SOBRE EL CAMINO
Por. – Benjamín Bojórquez Olea.
La caída ética de la UAS…
La Universidad Autónoma de Sinaloa vive tiempos oscuros. No porque se haya ido la luz, sino porque se ha apagado la llama de la dignidad. Lo que alguna vez fue llamada la “máxima casa de estudios”, hoy parece un tugurio de acuerdos inconfesables, de cobardías institucionalizadas, de traiciones al pensamiento crítico y a la autonomía que tanto se presume y tan poco se ejerce.
El rector Jesús Madueña Molina, quien alguna vez intentó presentarse como un hombre de firmeza académica, hoy carga con el rostro derrotado de quien ha sido domesticado por la fuerza del chantaje o el miedo. No hay otra forma de explicar —al menos ninguna que se atreva a mirar a los ojos a los estudiantes— cómo es que se permite el retorno de Sergio Mario Arredondo Salas, un personaje expulsado de esta universidad por cobrar sin trabajar y señalado en su tiempo por denuncias de acoso sexual. Hoy, ese pasado vergonzoso es borrado con aplausos hipócritas y silencios cómplices.
¿Qué hay detrás de este acto de sumisión? ¿Cuántos expedientes guardados bajo llave? ¿Cuántas manos negras, cuántos acuerdos indecibles? Quiero pensar —quizás ingenuamente— que Madueña Molina se arrodilla para evitar el escarnio de nuevos señalamientos por corrupción. Que lo hace como estrategia. Pero al final, ¿de qué sirve una universidad sin escándalos si está vacía de principios? ¿Qué sentido tiene evitar los conflictos si para hacerlo hay que tragar mierda con los ojos bien abiertos?
La tragedia no es solo de rectorías débiles, sino también de micrófonos humillados. Radio UAS, otrora vocera de una resistencia crítica, ha sido domada. Hoy, quienes antes calificaban al gobierno de cínico y desvergonzado, siendo generosos, ahora lo ensalzan como si se tratara del mesías institucional. ¿Qué pasó, Willy Ibarra? ¿En qué rincón de tu apellido clasista y narcisista guardaste la dignidad que alguna vez fingiste tener? ¿Dónde quedó la crítica valiente, o al menos, la pretensión de tener una?
La nueva UAS, nos dicen, está viviendo “sus mejores tiempos”. Y sí, puede que para algunos esos tiempos sean buenos: sueldos asegurados, cargos reciclados, amistades restauradas. Pero para el pensamiento libre, para el espíritu universitario, para la vocación pedagógica, estos tiempos no son de gloria. Son de cloaca.
Porque al final, el problema no es solo Arredondo Salas ni Ontiveros Salas ni Madueña Molina. El problema es que la universidad, ese espacio que debería encender conciencias y formar espíritus críticos, hoy se arrastra como animal herido, pidiendo permiso para existir, a cambio de nunca morder la mano que la azota.
GOTITAS DE AGUA:
A los estudiantes: no se engañen. Este teatro no se hace por ustedes. Se hace para mantener el control, para evitar el castigo, para perpetuar los privilegios. La universidad está siendo vendida a pedazos, y lo peor es que muchos la compran sin preguntar el precio.
Vivimos en una era donde la humillación se disfraza de institucionalidad, y donde la crítica se castiga como traición. Y en medio de todo, la UAS, lejos de caminar por los pasillos de la historia, empieza a instalarse cómodamente en sus excusados. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…
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OV El Analista: https://ovelanalista.com/columna-sobre-el-camino/
