DOMINGRILLA


LA EXPLICACIÓN DE AMLO:
CIVILES CONTRA ARMADOS;
CORTÓN A ESTRADA, FOTO
PARA EL QUÍMICO BENÍTEZ

FRANCISCO CHIQUETE

Al presidente Andrés Manuel López Obrador ya se le ven las costuras en su narrativa. Ha perdido o se ha desgastado el ingenio, el chispazo que deslumbraba y le permitía salir ileso de cualquier compromiso. Hoy es muy difícil hacer pasar esa versión de que no es el narco quien cuida los caminos de la sierra, sino ciudadanos armados que tratan de evitar que haya gente armada circulando por ahí.
Como es bien sabido, el viernes pasado un grupo de periodistas venidos de la Ciudad de México (la fuente de Presidencia) recorrió el tramo de la carretera en construcción Badiraguato Sinaloa- Guadalupe y Calvo, y en un paraje solitario fueron detenidos por un retén de personas fuertemente armadas que les preguntaron qué andaban haciendo, si llevaban armas y si las cámaras que portaban estaban apagadas.
Se trataba de hombres vestidos con uniformes tipo militar -tácticos, se les describe- que a simple vista mostraban su condición de civiles, pues en lugar de las botas militares traían huaraches de la región y viajaban y operaban en unidades particulares, sin insignias o relación con las policías municipales, estatales o federales.
Fue un mero incidente, sin consecuencias qué lamentar, pero evidencia cómo el narco está apoderado de territorios en que el gobierno es omiso. Pero el presidente simplemente descalificó el asunto. No pasó nada, dijo, son ciudadanos que vigilan que no haya gente armada. Y recurrió a su escudo de siempre: no son narcos apoderados del territorio, eso lo dicen los conservadores. Y por supuesto, culpó a Felipe Calderón, cuyo secretario de Seguridad está preso en los Estados Unidos. Ellos sí provocaban esas cosas, dijo.
Quizá el presidente, viéndose rodeado de periodistas locales, pensó que sus palabras eran exclusivamente para el consumo regional, pero tenga usted por seguro que la explicación de los ciudadanos vigilantes va a trascender internacionalmente y los críticos extranjeros lo tomarán como una confirmación de sus dichos frecuentes: el narco controla en México territorios a los que no accede el gobierno.
En realidad esos territorios son del crimen organizado desde hace mucho tiempo, aunque cuando al gobierno le interesa, puede mandar vigilancia temporal, como ocurrió en aquel primer recorrido del presidente por esa zona, cuando los civiles armados dejaron de circular. La que sí se movilizó fue la señora María del Consuelo Loera Pérez, mamá del Chapo, en ese saludo que hasta la fecha el presidente sigue justificando con argumentos de carácter humano.
En esta ocasión López Obrador supervisó la carretera desde un helicóptero, de modo que no consideraron necesario destacar elementos por el camino. El problema es que nadie se acordó de que los periodistas irían por tierra.
DESDE AQUELLOS TIEMPOS
Esta carretera que conecta a las poblaciones del triángulo dorado tiene sus antecedentes.
El gobernador Alfonso Genaro Calderón Velarde, quien ejerció el cargo de 1975 a 1980, tuvo como principal divisa de su régimen la incorporación de los altos al progreso de Sinaloa, y para ello diseñó y ejecutó un ambicioso programa carretero y de caminos rurales, que permitiría llevar médicos y medicinas, alimentos y servicios a los pobladores.
Cuando las primeras obras se ejecutaron, hubo una gran gira de trabajo, un gozoso recorrido con que se quería demostrar el avance de aquella parte marginada de nuestro estado, la apertura de oportunidades de trabajo, de redención social. Extrañó sin embargo, que al paso de la comitiva abundaban las camionetas estacionadas sobre los pavimentos recién tendidos, la existencia de mansiones equipadas con antenas parabólicas (una impresionante novedad tecnológica en esos momentos), plantas eléctricas de uso particular y otros beneficios que no eran para todos, por supuesto, pero que mostraban cómo se distribuía el poder en esas zonas antes olvidadas.
HAY CARIÑO
Una cosa es innegable: el presidente mostró gran cariño por el estado y por el gobernador Rubén Rocha Moya, pues en todo momento insistió en que a su paso por la entidad se sintió tranquilo y seguro. Ni el episodio de los civiles armados de la sierra fue asumido como elemento de riesgo. Admitió el aspecto negativo de que anduviesen vestidos como militares, pero aún en eso dijo que no pasa sólo en Sinaloa, sino en diversas partes del país.
Se suponía que uno de los resultados de esta gira, sería la solución definitiva al problema político que existe con el alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, a quien se tiene bajo amenaza de desafuero mediante juicio político. Pero si bien el presidente recomendó el diálogo para resolver la demanda de las viudas de policías muertos en el cumplimiento de su deber, a quienes aún no seles pagan las pensiones correspondientes, al final mandó el caso con el secretario de Gobernación y declinó pronunciarse en torno a otros dos problemas que tienen en jaque al alcalde culiche, entre ellos las tarifas por consumo de agua potable. Eso que lo resuelvan los sinaloenses, dijo, en un aparente aval a que las cosas continúen por el mismo rumbo.
TRATOS DISTINTOS
