En más de tres décadas, México pasó de tener una medicina capaz de salvar a recién nacidos afectados con diarreas por virus y bacterias, a tener clínicas saturadas por adultos con diabetes y con patologías cardiovasculares que generan mortalidad temprana, discapacidad permanente y una gran presión presupuestaria a las finanzas nacionales, aseguró Héctor Valle Mesto, presidente ejecutivo de la Fundación Mexicana para la Salud.

Valle Mesto detalló que la medicina de 1990 se ocupaba en lograr la sobrevivencia de esos recién nacidos afectados por algún virus o alguna bacteria causándoles diarreas. “Se tenían antivirales, antidiarreicos y antiinflamatorios que rápidamente resolvían en un máximo de ocho días ese cuadro clínico. El bebé salía adelante.

“¿Qué pasó 30 años después? Los grandes problemas de México son la diabetes y los desórdenes cardiovasculares en la que los jóvenes y adultos requieren de tomar medicamento de por vida para reducir las posibilidades de desarrollar otras severas complicaciones”, explicó en entrevista tras referirse a la importancia del tema que se abordará el próximo miércoles 16 de marzo, a las 17 horas, en MILENIO Foros “Premio Diabetes & Cardio. A la Medida de México”.

En México, la diabetes, por ejemplo, afecta hasta el 14 por ciento de la población, es decir, alrededor de 17.5 millones de personas, y tiene un impacto económico del 2.25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), incluyendo gastos directos (compra de medicamentos, el equipo y personal de salud) e indirectos (relacionados con las incapacidades y productividad).

Si México destina a salud, recordó, el seis por ciento del PIB cada año, una sola enfermedad, en este caso la diabetes, consume en gasto directo 1.1 por ciento del PIB.

“Una sola enfermedad absorbe el 1.1 por ciento del seis por ciento del PIB y el resto lo que deja para trabajar con otras enfermedades”, subrayó.

La diabetes se ha convertido en la segunda causa de muerte y en la primera de discapacidad porque puede causar amputaciones de extremidades, afecciones renales, ceguera y otras complicaciones.

Si bien, aclaró, los médicos tratantes tienen una gran responsabilidad en efectuar revisiones integrales, también el paciente debe de contribuir con el cuidado de su propia salud, por un lado, previniendo adoptando una alimentación sana, haciendo ejercicio, haciéndose estudios clínicos constantes y, en caso de saberse con la enfermedad, apegarse al tratamiento farmacológico y no farmacológico.

“Un médico que atiende a un paciente que refiere dolor de cabeza tiene la obligación de efectuar una revisión completa e integral, no solo atender el síntoma. Si el paciente observa que va ganando peso y no cambia su forma de alimentarse ni tampoco hace ejercicio, sabe que puede desarrollar obesidad y después, posiblemente, enfermedades como la diabetes y los problemas cardiovasculares. No atender este llamado tendrá una repercusión en su vida, afectará a su familia y causará una presión económica severa al sistema de salud”.

En la Fundación Mexicana para la Salud existe una gran preocupación por todas las enfermedades crónicas y degenerativas no transmisibles, pero es la diabetes la que requiere de una intervención inmediata de parte de los mismos pacientes ya que está ligada a otro grave problema, la obesidad y el sobrepeso.

“Hay algunos estudios que nos hacen pensar que el impacto de la diabetes es mayor al 14 por ciento, es decir, si somos 125 millones de personas, superaría a los 17.5 millones de mexicanos con diabetes. Lo preocupante es que la mitad de esos 17.5 millones saben que tienen diabetes y la otra mitad lo ignora porque es una enfermedad silenciosa”.

En términos generales, dijo, cerca de nueve millones de personas no saben que tienen diabetes y la enfermedad sigue evolucionando.

“Un paciente diabético luego puede presentar problemas renales, cardiopatías isquémicas, arterias tapadas, pérdida de la vista y de miembros, de extremidades”.

Lo alarmante de las estadísticas es que casi nueve millones de personas saben que tienen diabetes y de esta cantidad 4.5 millones se cuidan y 4.5 millones definitivamente no se cuidan, siguen con dietas altamente calóricas, sin ningún componente nutricional, además, no hacen ejercicio y tampoco acuden a atención de salud mental, un pilar fundamental para la adherencia terapéutica.

“Estamos preocupados. Vemos cada vez más personas jóvenes en un rango de 40 años, con diabetes y que después debutan con otras enfermedades discapacitantes”, precisó.

¿Cómo se puede prevenir? Con un monitoreo constantemente de los niveles de azúcar en sangre.

“México es uno de los países que tiene los menores números de asistencia de visitas al médico por año, alrededor de 2.5 veces per cápita, comparado con el resto de los países miembros de la OCDE, que es de 10 veces de consultas por persona al año”, detalló.

“Es importante cambiar esa cultura de ir al médico cuando me siento mal, es importante la prevención. Tenemos que cambiar de un modelo centrado en corregir a un sistema de monitoreo preventivo”.

En el ámbito educacional, cambiar los malos hábitos alimenticios. Todos en el país sabemos que las bebidas azucaradas y los alimentos altamente calóricos son dañinos.

“Hay que cambiar esa cultura de premiar al niño con dulces y hacerles grandes fiestas de azúcar por otras opciones, como organizar una carrera, un partido de fútbol o actividades físicas que motiven a los menores a hacer deporte”.

“Es responsabilidad de la población, no sólo del médico, el cuidado de la salud. Es nuestra obligación cuidarnos, ir al médico, estarnos monitoreando”.

La labor de las academias y sociedades médicas consiste en seguir con esa ruta de capacitar y especializar a los médicos, destaca la labor de la Facultad de Medicina de la UNAM, de diferentes hospitales e institutos, del TecSalud, la Universidad Anáhuac y la Salle.

Otro aspecto, además de la alimentación sana y activación física -que no requiere de un gimnasio, sino de un parque público-, es la salud mental. “Nos sigue costando trabajo reconocer que tenemos que ir al psicólogo o con el psiquiatra.

“La pandemia evidenció la falta de atención de la salud mental. Vimos personas que desarrollaron depresión y ansiedad. La salud mental es esencial porque nos va a permitir mayor adherencia y encontrar, posiblemente, el origen de comer compulsivamente o tener problemas de ansiedad.

Señaló que los tres pilares son: alimentación, activación y salud mental correcta, “si se abandona el tratamiento médico, el autocuidado y se deja de lado la alimentación y la actividad física, el resultado no puede ser bueno”.

“Felicito a MILENIO por lo que está haciendo, y Sanofi que ha trabajado de manera conjunta en este premio. Es muy importante seguir apoyando la investigación y el trabajo que hacen médicos e investigadores en el país para ayudar a resolver problemas importantes como la salud cardio-metabólica”.

 

Con información de Milenio

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