DOMINGRILLA


SE MURMURA REORIENTACIÓN EN EL GOBIERNO DE ROCHA; OVIDIO Y LA IMPUNIDAD

FRANCISCO CHIQUETE

En algún lugar de la élite morenista de Sinaloa empieza a circular la versión de que el gobernador Rubén Rocha Moya está madurando un movimiento dramático para su gobierno, una reorientación impactante que podría darle un impulso y un rumbo muy diferentes al que hasta ahora se ha tenido.
Por supuesto, tendrá que haber algunos anuncios que además impacten a la gente.
Lo que no cambiará por supuesto, es la filiación cuatroteísta y en buena medida, se asevera, se trata de reforzar la participación en todo lo que tendrá que ver con tener a la gente metida en el proyecto de AMLO y de la corcholata que resulte beneficiada con la decisión presiden… ¡perdón! con los resultados de las encuestas de Morena.
En ese partido, por cierto, las élite de los grupos, pronostican que las cosas serán distintas. Asumen la pluralidad que el gobernador está tratando de construir para atajar una posible reconstrucción de los maltrechos partidos opositores, pero sobre todo piensan que habrá claros mensajes para la militancia.
LO DE OVIDIO,
UN ÉXITO REAL
Nadie le puede regatear al gobierno la importancia de haber detenido a Ovidio Guzmán López. Fue un operativo exitoso, por más que ello no le quite el doloroso costo que nuestra comunidad paga y seguirá pagando por esta acción tan esperada y tan temida.
Lo primero que vimos aquí fue el costo de la impunidad. A Sinaloa le ha resultado muy cara esa política de permisividad que han aplicado los gobiernos anteriores, convencidos de que no podrían detener al crimen organizado y era mejor sobrellevarlo; y que el gobierno actual ha ejercido incluso como lema de gobierno: “abrazos no balazos”.
La misma semana del JUEVES NEGRO DOS PUNTO CERO, se presumía que Sinaloa pasó al lugar 22 entre los estados del país, en la clasificación por asesinatos dolosos por cada cien mil habitantes. Han sido ya varios años de descensos, luego que entre 2009 y 2012 estuvimos prácticamente a la cabeza del índice nacional y tuvimos hasta a tres ciudades en la lista de las más inseguras del mundo. No hay gobierno que se resista a echar mano de semejantes cifras y de hacer las comparaciones correspondientes. Sinaloa cerraba el año con el diciembre menos letal de la historia. Un éxito por donde quiera que se le viera.
Pero también la realidad tiene otros datos.
La incursión de la milicia en el pueblo de Jesús María movilizó a cientos, incluso miles de miembros de un ejército poderoso, armado, dominador de tácticas de guerra, con estrategias de movilización y de divulgación de sus golpes para que la gente sepa de su efectividad, amenazando tan fuertemente como para causar el miedo que buscaba y conteniéndose hasta aparecer generoso ante los ojos de sus posibles víctimas.
Entonces uno se pregunta ¿cómo es que esta poderosa fuerza había sido contenida? ¿Cómo se logró que no hubiese tantos crímenes como los que pueden cometer contando con los altos niveles de impunidad que saben que tienen?
Porque si ese ejército irregular se puede mover, concentrar y dominar las ciudades en operativos relámpagos, es porque no está dominado por los poderes policíacos que funcionan en la entidad, que no son las autoridades las que han impuesto los niveles de pacificación de que disfrutamos. En resumen, es lo que los pedantes llaman una “pax narca”, y constituye una amenaza permanente sobre la población.
Seguramente sobrarán explicaciones, desde las tradicionales (“reaccionan así porque los estamos afectando”) hasta las disparatadas: “tenían acuerdos políticos que se incumplieron”; “es una faramalla, el Ovidio que se llevaron es falso”; “los obligaron los gringos, ellos no querían”. Lo obvio es que henos vivido una burbuja ilusoria.
Sobre esa falsa realidad hemos creado nuestras expectativas de desarrollo. Después de los terribles acontecimientos apareció un video en que un hombre es agredido a tablazos por verdugos encapuchados. Se supone que es el que se metió a una tienda a robar un refrigerador en los saqueos relámpagos ocurridos la tarde del jueves negro. Es la idea de demostrar quién sigue mandando en la plaza a pesar de la derrota que significa la captura de Ovidio.
Algunos de los narradores enterados citan la lucha por controlar el boulevard Pedro Infante de Culiacán para tener paso libre en la extracción de Ovidio; o para impedirla, porque esa ruta lleva al aeropuerto; todos fuimos testigos a través de las redes y de la televisión, que la delincuencia balaceó un avión de la Fuerza Aérea apenas aterrizando (también para evitar que volara y se llevara al detenido) y todavía se afectó a un segundo avión, éste comercial, lo que marcó el cierre del espacio aéreo sinaloense. Horas después de anunciada formalmente la llegada de Ovidio a la FGR, en la Ciudad de México, el gobernador se vio en la necesidad de reconocer públicamente que el evento todavía estaba en curso porque aún había grupos armados despojando de vehículos a los ciudadanos, y se temía que fuesen utilizados para nuevos bloqueos incendiarios.
Todas estas fuerzas desatadas son hijas de la impunidad que un día termina por cobrar lo que aparentemente había concedido.
El propio Ovidio cayó en un cuadro de desorientación causado por ese elemento. Los primeros detalles que se dieron tras la captura fueron la tranquilidad inicial del detenido y su perplejidad después. El joven había pensado, según sus captores, que no pasaría nada, que no tardaría en llegar la orden de liberarlo, como ocurrió en el primer Culiacanazo, el 17 de octubre de 2019. Cuando comprendió que no se le liberaría, cayó en una situación de depresión, según dijeron sus propios abogados, quienes argumentaron el cuadro clínico para demandar condiciones jurídicas más llevaderas para su cliente.
