Ya no hay impunidad dice el Presidente, pero los crímenes están impunes. No solo los crímenes de periodistas, cerca de 50 que van en el sexenio y de defensores de derechos humanos, alrededor de 70, sino en general. De los más de 105 mil asesinatos que se han registrado en el sexenio nueve de cada diez quedarán impunes y sin investigar.

Para el Presidente López Obrador el esfuerzo es más importante que los resultados. Lo que importa es que todos los días él -siempre tan autorreferencial- se levanta temprano para atender la reunión de seguridad. Claramente no ha servido de mucho; a 38 meses de iniciado el sexenio la violencia no baja. Se contuvo, dicen, que no es sino un curioso eufemismo para ver el lado positivo de la falta de resultados. Siguen diciendo que le dejaron un país en llamas, pero mil 160 días y más de 300 mil millones después no han podido apagar ni un poco el fuego.

En el caso de los periodistas el Presidente no puede evitar su desprecio por la crítica. Dice que los va a proteger a todos, pero no se quedó con las ganas lanzar algunas palabras despectivas contra quien él llama periodistas de la mafia del poder, que comen en restaurantes elegantes y traen protección. Lo paradójico es que con sus ataque cotidianos al ejercicio periodístico lo que hace es poner en riego a los periodistas más desprotegidos. La violencia verbal desde el púlpito presidencial solo genera más violencia y normaliza la intolerancia a la libre expresión. Si a eso sumamos la descalificación, en la misma Mañanera, por parte del vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, a un periodista asesinado en Michoacán porque además trabajaba en un despacho de abogados, esto es ya más una postura política que una anécdota.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió esta semana al Gobierno de México terminar con la sección llamada “Quién es quién en las mentiras” que se realiza todos los miércoles. Pedro Vaca, relator especial de la Comisión para la libertad de expresión recalcó que “el Estado es garante de la libertad de expresión de quienes coinciden o tienen identidad con el Gobierno, pero sobre todo de las personas que tienen opiniones divergentes”.

¿Importa dónde come un periodista? ¿Es relevante si el periodista tenía o no otro trabajo para considerarlo o no parte del gremio? En un clima de inseguridad y ausencia de Estado de Derecho como se vive en gran parte del país la forma de defender a los periodistas es defendiendo y fomentando el derecho a la libre expresión y al disenso. Estigmatizar, como lo hace el Presidente todos los días, en una forma de violencia que solo fomenta la violencia. En síntesis, no se defiende a los periodistas atacando a los periodistas.

 

Con información de Sin Embargo

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