La fiesta de los banqueros estaba puesta. Los aplausos que abrían la conferencia matutina de este jueves por el gusto de volver a ver los rostros del gremio y de los representantes de los medios de comunicación —luego de dos años sin encontrarse por la pandemia— vaticinaban una convención sin contratiempos. Sin saberlo, a 390 kilómetros de distancia, desde Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador no se aguantó y soltó a su tigre: ‘Ayer [miércoles], aquí, en México, el Banco de México (Banxico) aumentó la tasa de interés 0.50 puntos. Vamos a tener una tasa de 6.5%”.

Apagando fuegos

Se trataba de un hecho sin precedentes. El titular del Ejecutivo ‘spoileaba’ a Banxico y volvía a meter ruido de un tema que parecía superado: la autonomía del banco central. La convención de los banqueros tomó un rumbo diferente. A los mariachis que estaban en la entrada del hotel Princess Mundo Imperial —sede del evento bancario— que amenizaban la llegada de los visitantes solo les faltó tocar “Pero qué necesidad”, de Juan Gabriel, que encajaba con los rostros atónitos de varios asistentes. Todos evitaban hablar del tema. Banqueros y funcionarios, entre ellos el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y el subsecretario, Gabriel Yorio, escapaban de la prensa y de la pregunta obligada del día. Sus rostros reflejaban incomodidad. Solo uno que otro banquero se atrevía a decir, eso sí, en corto, que eso no se valía. Más tarde, a las 13 horas del jueves, Banxico anunció la decisión de política monetaria, pero ya no hubo sorpresa, la noticia de que el banco central mexicano replicaba la acción tomada por la Fed la semana pasada, cuando ajustó al alza el rango de la tasa de interés, ya era de dominio público. En los pasillos del Princess Mundo Imperial todos están a la expectativa de la llegada de los miembros de la Junta de Gobierno del banco central. Otros están atentos a Twitter, un canal en el que a Gerardo Esquivel, subgobernador de Banxico, le gusta escribir. De pronto, la figura de la subgobernadora de Banxico, Galia Borja, aparece. Con lentes oscuros y un vestido gris con negro cruza el camino y es la primera en apagar un fuego ajeno.

Usted disculpe Lee

“No, y no creo que haya ningún peligro. Puedo decir que la decisión la tomamos cinco miembros de la Junta de Gobierno”, respondió a la pregunta sobre si el madruguete del presidente ponía en riesgo la autonomía del instituto central. Minutos más adelante, con un saco azul oscuro de lino, camina a paso acelerado Gerardo Esquivel. No quiere dar respuestas. “Ahorita no, déjenme llegar primero y luego hablamos”. Solo ataja a contestar una pregunta de por qué ahora votó igual que el resto de sus compañeros por subir 50 puntos base la tasa de interés. “El conflicto geopolítico. Es una realidad muy distinta ahora”. Llegó la hora de la verdad. Los banqueros del país y autoridades monetarias y hacendarias esperaban la llegada del presidente López Obrador a la inauguración del evento. Rogelio Ramírez de la O, titular de Hacienda, y la gobernadora de Banxico, Victoria Rodríguez, quien está todo el tiempo de espaldas al público, pasan varios minutos platicando. Ella habla y mueve las manos; él solo escucha. Para entonces corre la noticia de que quien filtró al presidente la decisión de Banxico fue alguien de Hacienda. Comienza la inauguración del evento y es el turno de López Obrador para tomar la palabra. Después de 10 minutos sucede otro hecho sin precedentes: el presidente ofrece disculpas a Banxico por ventilar la decisión antes de tiempo… “pensé que ya se había hecho público [el alza de tasas]”. La acción del presidente le ganó el aplauso de todos los asistentes. Es de sabios reconocer los errores, dice el viejo adagio. Ya terminada la inauguración, Irene Espinosa, subgobernadora de Banxico, acepta la disculpa del presidente de México. Más tarde, Gerardo Esquivel hace lo propio. Ambos reconocen la relevancia de que aclarara al público el traspié. Las disculpas parecen dejar más calma tras un día agitado. Sin embargo, la convención bancaria ya no fue la fiesta que se esperaba… y ni siquiera la Selección Mexicana ayudó a hacer más decorosa la celebración. Otro tigre rugió fuerte esta vez.

 

Con información de EXP

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