Héctor Calderón Hallal

Bajo la lógica del inocultable cambio climático en este planeta que habitamos, desde la aparición de la llamada Revolución Industrial y el consecuente uso de fuentes de energía cada vez más agresivas contra la naturaleza, hoy día, no solo en México… sino en el mundo entero, es cada vez más difícil la existencia por medios naturales o histórica y comúnmente conocidos.

El ejemplo más recurrente en los últimos días y en nuestro país específicamente, lo constituye la vida actual sin los productos a base de energía eléctrica, sobre todo en puntos geográficos del territorio nacional donde el clima es extremoso o mayoritariamente cálido a lo largo del año.

Una de las conversaciones que mi padre me heredó como muestra fehaciente de su sabiduría, proveniente de la sabiduría popular del ancestral pueblo mexicano, fue una en donde me abrió los ojos en la necesidad de aceptar definitivamente el cambio climático como un fenómeno que trastoca el ciclo y el equilibrio de la vida natural y social en el mundo.

“Es real”, me dijo… “no lo dudes; mira… un jornalero del campo rendía y vivía más hace cincuenta años –y muy seguramente mucho más hace cien o cientocincuenta- porque en estos territorios, a partir de las cinco y media o seis de la tarde, la corteza de la Tierra se enfriaba más rápido; llovía más frecuentemente y en los veranos aquellos, el calor se esfumaba; había muchos más árboles en los que un campesino podía guarecerse de la radiación solar que, entre otras cosas, no era tan fuerte como en la actualidad, dado que no había tantos aislantes térmicos, ni en techos, ni en los cristales de los vehículos automotores, ni había tanto aire acondicionado devolviendo aire ardiendo al ambiente… vamos, ni tanto automóvil en las calles… ni tanto pavimento a base de concreto hidráulico, cuya consecuencia es que refleja los rayos del sol (y el calor), a diferencia de los pavimentos a base de concreto asfáltico que absorbe los rayos solares y consecuentemente el calor”, me explicaba sabiamente, aquel hombre sencillo, habitante del norte de Sinaloa.

“Por eso la gente se acostaba temprano, si acaso arrullándose con la radio hasta horas muy prudentes, no más allá de las ocho de la noche, cenaba frugal y naturalmente, por lo que tenía una envidiable digestión… y se levantaba muy temprano para aprovechar la temperatura y las condiciones para la labor tan ardua en el campo… y vivía muchos años y era muy feliz”, redondeaba mi viejito, con la picardía natural para emular a todos aquellos profesionales de la palabra en los grandes medios electrónicos, obligados a defender con elegancia típica todos sus argumentos.

“Hoy hijo, la gente no puede sustraerse ni del aire acondicionado, ni del vehículo automotor para trasladarse en medianas y largas distancias… ni de la vida vertiginosa en que hay que hacer uso de toda la tecnología y el instrumental diseñado para hacer más rápidos los procesos de asistencia y aseo personal, de preparación de alimentos y hasta de diversión, estudio y esparcimiento, diseñados todos bajo la dictadura del servicio de energía eléctrica… indefectiblemente”, me hacía hincapié.

Y al día de hoy, sus palabras retumban en mi conciencia; me taladran la voluntad irremediablemente con mucha frecuencia, pues aquellos juicios de mi padre siguen siendo auténticos axiomas que no han sido resueltos por ninguna autoridad federal gubernamental o administrativa, de esa paraestatal denominada Comisión Federal de Electricidad y que se asume como de “Clase Mundial”.

Ninguna familia en los estados de Sinaloa, Sonora, Baja California y Baja California Sur, puede subsistir actualmente a una noche de primavera o verano con un simple ventilador, pues este avienta el aire caliente, con altos niveles de humedad, como si se respirara gas ardiendo; la gente necesita un aparato de aire acondicionado, por económico o rudimental que sea. Reto a cualquier autoridad…al propio Manuel Bartlett Díaz, a comprobarlo; una… solo una noche de este tiempo del año, a pernoctar sin aire acondicionado en el Estado de Sinaloa; porque al Presidente ya no lo cuento, está más involucrado en los temas sucesorios y nunca tuvo la empatía mínima para reconocer este clamor del pueblo sinaloense; eso sí, la tuvo para sus coterráneos de Tabasco, a quienes les condonó ilegalmente un adeudo multimillonario de años de servicio, mientras que a los usuarios de Sinaloa, nunca quiso reconocerle la necesidad de decretar la tarifa 1-F para el consumo en viviendas. Lo que políticamente, o en términos de salud pública … sí podría constituir un crimen de lesa humanidad.

Y es que no les vas a regalar nada Andrés Manuel… sobre todo nada que sea de tu propiedad; la gente de Sinaloa quiere pagar su servicio, solo que sea a una tarifa prevista por la Ley (1-F), como una consideración a la economía del usuario que más consume y por necesidad, un pago justo nada más… ¿Será mucho pedir?

En otra plática reciente, con el aguerrido senador por Sinaloa, Mario Zamora Gastélum, escuché una frase acuñada por el priísta que me pareció más que razonable: “Su descanso, al trabajador sinaloense, le resulta por demás caro”.

Y es totalmente cierto.

De hecho me parece más que plausible la lucha que este incansable -y joven aun- senador priísta, ha enderezado desde hace varios años, apoyando la voluntad mayoritaria de la sociedad de aquel noroccidental Estado.

Una lucha dirigida contra la cerrazón de la CFE y la Secretaría de Hacienda federal (como responsable del sector y de las aplicación tarifaria del servicio) por la implementación de tarifas justas en el Estado de Sinaloa que, hay que decirlo, no la inició Zamora Gastélum –obvio, por razón de su edad- sino que empezó desde hace por lo menos 35 años en las zonas norte y centro de la entidad; sus líderes más recordados: Cesáreo Castillo en Culiacán (ya finado), José Luis López Duarte en Culiacán, Guamúchil, Los Mochis; así como Guillermo Padilla Montiel en Los Mochis, entre otros; los últimos dos aun en la lucha, “arremangando” ahora a la pasividad y el escepticismo de la población afectada, que ya no cree en nada ni en nadie.

