El director general de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Marx Arriaga Navarro, aseguró que las críticas que han recibido las asambleas para modificar el plan de estudios y los libros de texto son de la derecha, que defiende y promueve una enseñanza empresarial.

Señaló que, según la derecha educativa, el Magisterio no puede tener la responsabilidad de participar en el diseño de los libros de texto, ni en los programas y planes de estudio, y que para eso necesitarían especialistas.

“Eso es lo que estamos tratando de combatir hoy, este despotismo que hemos visto en ciertas clases, en cierta postura de la Secretaría de Educación Pública, donde nos han siempre señalado que ésta es la indicación que se debe seguir, pero no nos han invitado a participar y a construir lo que en realidad deba suceder en la aulas de clase”.

En la Asamblea de Análisis del Plan y los Programas de estudio para el diseño de los Libros de Texto Gratuitos para la Educación Básica, que tuvo sede en Campeche, Arriaga Navarro dijo que no aceptaría que se imponga una política educativa sin pasar antes por un acuerdo nacional.

“Y estas asambleas a lo largo del país, son el primer paso para concretar los documentos rectores que el país requiere. La rectoría de la educación no está en manos de los empresarios u operada por los actores políticos, la rectoría de la educación la tiene el magisterio y la ejerce por medio de una democracia participativa”, aseveró.

Desde Campeche, el funcionario denunció que el actual sistema educativo prepara “perfiles neoliberales”, mientras que el perfil deseado para la Nueva Escuela Mexicana es uno centrado en el humanismo y comunitarismo, contrario al individualismo que se promueve en escuelas privadas y sexenios pasados.

Marx Arriaga describió que el nuevo perfil será para formar sujetos comunitarios, que revise los problemas sociales desde el humanismo, no como los sujetos individualistas formados antes, que terminaron teniendo un “pensamiento conservador”.

“Porque el otro sujeto que se venía construyendo, este sujeto individualista con metas particulares, con esta capacitación, con esta calidad había generado muchos problemas y hoy lo vemos en esto que algunos llaman pensamiento conservador”.

Aseguró que existe una “comercialización de la docencia”, con la que al Magisterio se le calificó como “un simple mediador de la información”, reemplazable por un pizarrón electrónico, una tableta electrónica o un teléfono celular.

También acusó que la ‘derecha educativa’ fijó el rumbo de la educación imponiendo términos como “calidad educativa”, “competencia”, “sociedad del conocimiento”, “eficiencia”, “productividad”.

“En donde los rankings, las evaluaciones, los diagnósticos, se diseñaron para promover una ética laboral que justifica la desigualdad y los abusos que vivimos”, indicó.

En el tercer día de la Asamblea de Análisis denunció que actualmente, “en nombre de la calidad”, se busca legitimar y perpetuar la desigualdad en la que la enseñanza tiene un propósito: capacitar para el mundo laboral.

“Una época en la que se ha reemplazado la generosidad del humanismo por la mezquindad del mercado”.

“Hoy nos tienen sometidos a un mercado que nos ve como un producto, como sujetos ingenuos como alumnos, es decir, personas sin luz que necesitan ser alimentadas con las migajas de su despotismo ilustrado”, agregó.

En una ponencia que se llevó a cabo el año pasado, se le adjudicó a Marx Arriaga Navarro el señalamiento sobre que la lectura era un acto de consumismo capitalista, tras lo cual negó dicha aseveración y aclaró en una carta publicada en sus redes sociales:

“En ningún momento señalé: ‘Leer por goce es un acto de consumo capitalista’ como algunos medios aseguraron. Me imagino que cumplieron su misión al provocar la rabia de miles que confían en ellos, pero deberían tener respeto por sus lectores y la lectura”, indicó en su publicación.

En la carta también señaló que el mercado es el que trata de convencer a las personas que leer es divertido, porque desea desarrollar en la gente la idea del consumo y que el sistema de consumo obliga a las nuevas generaciones a radicalizarse y dividirse.

 

Con información de Animal Político

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