En otra jornada deslizándose al borde del precipicio y en medio de toda clase de reproches entre las dos formaciones del Gobierno y de sus aliados parlamentarios con ellos, el Congreso ha sacado finalmente adelante este jueves la controvertida ley de bienestar animal y la reforma del Código Penal para castigar más el maltrato animal. Unidas Podemos, impulsora del proyecto a través del Ministerio de Derechos Sociales, tuvo que tragar con dejar fuera de las protecciones previstas en la norma a los perros de caza, después de que el PSOE se aliara en este punto por la derecha. Las formaciones del Ejecutivo ofrecieron un nuevo espectáculo de división en una semana en que se han agudizado sus enfrentamientos públicos por la reforma de la ley del solo es sí. Tras una mañana de intriga, el texto salió a favor con 174 votos a favor y 167 en contra.

El debate final de la ley fue la culminación a un trámite tempestuoso, repleto de interrupciones por las discrepancias sobre su contenido y que acabó derivando en un fuerte choque entre los dos partidos del Gobierno, por mucho que acabasen votando juntos. La sesión fue un constante chorreo de recriminaciones: de Unidas Podemos al PSOE por haber sacado adelante con la derecha la “enmienda de la vergüenza” que excluye a los perros de caza de las protecciones previstas en la norma; de los aliados parlamentarios —también de los que, pese a todo, permanecieron fieles al Gobierno— por una tramitación que denunciaron como “caótica”; y de la derecha, que en su cascada de acusaciones llegó hasta a denunciar, por boca tanto del PP como de Vox, que con las nuevas leyes se podrá castigar hasta a quien “exterminar ratas en su casa”. En eso al menos sí coincidieron los dos partidos del Ejecutivo, que calificaron de “bulos” tales conclusiones.

Los aliados del Gobierno se dividieron. De un lado, ERC y EH Bildu apoyaron la ley a regañadientes y tras lanzar críticas muy ásperas por la exclusión de los perros de caza. Más País, en cambio, se descolgó de la mayoría por esa razón y por otro de los motivos que más desgrada a los grupos de izquierda: que se permita conmutar por una multa las penas de cárcel por maltrato animal. PNV y PDeCAT también se pasaron al no, aunque en este caso con el argumento central de que la ley invade competencias de las comunidades autónomas. Por el contrario, el Gobierno logró un apoyo menos habitual, el de la CUP, y logró salvar el apuro gracias a varias abstenciones, entre ellas la de Junts.

Hasta el último momento, los pasillos y el patio del Congreso hirvieron de cábalas ante la incertidumbre del resultado, mientras continuaban las negociaciones y algunos grupos escondían hasta el último minuto el sentido de su voto. Fuera de la escena, los cargos de La Moncloa estaban se movilizaban a golpe de teléfono para contactar hasta con el grupo más pequeño. Como tantas otras veces esta legislatura, ningún voto sobraba. La situación era tan extraña que dentro del hemiciclo la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, incluía al PDeCAT en los agradecimientos a los grupos que supuestamente iban a apoyar la ley, mientras fuera del salón de sesiones el grupo catalán anunciaba su voto en contra.

Cruce de críticas

El Gobierno se vio en medio de un contradictorio cruce de críticas. Por la izquierda, acusaban al PSOE de haber sucumbido al “lobby de la caza”. Y por la derecha de hacer una ley con criterios urbanitas e “ignorando al mundo real”. El cuadro se completó con las recriminaciones entre los dos socios del Gobierno, cuya discrepancias ya jalonaron todo el trámite previo. El diputado de ERC Joan Capdevila lo describió con mordacidad: “Se han dedicado a jugar al relato. No se trataba de quién mataba la ley sino de a quién culpar de matar la ley mientras los demás íbamos poniendo oxígeno para mantenerla”.

Unidas Podemos no se reprimió en airear durante el debate los reproches más amargos a su socio de Gobierno. Dirigiéndose a la bancada de la derecha, el diputado Juantxo López de Uralde afirmó: “El PSOE se ha arrodillado ante ustedes”. Luego la propia ministra Belarra acusó a los socialistas de ponerse al lado de “los que cuelgan de los árboles a los perros de caza y entierran cachorros en cal viva”. Mientras, en el patio, las críticas se deslizaban en voz baja en los corrillos con periodistas, donde se cruzaban culpas por las dificultades para encontrar apoyos entre los grupos. Los socialistas evitaron entrar a la disputa y su diputada Begoña Nasarre se limitó a pedir a sus socios que no alientan la “confrontación”. “Ahí es donde nos quiera la derecha”, afirmó.

Pese a todo UP prefirió finalmente mantener una ley salida de uno de sus ministerios, aunque con esa exclusión impuesta a medias por el PSOE y la derecha. Belarra lo justificó así: “La tramitación de esta ley ha sido enormemente difícil y hemos llegado lo más lejos que hemos podido con las fuerzas que teníamos”. Cuando se hizo público el resultado de la votación, solo los diputados de Unidas Podemos se levantaron para aplaudir, mientras los del PSOE hacían la estatua.

Con información de El País

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