Otra vez y ahora del otro lado, la impunidad genera escenarios irreales.
¿CÓMO NOS CUIDAN?
Varios días después de los hechos, cuando evidentemente la organización delictiva había asumido la derrota, persistían los despojos de vehículos, sobre todo camionetas nuevas, tanto pickups como suvs. La autoridad ubicó el fenómeno en la llamada “costerita”, a la salida norte de Culiacán y en sectores aledaños, a la vez que también menudeaban los casos en Concordia, en la Autopista a Durango, y en la salida sur de Sinaloa.
Alguien vinculado a la autoridad quiso hacerle al sociólogo y a manera de consuelo dijo que era una estrategia de “la maña” para reponer los vehículos que perdieron durante el operativo. Pero peor aún fue el secretario estatal de Seguridad, Cristóbal Castañeda Camarillo, quien en lugar de delinear una estrategia para detener estos robos oportunistas, pidió a la sociedad “síganse cuidando”. Y el alcalde de Mazatlán, Edgar Augusto González, no quiso quedarse atrás y recomendó a los visitantes “no viajar de noche” para disminuir los riesgos.
Estos consejos se los tomamos con gusto al cura del pueblo, al vendedor de jícamas, a cualquier persona de buena fe en cuyas manos no hay mucho más por hacer, pero las autoridades que tienen la obligación de brindarnos seguridad debían proceder de una manera mucho más efectiva que esa.
LOS DE JESÚS MARÍA
El gobierno sinaloense quiso tener un gesto humano y mandó comidas calientes, médicos y sicólogos para la población impactada por el operativo, pero tuvo el mal tino de mandarlos tres días después y a través del Ejército. Por supuesto que se los rechazaron y les manifestaron un repudio rayano en el odio.
Impacta el video en que los jesusmarienses chiflan y aplauden cuando las tropas se ordenaron y se alistaron para el retiro.
En la mesa de análisis de Altavoz, el Noticiero de Grupo Chávez, se ventiló la pregunta de ¿son cómplices del narco los habitantes de ese lugar? No, por supuesto, más bien es la reacción de una víctima del síndrome de Estocolmo, emocionalmente adherida a sus plagiarios.
Es natural que la gente del lugar exija el retiro inmediato del Ejército. Después de todo, la presencia de Ovidio y sus anillos de seguridad podía poner en tensión a muchos, pero hasta antes de la llegada del ejército no había tenido efectos negativos concretos. Por el contrario, seguramente hubo algunos beneficiados con empleos, con propinas, regalos personales (además de los reyes adelantados de una o dos noches antes).
La madrugada del cinco de enero a los pobladores les llovieron balas, les llegaron de todos lados, de los costados y del cielo. Las horas que duró el enfrentamiento fueron de angustia, pero las siguientes también. Por los fragores de la batalla o por estrategia bélica, se suspendió el servicio de energía eléctrica y no había comunicación telefónica. Tampoco había modo de ir a las casas vecinas para saber cómo estaban los familiares, vecinos y demás gente cercana, pues el ejército impedía el uso de las calles.
Por supuesto, los soldados no se iban a ir inmediatamente después de la detención. Sospechaban que en las casas y montes cercanos había gente “juida” a la que todavía aspiraban a echarles la mano. Tenían especial interés en heridos que hubiesen encontrado refugio, pero que habrían de salir conforme avanzara la amenaza de infecciones.
Hay serios reclamos por violaciones a los derechos humanos de la población, lo que es fácil de entender, pero sobre todo hubo falta de empatía. No hubo una reacción de carácter humano que sin contradecir los intereses específicos del operativo, hubiese permitido a los vecinos ir desfogando sus problemas y necesidades inmediatas, incluyendo el alimento para todos, las medicinas para los enfermos y la atención a la población infantil.
Por ello, un cristal roto en el palacio de gobierno durante la protesta de estas personas, realmente es una expresión barata.
CÓMO NOS PEGÓ A TODOS
Una semana después los comerciantes de la capital del estado se siguen quejando de las pérdidas que les dejó el Culiacanazo 2.0. Acá por el sur del estado, tan lejos del teatro de operaciones, un taxista me comenta el fracaso que les significó la suspensión del partido entre Cañoneros de Mazatlán y Fieras del León, lo mismo que el partido de play off beisbolero entre Venados de Mazatlán y Naranjeros de Hermosillo. A tal extremo llegó la cosa, que el favoritísimo programa de Pensiones para Adultos Mayores suspendió la entrega de tarjetas del bienestar, porque el protocolo indicaba evitar a toda costa cualquier concentración.
Pero esas son pecatas minutas. En lo sucesivo cualquier movimiento entre las fuerzas del narco podrían generarnos el desasosiego que ahora nos ha evitado la prevalencia de un solo cartel, fórmula mágica del presidente para garantizar la paz.
¿EMPIEZA A HACER AGUA?
Muchos críticos de López Obrador emulan a españoles republicanos que juraban golpeando la mesa que “este año cae Franco”, aunque no tuviesen más elementos que sus ganas. Cada vez que algo parece haber salido mal para el gobierno federal, los de aquí encuentran un elemento del desplome.
Por lo pronto el gobierno federal acaba de admitir que se le acabó el dinero de las tarjetas de bienestar. No hay para pensiones de adultos mayores, ni para becas de ninis ni para ninguna otra de esas ramas. Claro que frente a eso está el super peso, pero no hay critico que no sueñe con que este sería el principio del final.

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