Se recrudece la violencia
El fin de semana pasado, en Culiacán y Navolato, se recrudeció la violencia: volvieron los enfrentamientos, lo que hace suponer que el conflicto entre los dos grupos delictivos que pelean una guerra todavía sigue muy activo, y no hay forma de decir que se está pacificando la región.
La suspensión inesperada de los festejos del Grito de Independencia por parte del gobernador es otra señal de que todo, en inseguridad, no anda bien. El crimen atroz de la maestra Jesabel pegó directo en el corazón del magisterio, que alzó la voz para exigir justicia y que el Estado haga su trabajo para recuperar la paz en Sinaloa.
Nada más este martes se amaneció con la noticia de enfrentamientos entre las sindicaturas de Culiacancito y Villa Adolfo López Mateos, El Tamarindo. Las escenas que salieron en los medios de comunicación siguen siendo de guerras: vehículos artillados y blindados abandonados tras el fuego sobre la carretera, casas perforadas por las balas, detenidos y armamento regado en el suelo y dentro de las unidades.
¿Cómo decir que todo va mejorando, si personas inocentes siguen muriendo, si los enfrentamientos asedian puntos de interés turístico como Altata e Isla Cortés? De por sí, la afluencia a estos lugares era pobre; ahora, con los sucesos que desembocaron en el asesinato de la maestra, la cosa se pondrá peor en materia de afluencia.
El recrudecimiento de la violencia de los últimos días es un recordatorio de que todavía le falta tiempo a esta guerra, que nos tiene sometidos a los sinaloenses a un régimen de encierro nocturno y a tomar las debidas precauciones cuando se sale a la calle. Ya ni se diga de la oleada de robos de vehículos, que durante este mes de septiembre ha estado en un promedio de 20 unidades diarias y contando.
La estrategia de llenar de soldados y poner retenes aleatorios parece que no está funcionando: los delincuentes se escabullen y siguen cometiendo fechorías. ¿Qué más se puede hacer?
Con información de El Sol de Sinaloa