Rotas, las redes de corrupción en la Suprema Corte: Zaldívar
Ciudad de México. Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ya no es conservadora en temas de derechos humanos, todavía hay reticencias en temas económicos, políticos o de ejercicio del poder, afirmó el ministro presidente, Arturo Zaldívar.
A menos de seis meses de terminar su periodo como cabeza del Poder Judicial Federal (PJF), Zaldívar asegura haberlo blindado de quienes, desde el Congreso, pretendían tomarlo y afirma que rompió las redes de corrupción y tráfico de influencias incrustadas en su interior.
En entrevista con La Jornada, el ministro defiende su buena relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador y revela: suman tres años ya que los críticos al mandatario pretendieron con su discurso utilizarme como un opositor del gobierno, so pretexto del Poder Judicial. Yo no caí en este truco, en esta celada, porque sería un error lamentable. Aquí están los resultados y la verdad es que se ha respetado al Poder Judicial.
En su oficina no hay nada que revele sus gustos o aficiones. Destaca un solo cuadro: un retrato de José María Iglesias (el llamado presidente legalista), quien fuera titular del Ejecutivo y presidente de la Corte en 1876.
Cuando ocupé la oficina, el cuadro ya estaba ahí. Aquí no tengo nada personal, salvo mis libros. Esta oficina es prestada. Nunca he tenido nada mío, nada. Para que me quede claro todos los días que esto es prestado.
–¿Cuál es su balance de gestión?
–Dejaremos un nuevo Poder Judicial Federal. Logramos su transformación e hicimos un cambio importante en el combate a la corrupción. Impulsamos la paridad y la igualdad de género, consolidamos una defensoría pública con una efectividad y fuerza que no había tenido y establecimos una nueva carrera judicial, una nueva escuela judicial de excelencia.
–¿Qué ideologías han sustentado los fallos de la Corte en este periodo?
–Asumiendo ideología como una manera de ver y de entender el mundo, no se puede establecer una regla general en los fallos. Pero, por ejemplo, reconocer el derecho de las mujeres para interrumpir su embarazo es una decisión claramente liberal, progresista; un fallo que incluso ha servido de ejemplo en el mundo y que nos colocó como una Corte de vanguardia.
–¿Usted se considera un disruptor?
–Sí. Lo he sido en muchos casos, pero no de ahora, desde siempre. Cuando propuse lo de la Guardería ABC se me fue todo el mundo encima. Cuando propuse la liberación de Florence Cassez, también. La primera vez que dije en el pleno que había un derecho fundamental a la interrupción al embarazo se generó un escándalo. Como ministro siempre ha habido fallos comprometidos con los derechos humanos que han sido controvertidos.
–¿Se acabó la Corte conservadora?
–La Corte es liberal, progresista, pro derechos, aunque, siempre hay peligro de reversión y se debe estar atentos porque hay grupos antiderechos que tratan de disfrazarse de causas políticas para combatir a la Corte que les incomoda por su ideología liberal o progresista. Hay que detectar muy bien a esos grupos.
–¿Cómo observa la acción del crimen organizado en México?
–Sin duda es un tema delicado porque ha tomado una violencia y una presión hacia los juzgadores que no se tenía antes. Afortunadamente en esta materia hemos contado con el apoyo del gobierno federal para que, cuando sea necesario, cuenten con toda la seguridad que requieren.
Apunta que, aunque se avanzó con la reforma judicial, ahora es preciso tomar otros pasos para hacer realidad el acceso a la justicia.
“Se requiere una reforma al ejercicio de la abogacía. El Estado tendría que hacer una certificación y una revisión para que los abogados que actúan de manera asimétrica pudieran ser sancionados, suspendidos o incluso revocada su cédula profesional.
“Lo señalo porque de nada sirve que reformemos fiscalías y poderes judiciales si los abogados siguen actuando como lo han hecho. No generalizo. Como en todo, hay abogados y abogadas honorables.
“Cuando asumí esta responsabilidad había redes de despachos de abogados –algunos muy renombrados– y servidores públicos del Poder Judicial muy enraizadas. Generaban mucha corrupción, tráfico de influencias, y el primer reto que tuvimos fue romper esas redes.”
–¿Existe todavía la llamada familia judicial?
–El nepotismo era una cultura del Poder Judicial. Era común que hubiera familiares de titulares de órganos trabajando en este poder, incluso en sus propios tribunales y no se veía mal. La cultura del Poder Judicial era una cultura del nepotismo, y fue muy complicado cambiar esto.
–¿Cómo está la carrera sucesoria en la presidencia del PJF?
–Lleva un año. Va muy adelantada.
Espero que esta contienda se lleve con civilidad, que podamos mantener la gobernabilidad de la Corte, lo que implica manejar el proceso sucesorio con un ambiente de civilidad. Primero, que no se desborde, que las legítimas aspiraciones no lleguen a generar un desgaste en la institución, y entre nosotros no haga muy difícil, a quien llegue, ejercer su cargo. Espero podamos ir construyendo un consenso mayoritario sobre algún candidato y que la transición sea más tersa que en las últimas ocasiones.
–Ha tenido críticas por la cercanía con el Presidente. Se ha dicho que usted ha estado a su servicio.
–Las críticas a la independencia del Poder Judicial y de la Corte por cierto grupo de la sociedad nunca han tenido sustento en la realidad, y la realidad demuestra lo contrario.
“Mis señalamientos de independencia no son un discurso. Hay cientos de sentencias de jueces de distrito, como nunca antes en la historia, en contra del gobierno.
Esta crítica después de tanto tiempo sin duda es de mala fe.
–Hay quienes opinan que usted no ha defendido a esos juzgadores…
–Tan he defendido al Poder Judicial que sigue siendo independiente. Se les olvida cómo estábamos en enero de 2019: había iniciativas para generar una tercera sala en la Corte, había proyectos para generar un Tribunal Constitucional, para cambiar la Corte a nueve integrantes. Había iniciativas para quitarle a la Corte el Consejo de la Judicatura y entregarlo a los órganos legislativos, había iniciativas para rotar periódicamente a los jueces y magistrados, había propuestas para que los jueces y magistrados penales los nombrara y sancionara el Senado, también para quitarnos la Escuela Judicial, el Instituto de la Judicatura, para disminuir las percepciones de los jueces y magistrados.
“El Presidente ha respetado la independencia y autonomía del Poder Judicial. Ahí están las pruebas. El Poder Judicial está blindado y no ha sido afectado.
Ahora, hay jueces que en ciertos asuntos polémicos fallan en un sentido u otro. A ningún juez se le ha perseguido. Pretender que yo defendiera a los jueces en la plaza pública sería no defenderlos, sería ponerlos en total vulnerabilidad.
Con información de La Jornada