“SIN MAÍZ NO HAY PAÍS” ¿Y LUEGO?
Felipe Guerrero Bojórquez
La exclusión de los productores de maíz de Sinaloa, del llamado Plan Nacional de Comercialización Justa, Directa y Sustentable del Maíz, tiene como eje una concepción ideológica del desarrollo y, por lo mismo, una prejuiciosa visión de la producción y los esfuerzos competitivos en el ámbito de la producción, comercialización y distribución de este grano. Por eso ese programa está destinado solo para los productores del sur del país, a los más “pobres”.
Este plan, excluyente en sí mismo, divide a los productores en “ricos y pobres”, como si la producción mayoritaria de maíz en Sinaloa no estuviera en manos de comuneros y ejidatarios con hasta 10 hectáreas la mayoría, y 20 hectáreas los menos, los que los convierte en el pilar fundamental de la siembra del grano para el país. Por eso cada vez que la presidenta Claudia Sheinbaum viene al estado, no solo presume que de aquí es su marido, sino que está en el “granero” de México. Y para pronto suelta esa frasecita a la que nos tiene acostumbrados: “Sin maíz no hay país”. ¿Y luego presidenta? ¿Por qué tan excluyente con Sinaloa?
No hay duda, no hay otra explicación: La razón central del gobierno de la 4T se basa en la idea absurda de que la mayoría de los productores del sur del país tienen 5 hectáreas, por lo tanto, los que tienen un poco más de tierra “son ricos” y no ocupan apoyos, a pesar de que en el caso de Sinaloa se produce el 25 por ciento del consumo nacional.
¿Tener 10 hectáreas o un poco más es ser rico? En esa lógica vale decir entonces que los que tienen 5 hectáreas son menos ricos. O al revés, si aquellos que poseen 5 hectáreas son pobres, la lógica nos llevaría a definir que los ejidatarios de 10 hectárea son menos pobres. Pero no, la división social que se hace bajo el rigor ideológico no tiene graduaciones ni medias tintas: O eres rico o eres pobre. O estás conmigo o estás contra mí.
En el fondo esa es la razón, y no otra, por lo que se excluye a los productores sinaloenses de maíz de ese programa, cuya denominación, en sí misma, ofrece el sello de clase: “Comercialización, justa, directa y sustentable”. Es decir, incluir a los productores de Sinaloa en ese programa le quitaría lo justo, lo directo y lo sustentable, porque para los ideólogos de la 4T los ejidatarios del norte y noroeste del país son ricos. Muy, pero muy decepcionante el papel de don Julio Berdegué Sacristán, a quien nos lo vendieron como científico de talla mundial especializado en materia de desarrollo productivo agrícola, con los más altos estándares. ¿Aún habrá quien se atreva a candidatearlo para la gubernatura de Sinaloa? “Sin enojarte Julio”, le dijo en una mañanera la presidenta Sheinbaum, a la hora de cederle la palabra.
Bueno, lo que está ocurriendo ahora con los maiceros y con otros productores agrícolas, pasó exactamente con la pesca: Le retiraron todos los apoyos, empezando por el subsidio al diésel. ¿Que hicieron? Darle siete mil pesos al año a los miles de pescadores desempleados, lo que se gastan en alimentarse cuando mucho en un mes, de modo que el resto del año sufren hambre y las embarcaciones en las que trabajaban se están pudriendo en los muelles por falta de mantenimiento. ¿Por qué? Porque no hay planeación, financiamiento, reproducción de la especie y vigilancia. Al igual que en la agricultura y las demás actividades productivas primarias, no existe un modelo de desarrollo sustentable financieramente, más allá de la dádiva. Lo que ha habido es obstrucción del desarrollo, debido al prejuicio ideológico de que todo aquél que tiene un barco es poderoso. ¡Terrible! No estamos en Cuba, en Venezuela o en Nicaragua, pero todo esto nos indica que el régimen de la 4T para allá va que vuela.
Pero volviendo al tema de los maiceros, no solo la falta de financiamiento y apoyo oficial los asfixia, sino la terrible sequía, contra la que en términos técnicos e infraestructura de emergencia el gobierno no movió un solo dedo, de modo que en lugar de los 6 millones de toneladas que normalmente se producen, ahora el ciclo se planeó para 2 millones de toneladas.
Eso sí, buenos para presumir, al igual que el dinerito que le dan a los pescadores, los saquitos de fertilizantes para los productores agrícolas, como si se tratara de la gran solución al agro sinaloense que cada vez más, al igual que la pesca, se deteriora por falta de financiamiento. Eso sí, crearon el Banco del Bienestar para distribuir el dinero de los programas de apoyo, pero enterrarron las expectativas, contra lo que prometieron, de una banca de fomento para el desarrollo de la pesca, la agricultura, ganadería, minería, el comercio etc. Ni siquiera un modelo cooperativista bajo el esquema de las históricas cajas de ahorro que funcionan en varios países de Europa con una misión social, y que compiten hoy con la banca comercial. En fin.
Concluímos: ¿Deveras presidenta, sin maíz no hay país? ¿Y luego? Ahí le hablan los maiceros de Sinaloa.