajador, sabrán quién cooperó y cuánto aportó.
Es como pedir “una tortilla pura con carne”. Juzgue usted: la meta de la coperacha es de ¡veinte millones de pesos!
No son para completar la nómina o la prima vacacional, sino para pagarle a la UAS una indemnización acordada con el Juzgado que lleva el procedimiento por la desviación de unos quinientos millones de pesos.
Así, con ese abono baratito, se solventa la larga lista de hechos delictivos que la Fiscalía General del Estado enderezó contra dos rectores -incluido el actual- y el comité de adquisiciones de la máxima casa de estudios.
Se trata de un acuerdo que abrevie el procedimiento judicial. Si no pagan, el juez podrá seguir la causa y condenarlos al pago completo y las sanciones correspondientes a actos de corrupción que fueron reiterada y enfáticamente divulgados por el gobernador Rubén Rocha.
Lo curioso es que los acusados, que siempre se dijeron víctimas de persecución política y de calumnias, aceptan el acuerdo y se apresuran a pagar, pero con dinero de otros.
Si ellos tienen la posibilidad de recurrir ante instancias judiciales más elevadas y no lo hacen, están aceptando no sólo el pago. También aceptan la culpa.
Entonces se inventaron un procedimiento de captación de recursos que muestre que ellos no tenían con qué pagar. El problema es que esas donaciones llegan a las arcas de la Universidad y por tanto se convierten en dinero fiscal, del que no se puede disponer en beneficio de personas específicas.
Obviamente, es una machincuepa legaloide que añade nuevas irregularidades a un caso plagado de ellas.
Hay muchas voces de desacuerdo. No tantas como debería, porque el mismo grupo sigue controlando a la Universidad, sus contrataciones y sus capacidades de rompimiento o de acoso laborales, pero la inconformidad ahí está latente.
DOÑA LOLITA ROJAS
Este sábado falleció la señora Dolores Rojas Cordero, madre de nuestra compañera de muchos proyectos periodísticos, Paty Tirado Rojas. Doña Dolores fue siempre generosa con los amigos periodistas de su hija, pero también fue un personaje interesante.
Por muchos años ella y su esposo José Tirado Garzón fueron dueños de una popular frutería en la colonia Juárez, cerca del Mercado Hidalgo, donde se dieron a querer de su clientela por considerados y esforzados.
Más adelante, la señora se incorporó a la fuerza de promoción de Omnilife, con tanta intensidad, que ella y su marido pudieron viajar prácticamente por todo el mundo gracias a los premios que esa compañía daba al desempeño.
Alguna vez, de broma, me disculpé con ella porque fui uno de sus pocos fracasos, pues se le metió entre ceja y ceja que me podía hacer perder kilos con los productos que representaba. Nunca lo intenté, aunque ella buscaba la complicidad de Ofelia mi esposa.
Hoy la despedimos con afecto y deseamos fuerza para don José, quien se mantiene al frente de su prole, y también para sus hijas, hijos y nietos.

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