UAM exige esclarecer asesinato de ambientalista atacado a hachazos
La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México exige a las autoridades que se esclarezca el asesinato de uno de sus colaboradores, un ambientalista atacado a hachazos en lo que consideran un acto “premeditado”, denunciaron el jueves en conferencia de prensa académicos de la UAM.
Junto al fallecido, Álvaro Arvizu, fueron golpeados y torturados otros dos miembros del Centro para la Sustentabilidad “Incalli Ixcahuicopa” (Centli), unas instalaciones patrocinadas por dicha universidad pública para la investigación y la educación ambiental que están en Tlalmanalco, a unos 50 kilómetros al este de la capital mexicana y cerca de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.
El ataque tuvo lugar el pasado 13 de junio pero Arvizu murió el lunes pasado en un hospital a consecuencia de las heridas. Al día siguiente se presentó una denuncia por homicidio ante la Fiscalía General, además de la que ya había en la Fiscalía local, acotó Pedro Moctezuma, profesor de la UAM y fundador del Centli.
“Tenemos la certeza de que fue un ataque premeditado y planeado” no solo contra la universidad sino a la comunidad local, dijo Moctezuma.
Un día antes, el 12 de junio, fue asesinado otro ecologista, Cuauhtémoc Márquez, en la misma localidad del estado de México. El homicidio tuvo lugar en vísperas de que Márquez formalizara una denuncia por ataques previos, explicó Moctezuma. Márquez no pertenecía al Centli pero hacía labores similares desde otro colectivo.
Los profesores no se pronunciaron el jueves sobre posibles autores materiales o intelectuales del asesinato de Arvizu, algo que dejan a la Fiscalía, pero sí vincularon el crimen a la labor de vigilancia del medioambiente, del agua y de los recursos naturales que realiza el centro.
La Fiscalía del Estado de México investiga los dos homicidios pero no los vincula entre sí ni está considerando que tengan que ver con el activismo de las víctimas, indicó a AP un funcionario de ese departamento que pidió el anonimato por no estar autorizado a hacer declaraciones.
El funcionario estatal agregó que Márquez murió de un disparo cerca de su casa cuando le intentaron robar y que en el Centli los atacantes buscaban armas y dinero.
Para los académicos de la UAM, la versión del robo no tiene sentido porque, aunque se llevaron algo de dinero de una caja, no sustrajeron nada del instrumental científico que había en el lugar y era muy valioso.
Según Carlos Vargas, uno de los directores del Centli que salió herido, tres individuos hasta ahora sin identificar irrumpieron en las instalaciones al caer la noche, unos días después de que alguien cortara los cables eléctricos, aunque tenían algo de luz gracias a placas solares. Otros vigilaban desde fuera.
“Primero nos martirizan”, dijo Vargas en referencia a lo que le ocurrió a él y a la esposa de Arvizu, que fueron maniatados y golpeados con las partes no cortantes de un hacha. “Una vez que ya nos golpearon, salen a buscar al compañero. Oímos como golpeaban al compañero Álvaro por cerca de 20 minutos”.
El denunciante señaló que el año pasado habían recibido llamadas pidiéndoles el pago de extorsiones, pero no eran concretas y quienes les amenazaban no parecían tener datos de ellos. Hace unos meses, sufrieron robos por la noche pero nada parecido a la violencia y saña de este último ataque.
Los dos investigadores asesinados trabajaban en el ámbito educativo y en defensa de los recursos naturales y el agua. Márquez era también apicultor y trabajaba en un proyecto contra la contaminación de vertederos, granjas y embotelladoras, según un comunicado de la organización ambientalista internacional Jean-Michel Cousteau’s Ocean Futures Society, otro de los colectivos que pidió a las autoridades que se haga justicia en ambos casos.
Los académicos también pidieron ayuda al mecanismo federal de protección de defensores de derechos humanos para la docena de trabajadores del centro de investigación asociado a la UAM que, en un comunicado, denunció que “a partir de 2021 la situación de inseguridad en Tlalmanalco es cada vez más alarmante”.
El Centli “no va a permitir que el crimen organizado se apodere comunidad por comunidad, municipio por municipio, estado por estado de nuestro país”, agregó Moctezuma sin dar más detalles.
Aclaró luego a AP que los atacantes “sí preguntaron por armas” y se llevaron una que Arvizu tenía “para matar tuzas —pequeños roedores— que invaden los cultivos de la sede agroecológica”.
Según un informe de la ONG Global Witness de septiembre del año pasado, México fue en 2021 en país más letal del mundo para los activistas ambientales y defensores de la tierra con 54 asesinados. El grupo registró la muerte de 200 ecologistas a nivel mundial. Latinoamérica representó más de dos tercios de esos asesinatos, con frecuencia de las personas más valientes y respetadas en sus comunidades.
Con información de Proceso