Salir de la sombra de López Obrador
Francisco Garfias
La presidenta Claudia Sheinbaum está decidida a fulminar el Poder Judicial. Ayer dejó clara su postura: “ocho ministros no pueden parar la transformación”.
No hay sustento para esa declaración realizada al conjuro de que “el pueblo manda”. Los ministros votaron a favor de que se revise la reforma judicial, no de que se invalide.
La desproporcionada reacción es propia de un gobierno que heredó el sesgo populista del expresidente López Obrador.
Claudia pretende imponer su postura por encima de la división de Poderes que establece el Artículo 49 de la Constitución, pero también del Artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que ordena al pleno de la Corte velar en todo momento por la autonomía de los órganos del Poder Judicial federal y por la independencia de sus miembros.
El alegato de la Presidenta se sustenta en el artículo 39 de la Carta Magna, que se ha convertido en llave maestra del oficialismo para justificar los reiterados desacatos judiciales y los atropellos cometidos para alcanzar la mayoría calificada en el Congreso.
Ese artículo dice que “todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.
La Presidenta sostiene que no tiene sustento lo que está haciendo la Corte. Asegura que los ministros que aprobaron la revisión de las impugnaciones, interpuestas por los juzgadores, no tienen facultades para hacerlo.
“Y no sólo son los ministros, sino un grupo que se reúne alrededor de la ministra presidenta (Norma Piña) que están ahí buscando la manera de parar la transformación. A la transformación, que es una decisión del pueblo de México, no la pueden parar ocho ministros de la Corte”, dijo.
Su remate arrancó sonrisas: “Yo más bien digo que es un golpe aguado, no un golpe de Estado porque, la verdad, ¿qué sustento tiene?
Al respecto, el extitular de la PGR, Diego Valadez, doctor en derecho, pidió en su cuenta de X, serenar los ánimos.
“La Suprema Corte sólo admitió a discusión un asunto. No ha pronunciado ninguna resolución. Es desconcertante que deliberar en libertad sea objeto de descalificaciones tan ofuscadas como las que se han producido”.
* Ya que estamos, Sheinbaum intentó ayer detener las versiones de que el sexenio 2024-2030 será de un nuevo Maximato.
“Hay esta idea, desde la campaña, de que Andrés Manuel López Obrador iba a estar gobernando durante estos seis años. Pues él se fue a Palenque y ahí está, desempeñando su nuevo periodo de reflexión y escritura. Y la Presidenta de México se llama Claudia Sheinbaum Pardo”.
Pero en la “mañanera del pueblo” tuvo un lapsus cuando explicaba las razones por las que la transformación debe seguir. Allí habló del “presidente López Obrador”.
* Sobre el tema escribió ayer el exembajador de Estados Unidos en México, Antonio Garza, en sus redes sociales.
Dice que al heredar un sistema político construido alrededor de su predecesor, una de las primeras pruebas para Claudia será encontrar una manera de “salir de la sombra” de su mentor de toda la vida.
“Durante su discurso de toma de posesión, Sheinbaum prometió continuidad con cambio”. Lo que eso significa está aún por verse”, señaló.
En el mismo texto, el exembajador recordó que las acciones de Sheinbaum, desde su elección han incluido realizar una gira de despedida con el expresidente.
Pero también respaldar los esfuerzos de López Obrador para militarizar la Guardia Nacional y apoyar las controvertidas reformas judiciales que impulsó en el Congreso en septiembre, aunque dejó varios temas pendientes.
Otro reto mayor para Sheinbaum Pardo es la economía que, según ella, López Obrador dejó sobre ruedas.
Garza explicó: “La nueva Presidenta también enfrenta otros obstáculos. La economía de México se estancó en septiembre con una inflación que se desaceleró más de lo esperado. En respuesta, Banxico volvió a reducir las tasas de interés a 10.5%.
“Sin embargo, los inversionistas siguen inquietos por la concentración de poder de Morena, con el peso cayendo más de 10% desde la elección de Sheinbaum”, puntualizó.
* Nos cuentan en el Tribunal Electoral que hace dos semanas, el magistrado Reyes Rodríguez mandó un correo interno en el que pedía información sobre qué necesitaba para darse de baja.
La misma fuente nos dice que la renuncia obedece a que se quiere ir con la frente en alto porque, dice la versión, no va a ceder a las presiones de este gobierno.
“Le van a hacer una fiesta sorpresa de despedida el martes próximo, pero hasta ahora no ha metido ninguna renuncia”, aseguran las fuentes.
Veremos…