Hoy concluyen las precampañas electorales en la carrera por la gubernatura mexiquense y se da en un interesante escenario: en el municipio de Texcoco, considerado ahora como bastión del morenismo.
Hoy en Texcoco habrá tensión sin duda, porque el PRI se mete, literal, a la cuna del movimiento de regeneración nacional, algo que los morenistas criticaron durante toda esta semana al calificarlo como una provocación a su partido.
Lejos de ellos, durante estas primeras semanas de acercamiento con sus militancias, ambos partidos realizaron eventos prácticamente organizados por los alcaldes, pero que sirvieron a las aspirantes de Alejandra Del Moral y Delfina Gómez para hacer un diagnóstico y preparar la artillería en las campañas.
¿Quién gana más en este primer episodio electoral? Para el priismo sirvió como una forma de sanar las heridas, provocadas tras la unción de Del Moral, con las estructuras de Ana Lilia Herrera Anzaldo y Laura Barrera Fortoul, pues recordemos que se dio en formas poco inteligentes e institucionales. Además, Del Moral hizo todo lo posible en estos días por reencontrarse con la militancia que hirió desde que era la dirigente del CDE, gente de sangre priista que por la misma personalidad de la futura candidata se alejó, pero que sigue ahí, fiel al partido.
El capítulo “valiente” deberá llegar a su fin e innovar en una nueva estrategia durante las campañas, pues sabemos que la debilidad del partido es la reputación que carga desde hace 80 años.
Mientras tanto, a Delfina Gómez le sirvió para poder ver que no la tiene tan segura como piensan sus dirigentes, que la soberbia será su principal riesgo y que necesita apretar en su andar con sus propias estructuras. La ex secretaria de Educación carga un señalamiento comprobado de desvío de recursos públicos cuando era alcaldesa en Texcoco y no tan buena reputación en su paso por la SEP; pero por el contrario, la gente la ubica, la conoce, la ve cercana.
Está ya puesto el escenario para el verdadero “tiro” como dice la priista, será una elección de solo dos candidatas fuertes y un Movimiento Ciudadano que jugará con la misma carta que en el 2017, con un Juan Zepeda encargado de quitar votos a Morena como lo hizo en aquella elección, una estrategia que favorecería al PRI sin duda alguna, pues aspiraciones naranjas no hay en la entidad.
Con información de Milenio

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