Héctor Calderón Hallal

 

Era el final del gobierno encabezado por el economista Ernesto Zedillo Ponce de León; el primer y único presidente mexicano egresado del Instituto Politécnico Nacional y no de la UNAM, por lo que rompió esa especie de “jettatura” impuesta desde por lo menos Miguel Alemán Valdés, con dos períodos intermedios de excepción en la llamada “era civil”: Gustavo Díaz Ordaz, egresado de la Universidad Autónoma de Puebla… y Adolfo Ruíz Cortínes, de la “universidad de la vida”, como él mismo solía definirse con ironía y cierto aire de orgullo.
Ernesto Zedillo, no obstante ser un prominente burócrata de alto rango en finanzas públicas, puede decirse que alcanzó el grado de “hombre de Estado”, en tanto supo sortear y hasta librar mediáticamente un par de fuertes como históricos problemas de tipo financiero, que le estallaron durante su administración: El “error de diciembre”… y el Fobaproa.
Y en tal virtud, al hacerse diestro en los temas de la política nacional, desde los puestos más encumbrados incluso antes de arribar a la Presidencia de la República, por supuesto que alcanzó el nivel de político, con el inteligente y poderoso respaldo del brillante abogado y político chihuahuense, Liébano Sáenz… aunque sus detractores y malquerientes (entonces no tan crecidos ni tan “echados pa’ delante al momento de vociferar), desde algún desvencijado escritorio de docente de universidad pública o desde algún panfleto agonizante de la entonces “lumpenpolítica”, lo confinaran a ser –según su valoración opositora endémica- un técnico político… o un “tecnoburócrata”.
…Quesque porque hablaba muy bien inglés y articulaba en base a supuestos de la econometría y la lógica de los mercados… ¡pues sí!… Eso era lo que ya se necesitaba al frente del Gobierno… y se sigue necesitando.
Cuadros profesionales… serios.
¿Pues cómo esperaban que articulara, con discursos floridos y decimonónicos como los de José Vasconcelos o con la agudeza retórica de Ricardo Flores Magón?… romantizando con los ya para los noventas, muy manoseados conceptos como el “nacionalismo febril” o la vigencia de la lucha de clases producto de las “revoluciones sociales” aun en proceso, según la óptica de muchos trasnochados y melancólicos revolucionarios, de sindicalistas ateos o de marxistas guadalupanos, en el peor de los casos.
Zedillo fue un político de su tiempo, moderno… que tuvo en Carlos Salinas de Gortari al mejor antecedente y ejemplo posible en los temas del impulso a la modernización y apertura económica de la vida nacional.
Pero también Zedillo –y eso hay que valorarlo ampliamente- tuvo los arrestos suficientes para desafiar los afanes de maximato del mismísimo Carlos Salinas de Gortari, en ese tiempo convertido en un fenómeno de popularidad todavía, pero con toda la probidad que le daba el haber sido el auténtico gestor del tratado de libre comercio con América del Norte, medalla de la cual se siguen ufanando hasta el propio presidente actual y sus colaboradores, aun cuando en su tiempo no dejaban de criticar y menospreciar.
Otro gran logro del doctor Zedillo, fue la creación de las “afores” y el ordenamiento de las finanzas públicas, mediante el incremento del IVA y con el apoyo del crédito que el presidente de los Estados Unidos, William Clinton, le otorgó de manera personal y que, el presidente mexicano logró pagar antes del tiempo pactado… Y ¿qué decir de la reestructuración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
¿Y alguien puede decirle con sustento a Ernesto Zedillo que es corrupto o es blandengue?… Su fama pública nacional e internacional, no está a discusión.
El suscrito está consciente de que quizá ni Francisco Labastida ni Manlio Fabio Beltrones… vamos, ni el propio Carlos Salinas de Gortari, ni su hermano Raúl, tengan la misma opinión tan favorable hacia Ernesto Zedillo que la que se comparte aquí.
Se entiende, pero…
Sin embargo, hay que reconocer y decirlo con todas sus letras: …¡Cuánta falta hace en estos momentos!… un candidato presidencial con un perfil profesional, con la voz completa, el conocimiento, la experiencia y los “cataplines” necesarios para explicarle a la población –sin teleprompter de por medio ni disfraz alguno encima- el grado de engaño de los panegiristas de la autoproclamada “Cuarta Transformación” y la necesidad de un gobierno eficiente y eficaz, serio en sus diagnósticos y que privilegie el orden y la legalidad, en un marco de equidad e igualdad genérica.
Un gobierno que pudiera actuar desde el primer día de gobierno, desenterrando todas las esperanzas de justicia y de genuino humanismo, que yacen bajo la corteza terrestre de la patria misma, a lo largo de toda su geografía, donde seguramente este gobierno ineficaz y mezquino, pretende esconder su negligencia criminal y su palabra empeñada durante veinticuatro años de promesas y… de sublimes contrastes retóricos.
