Doblarse ante el poder presidencial es la nueva ideología del PRI adoptada en su 23 Asamblea Nacional. “Darle una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”, como dijo Rubén Moreira, es un acto de rendición para que no les investiguen sus corruptelas.

Ese es el PRI del siglo XXI. Sus dirigentes tienen miedo –y con razón—de ser llamados a cuentas, aunque en la conciencia de la mayoría de los mexicanos están sentenciados: corruptos. Es el partido político con mayores negativos.

Ni Moreira ni su actual dirigente, Alejandro Moreno, están a salvo de ser exhibidos por la justicia. Saben que el presidente Andrés Manuel López Obrador puede activar sus expedientes si se oponen a sus reformas. Por eso, ahora se dicen de “centro izquierda”, como una manera de congraciarse con el tabasqueño.

En el PRI siempre han existido corrientes progresistas, pero ninguno de esos dos personajes pertenece a estas; nunca se opusieron al neoliberalismo cuando se beneficiaron de él. Por el contrario, lo defendían, apoyaban y aprobaron, como legisladores, todo lo que enviaban los presidentes “neoliberales”.

Ahora se dicen de izquierda. El oportunismo los distingue. Buscan acercarse a la llamada cuarta transformación (4T) a través de imponer en los documentos priistas palabras que solo obedecen a sus propios temores.

Los priistas no buscan robarle base social y/o electoral a Morena con esa patada al neoliberalismo ni con el repentino corrimiento a una supuesta izquierda que ni conocen, solo pretenden congraciarse con el inquilino de Palacio Nacional para esquivar las investigaciones que existen en su contra.

Con esa burda maniobra quieren evitar dejar de ser señalados como corruptos neoliberales, pero esa tilde la tienen desde hace mucho y se ha acrecentado durante la dirigencia del llamado Alito.

En el PRI de Moreno ni siquiera han tenido la habilidad política para acercarse al Gobierno. El Presidente los convocó a sentarse con el secretario de Gobernación y ni siquiera lo escucharon.

Directo al precipicio y a la extinción llevan al PRI los actuales dirigentes. El PAN está a tiempo de sacudirse a ese lastre llamado Partido Revolucionario Institucional, porque esa alianza lleva al blanquiazul al mismo destino.

Moreno Cárdenas actúa como dictador y en verdad cree que puede ser presidente de la República. Iluso.

Directo. Al clausurar el período de sesiones, la presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero, reconoció la apertura al diálogo de los grupos parlamentarios y destacó que el debate y la pluralidad son fundamentales para la construcción de acuerdos. La ministra en retiro tuvo fuertes encontronazos con la panista Lilly Téllez, pero esa es la esencia del debate Legislativo.

Indirecto. Santiago Creel le dio una cátedra de política a la dirigencia del PAN. Con solo una carta propició el diálogo con el Gobierno. Marko Cortés, en más de tres años, solo ha podido sentarse con sus aliados y perder elecciones.

 

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