Fue una gira amarga para Estrada Ferreiro. La llegada de Andrés Manuel sólo le dio la oportunidad de un salido frío y distante, y horas después, un descolón que le reveló inclemente el panorama de su suerte política: intentó entrar a la Novena Zona Militar, donde se desarrollaba la Mañanera, y no le permitieron el paso. No es usual que los alcaldes estén, justificó López Obrador, pero sí lo era. El propio Estrada Ferreiro había estado en las anteriores, aunque no en el presídium, sino en las sillerías laterales.
Muy caro le está costando ese carácter terco, necio, que si bien le permitió ser candidato a la reelección cuando ya nadie daba un cinco por él, en contrapartida le ganó la enemistad del gobernador y de todo su equipo, e incluso de varios otros equipos de Morena, con todo y la dispersión que existe entre ellos.
Caso contrario el del Químico Benítez, el alcalde mazatleco que no estaba programado ahí ni para asomarse, pero que se pudo colar para darle un saludo al presidente. Desde la camioneta, López Obrador sacó la mano y lo saludó sonriente. Con eso tuvo: el propio Químico divulgó la foto en que tiene la diestra presidencial entre sus dos manos tan efusivamente, que todo el que ve esa gráfica pregunta por la otra, aquella en que seguramente le está dando el beso en los nudillos.
Cosas de la política. Contra el Químico no se ha buscado instaurar juicio político, por más que una organización y un diputado federal morenistas insistan en exigirlo. Para el presidente no es problema retratarse con un alcalde a quien la Auditoría Superior de la Federación requiere solventaciones por un ejercicio dudoso de 800 millones de pesos, que compró lámparas lujosas para el alumbrado público por 400 millones más y que pagó obsequioso 141 millones a un grupo empresarial que ahora exige que le dupliquen esa cantidad, en un trato hostil que no ha impedido una actuación untuosa de parte del municipio, que va desde convivir públicamente con ellos en pachangas y festines, hasta construirles dos megatopes frente a uno de sus hoteles. Y eso sin contar las autorizaciones a asuntos como el restaurante de los palafitos en Olas Altas, y el inminente proyecto de un puente sobre la calle Belisario Domínguez, una de las principales joyas del Centro Histórico.
LOS DISLATES DE ALITO
El espionaje político que ya no existe en este gobierno, ha hecho estragos en el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, a quien no han tenido que inventarle nada, ni mostrar lo que le han escarbado en el gobierno del estado de Campeche. Por lo pronto sólo han tenido que hacer correr las expresiones torpes en que reclama las bajas aportaciones de sus proveedores usuales durante las campañas electorales, y en que advierte cómo a los periodistas no hay que matarlos a balazos, sino de hambre, entre otras expresiones que muestras con certeza y claridad la mentalidad con que han ejercido el poder y con la que pretenden recuperarlo.
Un amigo analista considera que con esto, Alito se ha convertido en un estorbo para la Alianza Opositora, por el descrédito que le trae. Yo creo que no, que si acaso servirá el episodio para convencerlo de que no puede ser candidato presidencial, sino operador de los acuerdos (y todavía pienso que patalearía para seguir soñando), pero que su descrédito no le estorbará para tratar de seguir en la cúpula, ni les estorbaría a los panistas y a los perredistas para aceptarlo en las negociaciones. El desprestigio que ya trae Alito no se puede incrementar más, y el de sus colegas de alianza también reúne historias poco edificantes, por eso es que no han podido levantar cabezas frente a un gobierno poco eficaz pero altamente popular.
UNA BUENA Y LA
MALA DE SIEMPRE
Muchos nos preguntamos por las motivaciones del presidente para venir a Sinaloa y las respuestas son muchas: desde la vecindad con Durango, estado en proceso de elección de gobernador, donde una manita virtual no caería nada mal a Morena, hasta la condición de viajante permanente, que tanto satisface a un presidente siempre en campaña, haya o no elecciones.
Las dudas se acentúan porque el programa traía la supervisión de las mismas obras de las visitas anteriores, en las que no ha habido avances físicos significativos qué supervisar. Ayer sin embargo hubo un anuncio no nuevo, pero más en firme: el sur de Sinaloa tendrá dos plantas hidroeléctricas, que reforzarán la generación eléctrica para la región.
Qué bueno, esa infraestructura siempre es importante, pero por ahí se dijo antes que el Río Presidio no era un candidato idóneo porque frecuentemente duraba meses con el cauce seco. NO así el Baluarte, cuyas aguas son abundantes todo el año. Esperemos que se hagan.
Lo malo en el balance de la visita es que desde el propio gobierno se alimentó la esperanza de que el viernes, durante la Mañanera desarrollada en Culiacán, se diese a conocer la solución al caso de nuestro compañero Luis Enrique Ramírez, asesinado el cinco de mayo, y de cuyo expediente se dijo que ya había sido resuelto con la identificación de dos asesinos materiales, contra quienes, se llegó a decir, había orden de aprehensión. Pero no, ni anuncio, ni identificación en público, ni mucho menos órdenes de aprehensión. Ya merito, dicen.

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