Un Zedillo o un Salinas incluso, tal cuales eran, en estos tiempos de campaña… le hubieran “partido su mandarina en gajos” al famoso López Obrador y a su gente.
No hay, hoy día, un líder serio, con esa probidad y ese empaque desafortunadamente.
Y…. paradójicamente…
¡Qué curioso es el destino… injusto incluso!.
A inicios del año 2000, el entonces dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el aun joven tabasqueño Andrés López Obrador, habría llegado con su familia de tres adolescentes y su esposa Rocío, a su modesta casa de la colonia Gabriel Toriello Guerra, en la hoy alcaldía de Tlalpan, en la zona de hospitales pues y, desde 1999 mismo, habría venido maquinando la idea de ser el candidato del partido del sol azteca a la Jefatura de Gobierno… por su “simpatía y frejcura”…seguramente. Pero contaba con un serio impedimento de tipo legal… su credencial electoral para votar había sido expedida en Villahermosa, Tabasco, toda vez que apenas se estaba mudando a ese domicilio en la capital de la República; por lo que era imposible que se inscribiera en el proceso electoral, por razón de que los plazos legales se habrían vencido ya.
Sólo había un individuo sobre la faz de la Tierra a quien el entonces IFE podría hacer caso –obedecer- materialmente en el caso de “tener excepciones para alguien”… se trataba del mismísimo Presidente de la República, que estaba materialmente en sus últimos días de mandato… sí, Ernesto Zedillo Ponce de León.
Fue él quien autorizó que AMLO se inscribiera en el proceso de la capital, sin estar en el padrón de la Ciudad correspondiente, no obstante no le asistía ese derecho, pues su residencia legal estaba supuestamente en su entidad natal, según lo hacía constar la credencial del órgano electoral de Tabasco.
Así entonces, pudo participar y hasta ganó la entonces regencia capitalina.
Como diría Felipe Calderón, “Haiga sido como haiga sido”… fue Zedillo quien le abrió el camino al poder.
Recientemente, Andrés Manuel López Obrador, habría arremetido con críticas agrestes la política económica del sexenio de Zedilo, enderezando su ácida denostación al tema del rescate del fideicomiso del llamado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).
Situación que de no haberse atendido como se hizo, en tiempo y forma… como lo hizo el último gobierno priísta del siglo XX, encabezado por el propio Zedillo, hoy lo estaríamos lamentando amargamente los mexicanos.
Y Argentina y Venezuela nos “quedarían chicos” por el desastre económico que habría generado el no rescatar a la banca.
López Obrador se molestó desde que se anunció su presencia en el evento organizado por el grupo Actinver, en calidad de Orador Principal, al igual que el expresidente derechista español, José María Aznar… y se soltó desacreditando a la persona y al gobierno EZPL.
Zedillo le contestó con una elegancia supina: dibujó un rosario de “atributos” personales e institucionales del actual dictador venezolano Nicolás Maduro que curiosamente son idénticos a los del presidente mexicano actual y sus políticas públicas… casi siempre posponiendo el estribillo en su discurso de : ¡”Estoy hablando de Venezuela ¿eh?… No se vayan a pensar que de otro país”…. Lo que de inmediato arrancaba las carcajadas de los altos empresarios y banqueros asistentes al evento, al momento de entender el eufemismo…y la ironía implícita.
Además, EZPL dibujó contextualmente su genuina aspiración porque en este inminente proceso electoral mexicano, se imponga la “lucha de las ideas”; y que de este pueda emerger un presidente que se gane su lugar con las mejores políticas públicas posibles, que satisfagan las demandas de la gente y que evite caer en el deplorable y reprochable ejercicio de sustentar sus aspiraciones de grandeza, diciendo mentiras y practicando la demagogia.
Hablando ya frontalmente el expresidente Zedillo, lo menos que le dijo la tarde de ayer a López Obrador fue que “Cada que algún político que no entiende algunas cosas y quiere insultar a alguien, le dice ‘neoliberal’!”… en clara alusión al Ejecutivo mexicano.
Y para rematar su intervención en la Conferencia Magistral de Grupo Actinver, el expresidente Zedillo llamó a la ciudadanía a “defender la democracia y frenar el avance de los regímenes populistas”.
Al parecer, AMLO le tiene más gratitud al expresdente Peña Nieto, único expresidente al que “respeta” y no critica… que a quien genuinamente le abrió la puerta al poder y a la posibilidad de hacer una carrera en la política de grandes ligas de este país, como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.
¡Qué poco agradecido!.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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