Paúl Chávez

Las olimpiadas no se tratan solo de romper récords deportivos sino de dar saltos cuánticos de diversos tipos, pero también suceden contrastes.

Rompiendo diques mentales.

La inauguración de las olimpiadas de París de 2024 rompió moldes mentales, paradigmas muy arraigados, que desafiarán a los siguientes juegos tal como lo provoca el romper los récords deportivos en cada una de ellas.

Primero: hacerlas fuera del estadio para ser presenciadas, unos dicen que por 300 mil otros que por 600 mil, espectadores en vivo a lo largo de un tramo de 5 o 6 kilómetros del Sena con gradas montadas en ambos lados y en sus majestuosos puentes; miles presenciaron la inauguración desde el balcón de sus casas, cosa impensable.

Segundo: mostrar un show dinámico como una película de acción a lo largo de ese trayecto requirió una extrema preparación, ensayos y coordinación previa. Sobresalió el movimiento de la cámara a través de los techos, las habitaciones, las fachadas, en los bordes del río y el magnífico sonido donde no vimos los micrófonos, técnicamente hicieron un alarde en esto. El caballo de acero iluminado flotando sobre el Sena impresionó.

Tercero: mostrar parte donde sucedió la historia en los magníficos palacios que adornan ambas orillas, un derroche de una exquisita y excelsa arquitectura muy propia, las escenas de los personajes de los cuadros del Louvre asomándose a la ventana para presenciar el evento y las estatuas griegas moviéndose donde “La Gioconda” desapareció, la reforzaron.

Cuarto: incorporar a muchos artistas y a los ciudadanos les deja una huella imborrable en su vida pasando de espectadores a actores como la subida de Zidane al metro y la entrega de la antorcha olímpica a 3 niños que caminan por las viejas catacumbas parisinas, las que permitieron “la resistencia” a la ocupación alemana en la 2ª Guerra y la aparición de un misterioso personaje que atraviesa techos superando obstáculos.

Quinto: mostrar algunos encantos de París en el trayecto haciendo un tour visual por otros lugares, navegar en un canal cercano, las calles de Le Marais, ver las ventanas de algunos palacios donde aparecieron actores y la inteligencia artificial mostrando a María Antonieta la más famosa víctima de la guillotina con su cabeza en sus manos, al igual como en la vida real los testigos presenciaron como Saint Dennis caminó con su cabeza en sus manos después que se la cortaron hacia el templo de Montmartre desplomándose al llegar, nombrándolo patrón de la ciudad.

Sin duda los franceses mostraron una concepción del evento muy distinta elevándola a otro nivel por su enorme complejidad aunque la lluvia no lo impidió.

Contrastes.

En México cuando volteas a todos lados vez puros mexicanos, en Francia hace tiempo que ya no es así. El país se ha enajenado especialmente con africanos, musulmanes y los continuos turistas. Esa mezcla se nota en su selección de futbol, en el deporte, los galos van desapareciendo debido a que tienen pocos hijos y su tasa de reemplazo poblacional es negativa supliéndola por los inmigrantes.

Lo vemos también en sus artistas y actores, especialmente en la mezcolanza de su cultura donde van cediendo sus valores cristianos que los han hecho sentirse orgullosos, por otros donde se mezclan ideologías confusas y decadentes, la parodia y burla a la “Ultima Cena” de Leonardo da Vinci sobre un puente con homosexuales y un tipo muy grotesco pintado de verde deja mucho que desear pareciendo escenas más dignas de Sodoma. No se atreverían a burlarse de las creencias musulmanas porque incendiarían la ciudad de inmediato.

Perder la identidad.

Una nación que se burla de su tradición y de sus valores históricos pierde su identidad como le sucede a quien va perdiendo la memoria. La faz de Francia parece más africana que europea, en esa amalgama no nos extraña las continuas convulsiones y protestas callejeras políticas y el terrorismo que dañó parte del sistema ferroviario el día de la inauguración.

Gobernar un país así es una tarea muy compleja como mantener la seguridad y mantener la ecología del Sena, semanas antes tuvieron que llevarse a otras ciudades como a 5 mil personas que vivían en las calles y hospedar algunos en asilos.

Valió la pena.

Sin embargo, el evento recobró la luz al final, reconociendo a tenistas y a deportistas de extraordinario desempeño y prestigio, ejemplo de valores para los jóvenes manteniendo en alto el espíritu olímpico que en esencia trata de la superación en todos los sentidos.

Las inauguraciones son emotivas, pero ésta conmovió cuando apareció Celine Dion, quebecoise y francesa finalmente, cantando arriba de la Torre Eiffel, el símbolo parisino, con una profunda emoción en su voz y en su rostro, reflejando la historia de su amor devoto a su difunto esposo enfermo y ella superando su rara enfermedad de rigidez, concentró las emociones hasta las lágrimas al cantar como “si se fuera a morir mañana”, el título de otra canción francesa, una chansón de la célebre Edith Piaf:

“Le ciel bleu sur nous peut s’effondrer, et la terre peut bien s’écrouler”…

“El cielo azul sobre nosotros puede caer, y la tierra bien podría colapsar. No me importa si me amas. No me importa. Mientras el amor inunde mis mañanas. Mientras mi cuerpo tiemble bajo tus manos. No me importan los problemas. Mi amor, ya que me amas”

“Sobre el cielo de París” recordando a Edith, mientras el mundo escuchaba a Celine, el globo iluminado sembró esperanzas haciendo que brillara de nuevo “Lutecia”, la Ciudad Luz, que la hace tan única y tan atractiva.

paulchavz@gmail.com

Una inauguración olímpica con luces y sombras

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