El senador Mario Zamora Gastélum ha retomado la lucha por tarifas justas de energía para los consumidores del país, específicamente para los habitantes de su natal Sinaloa y, me parece, que este hecho ha mostrado la calidad de su propio liderazgo.

Ningún político actualmente de ese estado, ni siquiera el actual Gobernador, el morenista Rubén Rocha Moya, se han dignado voltear a la economía popular de los sinaloenses, para revisar cuánto les queda después de pagar los expansivos saldos de los recibos emitidos por la CFE, más que puntuales… religiosamente exigidos de liquidación, so pena de corte inmediato y el consecuente riesgo de pagar “reconexión” del servicio.

En tan solo unos meses de la actual Sexagésima Quinta Legislatura, el priísta Zamora Gastélum ha promovido cinco puntos de acuerdo, de los cuales cuatro corresponden a la insistencia legítima de velar por el interés de sus representados, exhortando ya sea al mismísimo titular del Poder Ejecutivo, como al Secretario de Hacienda federal, a los titulares de la Comisión Reguladora de Energía y de la Comisión Federal de Electricidad, para que conjuntamente y en los términos del párrafo segundo del artículo 139 de la Ley de la Industria Eléctrica, revisen y evalúen reclasificar las tarifas eléctricas aplicadas en el Estado de Sinaloa y se considere fijar la tarifa 1F en sus 18 municipios a lo largo de todo el año y no solo para el verano.

Asímismo, otro punto de acuerdo dirigido al titular de la Secretaría de Infraestructura y Comunicaciones y Transportes federal, para que rinda ante esa Soberanía (Senado de la República), un informe detallado sobre el motivo del incremento tarifarios que tendrán las casetas en nuestro país y en Sinaloa, así como del destino de los recursos de estos incrementos y su puntual seguimiento. Además de que se solicita se mantenga vigentes las tarifas que se aplicaban hasta el 6 de febrero de 2023; así como el incremento de estas, sea proporcional a la calidad del bien y servicio que se proporciona.

Del mismo modo, ha presentado senda terna de iniciativas para reformar las leyes del IVA, de la Industria Eléctrica y de Energía para el Campo. Las tres redundan en abaratar tarifas y costos en general, de servicios en los que el Estado Mexicano amenaza con eternizar su monopolio… y su deficiente cumplimiento con los estándares de servicio que el propio consumidor requiere.

Mientras tanto , el actual Gobernador de Sinaloa, siguiendo la tradicional fórmula de su “establo” de origen, la 4 T, está francamente preocupado por el rumbo que tome la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, de la cual depende su propio proyecto político, como la del resto de esta “clase política” de reciente cuño y de incierto futuro.

Solo simula Rocha Moya atender los problemas que realmente importan a la sociedad sinaloense. Aprendió Rocha Moya muy bien del clásico político sinaloense, finado ya y que en paz descanse, el exgobernador de Sinaloa, Jesús Aguilar Padilla, su mentor: “¡En cualquier mesa de trabajo, por arriba la política (la diplomacia o simulación)… y por debajo, ‘bolas’!”… Quedó para la posteridad ese ‘apotegma’ político que retrataba muy bien al desaparecido político cosalteco, hechura del también cetemista y también exlíder de los locutores de la CTM, Juan Sigfido Millán Lizárraga.

Por algo la gente los repudió en su momento… y los cambió por otros de diferente signo electoral.

El derecho de los mexicanos a un servicio de energía eléctrico de calidad, defendido con esa vehemencia por el senador Zamora Gastélum le dá, de entrada ya, medio pase de abordar para la ya inminente jornada electoral de 2024 en la que creemos, por su apego al trabajo legislativo y su seriedad, será uno de los muy pocos “mariscales” priístas actuales que alcanzarán la reelección… se la ganó desde hace tiempo.

Y a la vez, se consolida en la cada vez más próxima contienda por la gubernatura de Sinaloa, en 2027… si tan solo como Gobernador les pudiera garantizar a los sinaloenses el logro de conseguir la tan anhelada tarifa 1-F para todo el año, en el rasero de cobro para los usuarios de su Estado y la posibilidad de mantener ‘a raya’ a los concesionarios de usufructo de casetas de peaje que cruzan territorio estatal de Sinaloa, con eso… sí, con eso tendrían los electores la certeza de que el compromiso para buscar un ambiente de paz pública y legalidad en las calles y los poblados de aquella entidad, serían por fin una realidad.

De hecho escuchar a Zamora en corto, hablar con pasión del perfil que se ocupa no solo en los políticos –sino en los ciudadanos- en estos días de turbulencia civil gracias a la acción nefasta del crimen organizado ostentando control en regiones enteras del país, inspira cierta esperanza en los ciudadanos, de que sí quedan aun cuadros y elementos con compromiso, excelencia y verguenza social, dentro de la llamada clase política mexicana.

Sin duda, Xóchitl Gálvez lo debe tener muy cerca, como lo sabe aprovechar ‘Alito’ Moreno en el CEN del PRI.

Zamora Gastélum postula ideas frescas y valientes… disruptivas incluso, que le pueden proveer –cuando las necesite- a Xóchitl Gálvez, un arsenal de ideas y actitudes frente a la adversidad y de frente a públicos cada vez más exigentes e irreverentes.

Porque de que tiene pueblo… y barrio… también los tiene.

 

 

 

Autor: Héctor Calderón Hallal

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